MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

“Estamos mal, pero es verdad”

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“Estamos peor, pero estamos mejor. Porque antes estábamos bien, pero era mentira. No como ahora que estamos mal, pero es verdad”, frase que alguna vez pronunciara Cantinflas, popular personaje creado por el genial mimo, actor, productor, guionista y comediante mexicano de la Época de Oro, Mario Fortino Alfonso Moreno Reyes. Esta frase de Cantinflas bien podemos aplicarla a la realidad que vivimos hoy los mexicanos.

Pues bien, en nuestra realidad mexicana las cosas van de mal en peor.  A problemas como la inseguridad, el mal sistema de salud, la falta de apoyo al campo, la mala calidad de la educación, la falta de servicios básicos, se suma ahora el incremento de los precios de la llamada canasta básica de alimentos, como resultado del incremento en la inflación que se viene registrando en nuestro país desde finales del año pasado y que no da su brazo a torcer.

Pese a las medidas del gobierno y del Banco de México para tratar de contener la subida, el índice de precios se situó en 7.88 por ciento en la primera mitad de junio y un 0.49 por ciento más que en la quincena anterior, su mayor nivel desde enero de 2021 según datos del Instituto Nacional de Estadística, Geografía e Informática (INEGI). 

Desde finales del año pasado, los mexicanos han visto como su poder adquisitivo para comprar la despensa ha ido a la baja, a medida que la inflación avanza desbocada a niveles no vistos en los últimos 20 años.

A finales de diciembre de 2021, surtir una despensa con la veintena de productos básicos para una dieta familiar, incluyendo aceite, carne, pollo, verduras, tortillas, frutas y legumbres, entre otros productos, tenía un precio de entre 763 pesos a 1.000 pesos, de acuerdo con los datos recabados tanto en mercados como en tiendas de autoservicio por la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco). Ciento trece días más tarde, esta canasta básica elevó su coste a un rango de 1.037 pesos a los 1.229 pesos, un incremento de hasta un 35 por ciento en menos de cuatro meses. La inflación que se ha resentido en los bolsillos de las familias llegó en abril al 7,68 por ciento, su mayor nivel en dos décadas y el índice de la canasta de consumo mínimo repunto al 8,31 por ciento en el mismo mes, según los datos más recientes del INEGI.

Desde los pequeños comercios hasta los grandes puntos de venta como en la Central de Abasto de Ciudad de México o el Mercado de Abastos de Villahermosa, Tabasco, comerciantes y marchantes lidian con el mismo fenómeno desde hace meses: la mayor escalada en los precios de los alimentos de las últimas dos décadas. Desde el aguacate, pasando por el chile serrano o el tomate verde, han presentado en algún momento del año un ascenso inusitado. Un alza que ha obligado a los productores a hacer malabares con los precios, mientras los clientes finales, apenas saliendo de la crisis económica de la pandemia, han optado por reducir sus compras para reducir la presión.

Se ha vuelto cosa común escuchar los lamentos de amas de casa que acuden a surtir la despensa semanal para alimentar a su familia como el dinero no les alcanza “ni siquiera pa’ frijoles”, que “con lo que surtía su despensa el año anterior ya no compran ni la mitad de lo que compraban”. Como buenas administradoras de los pocos recursos del hogar, las amas de casa recorren tienda por tienda y puesto por puesto en busca de los precios más bajos de los productos para ahorrarse unos cuantos pesos y así estirar más su presupuesto; sin embargo, la gran mayoría de los 40 productos que integran la canasta básica, se han vuelto ya imposibles de adquirir, con lo que en México la llamada seguridad alimentaria aprobada en la Declaración de Roma sobre la Seguridad Alimentaria Mundial y el Plan de Acción de la Cumbre Mundial sobre la Alimentación, celebrada del 13 al 17 de noviembre de 1996 en la ciudad de Roma, en donde el debatió sobre una de las cuestiones más importantes con que se enfrentarían los dirigentes mundiales en el nuevo milenio fue la erradicación del hambre, se queda solo en eso, en una simple declaración.

Poco o nada se habla de la difícil situación que padecen millones de mexicanos que a diario se enfrentan a la incertidumbre de no tener que comer al día siguiente y que según informes del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (CONEVAL) hoy como resultado de la mal estrategia de atención de la pandemia y del poco o nulo apoyo del Gobierno federal para hacer frente a este fenómeno, hay 9.8 millones de nuevos pobres en México, así mismo subraya que uno de cada cuatro mexicanos padecería ahora pobreza extrema por ingresos.

Según este organismo, durante el mes de abril, en las ciudades la canasta básica se incrementó en 12.4 por ciento y en las zonas rurales en 13.3 por ciento, en comparación por el mismo mes del año pasado. Este incremento de precios varía según la zona geográfica de que hablemos, pues muchos productos agrícolas se han visto afectados ya sea por la sequía o por las lluvias torrenciales y, pese a ello, no existen apoyos por parte del gobierno de la 4T para los agricultores; por ejemplo, para la compra de fertilizantes, cuyo precio ha subido de manera alarmante desde el segundo semestre del año 2021 a más del 300 por ciento.

Frente al mayor aumento en las últimas dos décadas, el Gobierno de López Obrador ha presentado una batería de medidas, pactadas con los empresarios, para intentar atajar la inflación. El plan contempla una homologación de precios en los 24 productos que componen la canasta básica de la Profeco durante los próximos seis meses, una mayor producción de granos y exención de cobro de aranceles en la importación de alimentos y fertilizantes para abaratar los costos de la cadena alimentaria.

El Paquete Contra la Inflación y la Carestía (Pacic), presentado por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador, resulta insuficiente para los economistas. “Se trata de una ocurrencia vestida de política pública, una medida que resulta artificial, una política de control de precios que funcionará solo a corto plazo”, dice David Lozano, académico de la Facultad de Economía de la UNAM. Pero no solo no convence a expertos, sino que no convence a los consumidores. “La situación está muy difícil, yo no creo que los precios vayan a bajar”, “los precios siguen subiendo, pero la gente no puede dejar de comer”, comenta un ama de casa mientras busca entre sus pertenencias hasta el último centavo para pagar el mandado.

Ante la grave situación económica, política y social por la que atraviesa nuestro país y ante la imperiosa necesidad de una vida mejor para todos los mexicanos, es necesario que el pueblo se eduque y organice con toda disciplina, inteligencia e infinita paciencia, esto es lo único que puede garantizarnos y una vida mejor. ¡Obremos en consecuencia!

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