La semana pasada fue aprobado en la Cámara de Diputados del Congreso de la Unión, el dictamen que pretende reformar y adicionar los artículos 35, 36, 41, 73, 81, 83, 99, 116 y 122 de la Constitución Política, para incluir en nuestro sistema político la figura de revocación de mandato presidencial y para realizar diversas adecuaciones a la legislación sobre consultas populares. Aunque el dictamen aún debe pasar a revisión en la Cámara de Senadores (donde ha encontrado una férrea oposición) y necesita ser aprobado por cuando menos 17 de los 32 congresos locales para que se convierta en ley, se ha despertado la polémica en el país.
Sobre la revocación de mandato (que el dictamen considera solo sea aplicable al Presidente de la República), se dice que es en realidad un mecanismo que usará el partido gobernante para promover la figura presidencial en las elecciones intermedias de 2021 en las que se elegirán de nueva cuenta los 500 diputados y 126 senadores del Congreso de la Unión, además de que en 13 entidades federativas habrá renovación de gobernadores, diputados y/o ayuntamientos, esta conclusión se deduce del hecho de que dentro de la propuesta va incluida la posibilidad de que sea el propio Presidente quien solicite aparecer en las boletas de 2021, con la esperanza de volver a repetir el "tsunami morenista" de la pasada elección.
Se dice también, que debido a que el dictamen plantea la posibilidad de que las constituciones locales sean reformadas para incluir la figura de la revocación de mandato para gobernadores, esto podría ser el intento de hacer caer a los mandatarios que no son de MORENA, para convocar a nuevas elecciones y utilizar todo el poder económico y mediático del gobierno federal para imponer a gobernadores afines al régimen. Recuérdese el escándalo que provocó la supuesta circular de MORENA en la que se instaba a sus militantes a abuchear a los mandatarios no morenistas cuando acompañaran al Lic. López Obrador en algún evento oficial.
Estas especulaciones, y muchas otras, que no abordo por obvio de espacio, por sensacionalistas que parezcan, tiene cierto sustento real, si tomamos en cuenta las acciones del Presidente desde su ascenso al poder: vemos como con su política de programas asistenciales pretende crear una importante base clientelar-electoral, testigos somos de su intolerancia para quienes no comulgan con su proyecto de nación, del intento de liquidar a todas las organizaciones sociales y de la creación de una intimidatoria Guardia Nacional que podrá servir como persecutor de todo adversario político, real o imaginario; sería igual de válido decir que esta nueva medida "democrática", es en realidad otro artilugio para hacerse del control total y único del poder en México por el mayor tiempo que sea posible.
Por otro lado, las consultas populares son mecanismos ya existentes en la Constitución Política, pueden ser solicitadas por el Presidente, por alguna de las cámaras del Congreso y/o por el 3% de los inscritos en la lista nominal (umbral que se reduciría a solo el 2%); para que sean vinculantes se requiere de la participación de cuando menos el 40% de los electores (que ahora se pretende reducir hasta el 25%); deben llevarse a cabo el día de las elecciones federales y nunca pueden versar sobre temas que involucren derecho humanos (hay gente que anda planteando que se someta a consulta asuntos como el aborto legal y los matrimonios igualitarios); y deben organizarse de forma irrestricta por el Instituto Nacional Electoral. Hasta ahora, hemos visto cómo se han sometido a consulta diversos asuntos de carácter económico y político y aunque ninguna ha contado con la participación de más del 1% de los electores y tampoco han sido vigiladas por el INE, sirvieron para "legitimar" varias decisiones del régimen morenista, tal vez por ello se plantea reducir las cuotas de participación.
Tanto los defensores de la propuesta como sus detractores, consideran que con ello llegaremos a verdaderos paradigmas de la vida política de México, los primeros ven en ellas "la llegada a la verdadera democracia participativa", los segundos la consideran "una grave violación a la vida democrática de México", dicen los opositores que se pudiera estar abriendo la puerta al intento de reelección de López Obrador. De todos modos, cuando ambas partes hablan de democracia se refieren, casi en exclusiva, a la participación electoral de los mexicanos, al acto meramente simbólico de depositar una papeleta en una urna, así observan la democracia los partidos políticos de las clases encumbradas, pero se equivocan al reducirla a esos términos.
Hace más de 100 años, durante la Revolución Mexicana, las clases trabajadores decidieron lanzarse a las armas, fustigados por las consignas democráticas de quienes promovieron el movimiento, sin embargo, el fondo de su inconformidad fue económico, fue la miseria y la explotación a la que se encontraban sometidos lo que los arrojó a la lucha. Se trató de la lucha del campesino por reconquistar las tierras que le habían arrebatado, de liberarse de las extenuantes jornadas a cambio de míseros jornales así como de las vejaciones y humillaciones de los hacendados; fue la lucha de los obreros de Cananea y Rio Blanco contra sus largas jornadas, contra las tiendas de raya en las que dejaban el raquítico salario adquirido, contra sus insalubres condiciones de trabajo y los injustos castigos económicos que les imponían sus patrones. Fue la lucha de las clases depauperadas de la sociedad contra las cadenas económicas de su sometimiento, aunque de ello no fueran conscientes.
Por esa razón, cuando la Revolución triunfó, las clases populares, se cuidaron de incluir dentro de la Carta Magna muchas de las aspiraciones por las que lucharon, para que constará que su lucha no había sido en vano, por ello es que el concepto que los constituyentes formularon sobre la democracia es, por mucho, más amplio que el de simple "participación ciudadana en elecciones y consultas". Dice el artículo 3° constitucional en uno de sus párrafos: "Será [la educación] democrática, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo".
La Revolución quedó en deuda con sus verdaderos constructores en lo referente al mejoramiento constante de la vida de las clases trabajadores, y ahora tampoco parece que el gobierno morenista lo conseguirá, ya hemos referido cómo la política de asistencialismo solo puede ayudar a subsidiar el consumo de la gente, pero que de ninguna manera, ni aquí, ni en ningún país del mundo, ha servido para abatir la pobreza. Además, el bajo crecimiento económico de México, pronosticado por diversos organismos internacionales, redundará en poca generación de empleos.
Asimismo, el intento de acabar con las organizaciones sociales para desmembrar la fuerza constituida de las clases populares, busca dejarlas más débiles y vulnerables ante los atropellos del poder. La verdadera democracia no excluye la organización de las masas, al contrario, la necesita; es la única garantía de que el gobierno contará con un contrapeso efectivo de revisión y rendición de cuentas. Eso pensaron los constituyentes cuando constriñeron los derechos de asociación y reunión en el artículo 9° y cuando en el 39 escribieron: "Todo poder público dimana del pueblo y se instituye para beneficio de éste".
Hace más de 100 años le prometieron a los pobres "sufragio efectivo", como si con ello, en automático fuera a mejorar su vida, la historia ha demostrado que no es así, por lo tanto, hablar de verdadera democracia a través de consultas y revocación de mandato, es pretender darle al pueblo espejos por oro. Todo intento de participación ciudadana, que al mismo tiempo excluya y satanice la fuerza organizada de las masas, no es más que un vil intento de manipulación, que pretende lograr que los individuos aislados voten por aquello que el poder ya ha decidido previamente.
Sea cual sea la decisión que se tome con respecto a la reforma constitucional, los antorchistas seguiremos aquí, organizando y educando a los humildes de México, con la meta de construir un país más justo y equitativo para todos, a través del "mejoramiento constante de la vida económica, cultural y social del pueblo", en los hechos ya lo hacemos, miles de obras de infraestructura en beneficio de los más pobres y todo un aparato de difusión cultural efectivo, así lo demuestran. Somos pues, los verdaderos demócratas de México.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario