La negativa de la administración municipal de Sara Valle Dessens, de Guaymas, a entregar la administración del nuevo Centro de Desarrollo Comunitario (CDC) a la comunidad de la colonia Humberto Gutiérrez, que luchó durante años por lograrlo, es un intento político por frenar el desarrollo organizativo de esa misma comunidad, de reprimir la capacidad de lucha exonómica y política del pueblo guaymense por medio de intentar sofocarlo a uno de sus sectores más dinámicos y progresistas. Se trata de un grupo humano que de la nada, solo con su lucha contra viento y marea, contra todo tipo de funcionarios insensibles, levantó una colonia popular que en década y media, a diferencia de muchos asentamientos humanos semejantes: 1) ya está regularizada en su mayor parte (recientemente la propia alcaldesa tuvo que culminar un proceso previo a su administración y entregar escrituras a la mayoría de los colonos), a pesar de que el Ayuntamiento de Guaymas se opuso durante varias administraciones; o sea, no es invasión; 2) luchó y ya tiene agua, electricidad, también para la mayoría y va con todo por el drenaje; 3) gestionó y logró recursos para ampliación y mejoramiento de vivienda a decenas de familias, empleo temporal, así como apoyos de diversos programas sociales de manera constante durante años; 4) de manera permanente mantiene su colonia y alrededores limpios y desbrozados, con campañas de limpieza periódicas; 5) practica semanalmente el estudio y la capacitación de sus integrantes y promueve presentaciones de artistas populares; 6) apoya solidariamente las causas populares justas de grupos similares y ha cogestionado obras para otras colonias, entre ellas, canchas deportivas; 7) con gran capacidad previsora destinó terrenos de su colonia para construir una unidad deportiva, con canchas de béisbol, básquet y pista atlética y allí siguen, respetados por la comunidad; 8) ha creado en esa parte de la ciudad un polo de desarrollo pues, de todos los fraccionamientos en que actualmente viven miles de guaymenses, esa colonia fue el primer desarrollo urbano ejemplar y que jaló al resto.
Es decir, es un grupo de gente de trabajo, de sacrificio, de lucha nada conformista que ha demostrado a lo largo de su historia ser perfectamente capaz de organizarse para mejorar sus condiciones de vida, con una capacidad de autogestión comunitaria realmente sorprendente y poco vista. Tiene, por tanto, sobrada capacidad para llevar a cabo una exitosa labor de administración autogestiva del CDC. Más aún, la lucha por el CDC se encuadra dentro de sus genuinos objetivos para fortalecer esa misma capacidad y lograr más desarrollo comunitario. No hay duda: el CDC es una excelente oportunidad que los propios colonos se han construido, con empeño propio, para aspirar a consolidar su estructura social, un buen ejemplo de lo que puede lograr una organización popular. Pero...fortalecer a las organizaciones populares no es el objetivo de Sara Valle Dessens, por el contrario. Y las pruebas de esta afirmación están a la vista de todos: interrumpir brutalmente este desarrollo adueñándose de un fruto social que no cultivó y negando al pueblo que lo gestionó su demanda de autogestión, sin tomarlo en cuenta, simplemente imponiendose con todo el poder que le da el aparato burocrático que manipula. Esta es la denuncia que con este documento levantamos ante la sociedad sonorense y guaymense. Con este CDC Antorcha luchó por una obra para el pueblo, ni un centavo tocó pues todo lo ejerció la autoridad: 3.5 millones de pesos. No pedimos moches, solo administrar una obra que, de quedar en manos del gobierno municipal, será, como siempre, otro elefante blanco inoperante, justo como así funcionan estos gobiernos. Sara Valle no resuelve nada a favor del pueblo pobre organizado y no tenemos duda de que el CDC en sus manos tiene su funeral asegurado. ¡Impidámoslo!
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