Tal y como lo habíamos anunciado hace quince días, una comisión representativa de colonos y campesinos organizados con el Movimiento Antorchista, provenientes de varios municipios del Estado, nos manifestamos frente a Palacio de Gobierno para exigir, una vez más, que se atiendan nuestras demandas más apremiantes, que consisten en la introducción de servicios básicos: agua potable, drenaje y energía eléctrica, además, del empedrado de calles; que se otorguen apoyos agrícolas a los productores de autoconsumo, ya que de las cosechas que obtengan depende la alimentación de sus familias para lo que resta del año.
Durante el mitin, funcionarios de la Subsecretaria General de Gobierno nos ofrecieron una reunión con el titular de la dependencia, Lic. David Rivera Bernal, para el martes 4 de los corrientes, con el compromiso de que en dicha reunión se daría respuesta a nuestras demandas. Aceptamos asistir a dicha reunión, no sin antes señalar, que ya en ocasiones anteriores se había hecho el mismo compromiso y no se había cumplido, por lo que esperábamos que esta vez sí hubiera voluntad de diálogo y sensibilidad para dar respuesta a nuestros planteamientos.
De acuerdo a lo pactado, nos presentamos puntuales a la reunión, pero, ¡una vez más se repitió lo mismo que en reuniones anteriores! El subsecretario General de gobierno llegó mucho tiempo después de la hora indicada y sin una sola respuesta a las demandas que en reiteradas ocasiones le hemos enumerado y que él mismo se ha comprometido a atender. En vista de ello, acordamos retirarnos y continuar con las movilizaciones hasta que nos reciba el gobernador el Estado, Antonio Echevarría García, para plantearle la problemática por la que atraviesan miles de nayaritas pobres, a quienes se les ha querido manipular con falsas promesas de solución.
En muchas ocasiones, hemos señalado que las marchas y los plantones no son capricho de nadie sino una necesidad y un derecho constitucional ante la falta de solución a las necesidades del pueblo; no son, como muchos han querido hacer creer, ganas de desquiciar el tráfico, molestar a terceros o, simple y sencillamente, que quienes nos manifestamos no tenemos nada mejor que hacer.
Por el contrario, los antorchistas nayaritas tienen que dejar de realizar sus actividades cotidianas (en el campo, en el hogar, en el trabajo) para manifestarse en busca de solución a sus demandas, para que se traduzcan en mejores condiciones de vida para ellos y su familia. Si hay protestas públicas, éstas se deben a la insensibilidad de quienes hicieron el compromiso de trabajar en favor de los más desvalidos de la entidad y, por tanto, son uno de los últimos recursos que le quedan al pueblo trabajador para hacerse escuchar y hacer que se cumpla la palabra empeñada por los funcionarios del gobierno. Y este caso, no es la excepción, los funcionarios se han comportado con menosprecio, arrogancia e indiferencia ante el sufrimiento de los nayaritas, por lo que ellos son los responsables de que continúen las movilizaciones por las calles de Tepic.
Para nadie es desconocido que vivimos en una sociedad profundamente desigual, como consecuencia del actual modelo económico que impera en nuestro país, que es ferozmente concentrador de la riqueza, misma que sólo llega, cuando llega, a manera de migajas al pueblo trabajador, que es quien la crea. En nuestro país, más de 90 millones de mexicanos viven en pobreza, mientras unos cuantos concentran cuantiosas fortunas que cada día se incrementan más y más. Esa hambruna de ganancia y de concentración de la riqueza en unas cuantas manos, es la que explica el abismo cada vez más grande entre pobres y ricos, la que hace que no haya un reparto equitativo de la riqueza social. Por ello, el Movimiento Antorchista Nacional promueve un proyecto de nación que se sostiene en cuatro ejes fundamentales, entre ellos, el que haya un redireccionamiento del gasto público hacia los que menos tienen.
Por nuestra parte, como desde hace 18 años, continuaremos en lucha franca y tenaz para combatir ese grave mal llamado pobreza, que agobia a la mayoría de los nayaritas, porque estamos plenamente seguros de que nuestro esfuerzo no es en vano, seguiremos trabajando todos los días, hombro con hombro, al lado de los más desvalidos de la entidad, hasta lograr construir un futuro más luminoso para todos. La historia de nuestro país y del mundo ha demostrado que las grandes transformaciones sociales las realizan los pueblos unidos y organizados. Nuestra tarea ha sido, es y seguirá siendo la educación y la organización de los pobres hasta lograr un país más justo y equitativo para las grandes masas empobrecidas.
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