No cabe duda de que el desarrollo de un país se mide, entre otras cosas, por su infraestructura, y, si no, veamos el caso de China donde se ha sacado de la pobreza a millones de personas. Para esto ha sido necesario desarrollar carreteras, obras de electrificación, aeropuertos, ferrocarriles ¡una infraestructura verdaderamente asombrosa!
Pero en México, bajo la 4T, cada día se destinan menos recursos a la inversión en electrificaciones, pavimentaciones, drenajes, caminos y carreteras para pueblos y colonias. Es innegable que este Gobierno ha destinado la mayor parte de los recursos a los apoyos monetarios directos y a unas cuantas obras faraónicas que en nada ayudan al desarrollo.
Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la inversión pública en el 2024 fue de 1.11 billones de pesos, mientras que en el 2023 fue de 1.19 billones de pesos, lo que representa un 11.1 % menos.
Todo ello redunda en el deterioro del nivel de vida de millones de mexicanos, en especial a la clase trabajadora.
Según el Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO), la inversión pública en el 2024 fue de 1.11 billones de pesos, mientras que en el 2023 fue de 1.19 billones de pesos, lo que representa un 11.1 % menos. Ahora, si comparamos la inversión que se ejerció, por ejemplo, en 2016, donde la inversión fue de 1.8 billones de pesos, el porcentaje que disminuye en términos reales la inversión es mucho más elevado, un 38.6 %.
Esto lo único que revela es que el Gobierno de la 4T tiene un desinterés por el desarrollo en general del país, y en particular de la infraestructura. No le interesa la calidad y nivel de vida de sus habitantes, ya que sólo ha apostado a mantenerse en el poder mediante dádivas con la implementación de sus programas sociales.
De esta política seguida por el Gobierno federal, los que más pagan los platos rotos son, sin duda, los más pobres, los trabajadores que viven muchas veces en colonias pobres que carecen de algún o varios servicios básicos como electrificación, pavimentación o agua potable.
Muchos pueblos no cuentan con caminos accesibles o carreteras, y si cuentan con ellos, muchas veces se encuentran en condiciones ruinosas. Sigamos.
Es cierto que con la llegada de lluvias se aliviará un tanto la carestía de agua potable en las casas, pero preguntémonos: ¿hace falta la creación de más presas, cisternas y líneas de conducción de agua? ¿Por qué no se construyen?
No necesitamos ser unos genios para saber que la razón es que el gobierno federal no quiere destinar más recursos a estas obras, pues no le aseguran más votos. El problema de suministro de agua potable en colonias y pueblos será un problema recurrente mientras el gobierno no se interese por invertir mayores recursos en el tema de almacenamiento, tratamiento y conducción del agua.
Es indudable que con la construcción de carreteras y otras vías de comunicación se puede detonar la economía de un país. Las millones de mercancías que circulan en el país (alimentos, ropa, medicinas, varilla, cemento, etcétera) para satisfacer las necesidades de la población, del comercio y de la industria requieren, para ser transportadas, de más y mejores vías de comunicación.
El país, indudablemente, no se desarrollará como se requiere sin éstas. La 4T, como se demuestra día a día, no le interesa el desarrollo del país, como lo evidencia la disminución en inversión pública.
En nuestro país se requiere urgentemente aumentar la inversión pública en infraestructura que permita elevar el nivel de vida de los mexicanos e impulsar un desarrollo importante de nuestra economía como lo están haciendo ya otros países. El no hacerlo nos llevará a un rezago aún mayor.
Es necesario que los millones de trabajadores, que son los que crean la riqueza de este país, tomen conciencia de la importancia de que los recursos económicos que salen de sus impuestos sean destinados al desarrollo del país, y no como se hace ahora: dilapidándolos con fines electorales.
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