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Sobre el aria “El canto a la luna” de Dvorák

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La canción de Dalila (Mon coeur s'ouvre a ta voix) en español “Mi corazón se abre a tu voz”, ha inspirado poemas y otra serie de expresiones artísticas por su profunda belleza, pero es justo hacer reconocimiento a Dvorák en esta ocasión, cuando nos entrega en su Rusalka todo el misticismo de la mitología eslava, de las ninfas del agua y un aria de profunda belleza: "Mesicku na nebi hlubokem" ("Oh luna en el cielo profundo"), cantada por Rusalka en el primer acto de la ópera homónima a la protagonista.

Rusalka es una ópera escrita por el compositor checo Antonín Dvorak, basada en una leyenda folclórica eslava sobre una ninfa acuática, aquí cabe destacar que la labor de Dvorák es similar a la de Brahms con la danza húngara o a la labor de investigación y rescate de Ponce en México: el basarse en los sonidos folclóricos, en la cultura y en la historia del pueblo para así vestirla de armonía y ciencia musical.

En el contexto de la ópera, el aria marca un punto crucial en la historia de Rusalka, ya que es aquí donde toma la decisión de abandonar su mundo acuático y buscar el amor en el mundo humano.

La historia sigue a Rusalka, una criatura que deja su mundo acuático para perseguir el amor de un príncipe humano. Una de las piezas más famosas de la ópera es el aria “Mesicku na nebi hlubokem” conocida también como “El canto a la luna” es aquí donde Rusalka hace su plegaria al astro para encontrar el amor y la redención.

La música de Dvorak es exquisita y evocativa, capturando la melancolía y la esperanza de Rusalka: mientras implora a la luna que la ayude en su búsqueda de amor, la orquesta, el arpa al inicio, la voz de la plegaria y la letra no pueden ser menos que exquisitas.

La melodía fluye suavemente, adornada con hermosos arpegios y adornos vocales que realzan el lirismo de la canción. La música se mueve de forma fluida y emotiva, creando una atmósfera de ensueño que transporta al oyente al mundo fantástico de la ópera.

Otro mérito precisamente de Dvorák es el poder acercar aún más al oyente a ese mundo que mucho tiempo fue destinado únicamente para las élites y que se privaba a la clase humilde, el mundo de la ópera parece hablarnos con un lenguaje sencillo, fluyendo como iguales y evocando una sensación sempiterna de goce estético hasta terminar los 5:53 que dura el aria.

Las letras del aria son igualmente conmovedoras, expresando el deseo profundo de Rusalka de ser amada y aceptada por el príncipe. Ella ruega a la luna que le dé fuerza y coraje para enfrentar los desafíos que se avecinan, y le pide que transforme su apariencia para que pueda ganarse el amor del príncipe.

Hasta aquí, querido lector, ya tendrá una idea de a qué cuento infantil inspiró este mito eslavo. El aria es un desgarrador canto de amor y deseo, con la voz de Rusalka elevándose en líneas líricas y apasionadas.

Su vulnerabilidad y anhelo son palpables en cada nota, y el oyente no puede evitar ser conmovido por su doloroso anhelo de amor y redención.

Permítaseme recomendar al lector, en esta aria en particular, la versión de la soprano americana Renée Fleming. La interpretación del aria requiere una cantante con una voz potente y expresiva, capaz de transmitir la gama completa de emociones y matices que contiene la música.

La cantante debe ser capaz de controlar su voz y expresar la intensidad y la vulnerabilidad de Rusalka de manera convincente. Además, la capacidad de transmitir tanto la melancolía como la esperanza de la canción es esencial para capturar la verdadera esencia del aria, sin olvidar lo virtuoso de su instrumento.

"Mesicku na nebi hlubokem" es una de las arias más conocidas y apreciadas de la ópera, y ha sido interpretada por innumerables sopranos en todo el mundo. Su belleza atemporal y su poder emocional la convierten en una obra maestra de la música académica, y su interpretación sigue emocionando a audiencias enteras, aun a aquellas que hayan sido mutiladas de la capacidad de sentir en lo más profundo de su ser, el goce exquisito del arte.

En el contexto de la ópera, el aria marca un punto crucial en la historia de Rusalka, ya que es aquí donde toma la decisión de abandonar su mundo acuático y buscar el amor en el mundo humano.

Es un momento de gran alcance emocional y simbolismo, que establece el tono para el resto de la ópera y define el destino de su protagonista, el cual no es motivo de este escrito pero que el lector puede sentirse libre de escucharlo en las distintas versiones que ahora están al alcance de casi todos en internet, pues salieron de los fastuosos escenarios para colocarse en las pantallas de los ordenadores.

Para quien guste escucharla, le aseguro que no se va a arrepentir pues se conmoverá pero, sobre todo, aprenderá; al fin este también es el propósito del arte: educar al hombre. 

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