MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Tragedia en Tabasco: negligencia e indolencia de Morena

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Hubo un tiempo en la historia de la humanidad en que era imposible predecir y contener los desastres naturales. época en la que la ciencia no se fundía todavía con la tecnología. En aquellos tiempos era comprensible que ante los desastres naturales, el hombre nada tenía que hacer, más que aceptar su desgracia y resignarse ante ella. Pero hoy, en el siglo de la ciencia y la tecnología, en el siglo de las luces, donde todo imposible es posible, donde lo impredecible se vuelve predecible, es inconcebible e imperdonable que pueblos enteros se hundan en desgracias provocadas por desastres naturales perfectamente predecibles y contenibles, como la inundación en Tabasco, por ejemplo, donde más de mil 396 localidades han sido afectadas, 99 mil 573 viviendas dañadas y una suma aproximada de 302 mil 498 damnificados.

Las inundaciones en octubre que año con año ocurren en Tabasco, algunas veces en pequeñas dimensiones, otras veces en grandes dimensiones, dependiendo de la precipitación pluvial anual, han provocado en los pobladores el desesperado grito de ayuda para que las autoridades volteen a mirar esas regiones donde es necesario crear infraestructuras hidráulicas para contener la creciente de los ríos de Grijalva, Usumacinta y Carrizal con la finalidad de salvaguardar la integridad física de los residentes tabasqueños. Ante ese grito desesperado, hace doce años aproximadamente (marzo de 2018), "un grupo de investigadores de los institutos Politécnico Nacional, de Ingeniería de la UNAM, Mexicano de Tecnología del Agua y Mexicano del Petróleo, así como del Colegio de Posgraduados de Chapingo, presentaron un informe al Senado de la República” (El Economista, 15 de noviembre de 2020), para la creación de un Programa Hidráulico de Tabasco (Prohtab) de gran envergadura con un costo de 19 mil 919 millones de pesos (equivalente al 10 por ciento del ahora proyecto de Dos Bocas). Pero ni los gobiernos anteriores le dieron seguimiento, ni los actuales tampoco.

Por tanto, la tragedia actual en las zonas más pobres y abandonadas del estado de Tabasco, no son obra y culpa de la naturaleza, como lo sostiene el mismo presidente de la República, sino de su negligencia e indolencia. Cierto es que ni los gobernadores y presidentes anteriores hicieron algo, tampoco los que hoy ostentan el poder (dos años ya) se adelantaron a la catástrofe inminente. Peor aún, han abandonado a los damnificados a su suerte sin un apoyo federal considerable, más que la frase "acudan a los albergues más cercanos” y a cambio del daño sufrido se le entregarán "ocho mil pesos y vales” (El Financiero, 18 de noviembre de 2020). Una verdadera burla, porque no hay albergues para los más de 302 mil damnificados, ni los ocho mil pesos que se está prometiendo cubrirán la pérdida total o parcial de cada familia damnificada.

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Una muestra más de la indolencia, negligencia e irresponsabilidad del Gobierno federal morenista radica en los siguientes: 1) el presupuesto asignado por la Comisión Nacional del Agua para evitar inundaciones en Tabasco en 2019 fue de 187 millones de pesos y en 2020, de 111 millones de pesos, muy por debajo de los presupuestos asignados en el periodo 2013–2017 que osciló entre 189 y 719 millones de pesos (El Economista, 15 de noviembre de 2020); 2) al percatarse que el agua rebasaría la capacidad de la presa Peñitas, ubicada en el cauce del río Grijalva en el municipio de Ostuacán, Chiapas, se tomó la decisión de extraer de la presa 2 mil 500 metros cúbicos de agua por segundo. ¿Pero sabe usted acaso, amigo lector, la magnitud de esta acción? Para darnos una idea, de acuerdo con el cálculo efectuado por el Centro Nacional de Prevención de Desastres (Cenapred, 2017) si se liberan dos mil metros cúbicos de agua por segundo, en 15 minutos llenaríamos el Estadio Azteca. Pero la precipitación pluvial es intensa en esas regiones y el flujo es constante, así que durante 24 horas tendríamos una suma aproximada de 96 estadios Azteca de agua. Pero extrajeron 2 mil 500 metros cúbicos de agua, o sea 124 estadios Azteca de agua cada 24 horas. Conclusión: un desastre catastrófico. A pesar de este conocimiento previo, ni el gobernador del estado ni el presidente de la República implementaron un plan de rescate y salvamento, una obligación legal del estado. Los pobladores huyeron como pudieron de la inundación, las madres con sus bebés en brazos, los padres sobre sus hombros cargando a sus hijos pequeños y productos de primera necesidad, dejando en la profundidad del agua, refrigeradores, estufas, camas, enseres domésticos, cobijas, ropa, etc.

Encima de esta desgracia, el gobierno federal se jactó todavía de su apoyo de 272 albergues temporales. Sin embargo, los mismos pobladores niegan que exista ni siquiera la quinta parte del tal anunciado número de albergues. El Gobierno federal, pues, dejó a su suerte a los tabasqueños, y ahora se molesta cuando se le exige y se le reclama con justa razón.

No hay más. El pueblo debe confiar en su unidad y en su organización. Los pobres deben aprender que ante cada desgracia, los culpables son el sistema económico y los siervos de este sistema. Los pobres deben comprender que son solo números para los partidos políticos, que sus necesidades básicas no serán tomadas en cuenta ni atendidas nunca. Por eso, en las urnas de las elecciones de 2021 deben hacer valer la suma de estos números, si realmente quieren un cambio de gobierno por uno más humano y sensible que ponga en su agenda de trabajo primero los intereses de los pobres.

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