MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Tabasqueños: emprendamos una lucha definitiva

image

El pueblo de Tabasco, colmado de riquezas naturales por su naturaleza generosa, flanqueado por el portentoso mar, abundante de sol, de lluvias, vegetación y de animales silvestres, soporta la más angustiante pobreza y la amenaza constante del azote de su desconcertada y prodiga naturaleza. Tabasco ocupa el sexto lugar en pobreza, el 53.5% de la población vive en la pobreza (1.3 millones); 302,500 en pobreza extrema; su pobreza es 11.7% puntos porcentuales arriba del promedio nacional; su marginación es alta, 44.8%; de los 2.5 millones de habitantes, 42.6% es población rural, casi dos veces el promedio nacional. La desigualdad crece sin freno, el cacicazgo rural mediante el despojo y la usura, y el empresariado rural y urbano, mediante la mecanización y división del trabajo, agigantan sus riquezas año con año y el pueblo su pobreza y su angustia; el gobierno aprieta el dogal, mediante la inequidad impositiva y la reducción drástica del gasto social en obra pública, salud, educación y programas rurales.

A la pobreza generada por esa triada infernal se suma la inundación de 16 de los 17 municipios del estado, por el desfogue irresponsable de la presa "Peñitas&rdquo, que AMLO ordenó. Como siempre, la tragedia natural es inequitativa, atropella siempre a los más pobres. La mayor parte de la población pobre vive en las zonas pantanosas, unos metros, no más de 20, sobre el nivel del mar, asentados prácticamente al nivel de las aguas pantanosas, y son los que perdieron sus viviendas y medios de vida: están afectadas 1,396 localidades, el 46% de las comunidades existentes, están inundadas y perdidas 45 mil hectáreas de maíz, cacao, plátano, caña de azúcar, cítricos y otros cultivos; se desplazaron 63 mil animales domésticos; bienes que son el sustento de cada año de la población afectada que, a pesar de sus gritos de auxilio, sólo le espera el hambre y las enfermedades. En suma, la población pobre de Tabasco vive sobre el agua y lodo, a la intemperie, sus cultivos están perdidos y sus animales deambulan, pepenando basura y residuos vegetales, enflaquecidos, con los huesos forrados de piel y pelo. Esto, después de un mes, y si la naturaleza embravecida, por el saqueo irresponsable del capital de sus materias, no vomita más tormentas y el Dios AMLO, no descarga nuevamente las potencias del agua contenidas, faltarían aún 4 meses para secar las tierras y localidades.

Los gobernantes de Tabasco y el presidente de México no previeron, ni decidieron, ni reaccionaron correctamente ante la amenaza y la estampida de las aguas contenidas. Las causas de las lluvias excesivas, como las del empobrecimiento son recurrentes, por tanto, se conocen, se pueden prever y evitar o por lo menos controlar. Los gobiernos anteriores, los más cercanos a las ideas y propósitos que les dejo la revolución de 1910, le pusieron atención a este problema de las inundaciones de las zonas bajas de Tabasco, y generaron los proyectos hidráulicos necesarios y precisos para conducir un desfogue obligado como el que acaba de suceder; sin embargo, nunca los realizaron, porque les pesó más su ambición que el compromiso con la ya lejana revolución.

El presidente actual, a pesar de ser oriundo de Tabasco no conoce la problemática, su problemática, ni el sentir de su entidad, además, preñado de odio contra todo gobierno anterior, no le importan aquellos proyectos por nobles que sean, sobre todo si van contra sus soñados y perversos propósitos. Para curar a Tabasco de toda heredada corrupción, húndase completo. A AMLO, nada le importa, salvo las fuentes hacendarias de ingresos, ahorros y fideicomisos, que heredó del gobierno anterior, que hoy destina a capricho y ocurrencias a obras suntuarias de muy dudosa rentabilidad económica y social, como el Tren Maya, la refinaría Dos Bocas, y el aeropuerto de Santa Lucía. Y enterado, mejor que nadie, que se está quedando sin el apoyo popular por tanto desatino y desengaño, destina mucho dinero, no a la conquista de la voluntad popular, como está obligado todo buen gobernante, sino a la compra de votos y la compra descarada del poder y de la presidencia de la República. Y el pueblo de Tabasco que siga ahogándose y muriéndose, sin vivienda, alimentos y medicinas.

1

Tampoco el Gobierno de AMLO toma medidas contra el galopante incremento de la pobreza del pueblo tabasqueño y de todo México. Loco, persigue los pececillos corruptos, señalados, juzgados y sentenciados por él en cada mañanera, violando ante los ojos de México y del mundo el debido proceso y las garantías individuales. Pero si estudiamos un poquito quiénes son esos pececil encontramos que son tercos opositores a sus ideas e intereses o chivos expiatorios para darnos circo. Por el contrario, no ve, ni actúa contra su familia y gabinete, inmersos en escándalos de verdadera corrupción; a ellos los defiende pública y cínicamente.

Mucho menos actúa contra los verdaderos saqueadores de la renta nacional.  La gran industria, los grandes capitales agrícolas, de servicios y financieros, son los que generan las mayores utilidades en nuestro país; sin embargo, no han sido regulados, ni siquiera por AMLO, sedicente antineoliberal por excelencia. De acuerdo a la Ley tributaria deberían contribuir al fisco con el 34% de sus ganancias y sólo contribuyen con el 16% del ISR, en promedio, pues eluden, omiten, negocian estímu en una palabra, llevan una doble contabilidad para pagar menos. Mucho menos buscarían legislar como los valientes países escandinavos que AMLO tanto admira, para que se contribuya con el 50% de su verdadera renta, inviertan el 30 % ahí mismo y solo saquen del país el 20% de sus utilidades, garantizando con ello el crecimiento económico del país, con el siempre benéfico incremento del empleo, el salario   y la estabilidad de la moneda nacional. Ese es el verdadero combate a la corrupción. Para proteger verdaderamente a nuestra nación, no se necesita la desalmada y cobarde inteligencia financiera; sino a verdaderos estadistas y redaños para hacerlo.

Mostrar solidaridad inmediata, con alimentos, ropa, medicinas, dinero incluso, es lo mínimo que debemos hacer por el pueblo tabasqueño en esta recurrente tragedia. Igualmente es obligado, agarrar la presa y no soltarla, día con día, hasta arrancarla, materializando las obras hidráulicas que garanticen el control y eviten la salida de madre de los ríos de Tabasco; garanticen la vida, viviendas y patrimonio del pueblo tabasqueño. No debemos dudar en subir nuestra exigencia a las redes, salir a las calles de todo México para difundir esta demanda del pueblo de Tabasco, para hacerla una demanda de todo el pueblo de México.

Sin embargo, por grande e importante que sea este logro inmediato, no basta. Es más importante y trascendente la unidad de todo el pueblo de México para lograr el dominio más completo de todo fenómeno natural, como las sequías, las plagas como el covid-19, C-20, 21 y los que vendrán; conquistar la unidad del pueblo para desterrar del hombre la ignorancia de las fuerzas naturales y sociales que lo aterran y destruyen, por el contrario, conociéndolas, usarlas en nuestro beneficio; conquistar la unidad para desterrar las lacras de la pobreza y de los malos gobernantes. No hay mal que por bien no venga, con trabajo y sufrimientos el hombre se ha hecho gigante. Marchemos unidos buscando la solución definitiva. El camino más largo, como dijeron y dicen los chinos, comienza con el primer paso...  

  • Etiquetas:

0 Comentarios:

Dejar un Comentario

Su dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados *

TRABAJOS ESPECIALES

Ver más