MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

¿Morir de hambre o de enfermedad?

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La situación por la que atraviesa el pueblo mexicano es, por demás, lacerante, principalmente para los más de 90 millones de personas confinadas a la pobreza, que carecen de los medios necesarios para poder llevar una vida digna y con decoro, cuanto y más poder hacer frente a un problema de salud mundial como el que enfrentamos hoy día a causa del coronavirus.

Esta crisis ha puesto al desnudo la magra capacidad de acción por parte del gobierno federal, encabezado por el morenista Andrés Manuel López Obrador, al responder de forma tardía y con acciones equívocas a la pandemia sanitaria que afectará, sin duda alguna, más gravemente a los pobres. La respuesta del gobierno de la República Mexicana se ha limitado a mantener los programas de entrega de dinero y profundizar la austeridad en la burocracia gubernamental. Es decir, no hay medidas para contrarrestar los efectos de la crisis ni un plan bien estructurado para reactivar la economía nacional.

¿Por qué es importante el tema de la economía nacional en esta crisis sanitaria? El gobierno federal se ha limitado a optar como "medida" el aislamiento, es decir, que las personas se resguarden en sus domicilios para evitar posibles contagios; esto ha traído consigo el cierre de muchas empresas pequeñas y medianas, perdiéndose así, millones de empleos, empleos que era el único sustento de millones de familias que buscan día a día una forma honrada de llevar el pan a casa. Esto sin contar a las personas que se autoemplean, que se dedican al comercio ambulante, los limpiaparabrisas, los pepenadores, y miles de personas más que no están reconocidos en las cifras oficiales pero que también existen.

De acuerdo con cifras de la Secretaría del Trabajo, del 13 de marzo al 6 de abril se perdieron 346 mil 878 empleos, es decir, el empleo generado en el 2019 se perdió en menos de un mes. Por su parte, el IMSS informó que en marzo se registró una caída de 130 mil 593 puestos de trabajo a consecuencia de la emergencia sanitaria. Como vemos, las cifras oficiales se manejan con cierto optimismo.

No obstante, el economista en jefe de AmCham, Luis Foncerrada, señaló que con una caída de 11 por ciento en el PIB se perderían entre 7 y 10 por ciento de los 20 millones de trabajadores afiliados al IMSS, es decir, se podría rebasar el millón de empleos perdidos y llegar hasta 2 millones en los próximos dos o tres meses, mientras que el Fondo Monetario Internacional pronostica que este confinamiento puede dejar sin empleo a más de 3 millones de mexicanos, tanto en el sector formal como informal, lo que sería el mayor volumen de desocupados en la historia del país y equivaldría al total de la población de Nayarit, Colima y Campeche. Esa es la magnitud de las consecuencias por carecer de un proyecto de nación con un sistema de salud y económico sólido como el de países donde los estragos fueron menores.

Ahora, con esta gran cantidad de personas desempleadas podríamos calcular que por lo menos 12 millones de personas no tendrán ni siquiera para comer, pues con su salario –los que lo tienen- viven al día y ahora se quedarán sin ninguna fuente de ingresos económicos. Vaya disyuntiva en la que se encuentran, morir de hambre al acatar la medida del gobierno federal o arriesgarse a contraer coronavirus por salir en busca del sustento de sus familias. En ambos casos, responsabilidad de la administración de Andrés Manuel por no actuar oportunamente tanto en materia de salud como económica.

Sin embargo, ante este panorama tan desalentador, como siempre para la clase trabajadora y empobrecida, el Movimiento Antorchista considera que sería oportuno, entre otras medidas, implementar un programa nacional de distribución de víveres para ayudar, por lo menos, a que los millones de familias depauperadas puedan hacer frente al hambre durante esta contingencia. Además de otras medidas como condonar el pago de ciertos impuestos y servicios a fin de paliar la demacrada economía de quienes sostienen este país con el sudor de su frente.

Esta crisis provocará que miles de familias más se sumen a la pobreza, y que quienes ya se encuentran en pobreza se agudice su miseria. Habrá muchos que, sin dinero y con hambre, poco les importará hacer caso a las recomendaciones sanitarias con tal de poder alimentar a sus familias, lo que se vuelve doblemente peligroso, por un lado, contribuirían a la propagación del coronavirus y por otro, podría haber un estallido social con graves y lamentables resultados para todos.

La respuesta oportuna y atinada de Andrés Manuel aún es posible si presta oídos atentos. A decir del director del Instituto para el Desarrollo Industrial y Crecimiento Económico, José Luis de la Cruz, la falta de empleo va a conducir a miles de familias a buscar "subsistir por principio en trabajos honestos, pero mal remunerados, sin embargo, la pobreza es una condición que incentiva a algunas personas a cometer actividades ilegales". Postura que no difiero mucho de lo que hoy alertamos podría suceder ante la negligencia gubernamental.

Finalmente, puede aprovecharse la oportunidad para reflexionar sobre el tipo de gobierno que tenemos los mexicanos su capacidad de análisis, de interpretación de la realidad y de acción ante los problemas. En la historia del hombre el misticismo no ha resuelto nunca nada, como ahora tampoco lo hizo ni el escudo moral y ni los amuletos del señor presidente. México, pues, requiere un verdadero estadista que le hable de frente y con la verdad al pueblo, que se apoye en la ciencia para resolver los problemas sociales y que cuente con un verdadero proyecto de nación que involucre en el crecimiento y desarrollo pleno y armónico de todos los sectores sociales. Lo que no necesitamos es un gobierno que nos ponga entre la disyuntiva de morir de hambre o morir de enfermedad.

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