Conforme pasan los días, va en aumento la incertidumbre de los campesinos de las comunidades de Molinitos y Piequeshimó del municipio de Villa del Carbón con respecto al futuro de sus familias. No han podido comenzar a sembrar debido a que este año se han retrasado las lluvias.
Sin embargo, aunque ya hubieran caído algunas de ellas, como sucede casi siempre por los primeros días de mayo, saben que, sin el fertilizante suficiente, no podrán obtener una buena cosecha.
Don Erasmo, de la comunidad de Molinitos, don Filiberto Cruz y su hijo Carlos Daniel de Piequeshimó, así como la mayoría de los vecinos de sus localidades, tienen cierta “desconfianza para iniciar la siembra” de los pocos granos que conservan después de la escasa producción de maíz que obtuvieron el año pasado. Saben que está en peligro el alimento de sus familias.
Si siembran y no tienen fertilizante y, además, no llueve, perderán la semilla y abono, o bien, aunque siembren y llueva, sin el fertilizante no es suficiente; su producción no se logrará y también perderán su semilla y habrán malgastado el poco fertilizante, lo que también es un quebranto económico que afectará a los suyos.
Los tres coinciden en que, si el Gobierno no los apoya con el fertilizante, este año será muy perjudicial para ellos. No podrán garantizar el maíz para todo el año y no tendrán algún sobrante para vender y así hacerse de un poco de recursos para el gasto de sus hogares.
Don Erasmo nos comenta sobre la falta de apoyo del Gobierno hacia los campesinos:
“Nunca ha sido buena la política hacia el campo; las cosas se han puesto más difíciles desde hace como doce años; cada año se abandona más el campo; tengo casi cuarenta años de vivir en este lugar y no hemos recibido apoyo del Gobierno, lo que hemos sembrado y cosechado ha sido por nuestra cuenta.
Hacen falta obras y servicios y, en particular, el apoyo al campo, que es el que nos ayuda para nuestra economía, para nuestro gasto, para la siembra; no tenemos producción en grande, nada más para nuestro abastecimiento, no nos alcanza para vender, para el gasto hasta nos hace falta de lo que cosechamos y tenemos que comprar por aparte.
Ya estamos a mediados de mayo y no hemos podido sembrar por falta de fertilizante y de agua; requerimos que el Gobierno nos apoye con fertilizante para que cuando comience a llover, hoy o mañana, ya podamos comenzar a sembrar, pero ¿con qué?, si no tenemos fertilizante.
El año pasado, por estas fechas, vino un señor a hacer un censo para eso del fertilizante y le dimos toda la información, realizó preguntas sobre la cantidad de hectáreas que sembramos y la cantidad de producto. Nos prometió apoyarnos con el fertilizante necesario para cultivar bien las dos hectáreas y sacar buena producción, pero el año pasado jamás llegó el fertilizante y tampoco ha llegado este año, seguimos en espera”.
Acerca del apoyo gubernamental hacia el campo, que unos reciben y otros no, señala:
“Yo no estoy contemplado dentro del programa Procampo; no lo gestioné por falta de documentos. Todavía no nos hacían las mediciones del terreno parcelario. Ahora, últimamente vinieron unos apoyos, pero, por falta de los certificados parcelarios que no nos entregaban, no nos llegó nada.
Ahorita ya no hay ampliación para inscribirse; ya se cerró. La mayoría de los campesinos de esta comunidad estamos en la misma situación, casi es el total de la gente que no tiene el programa. Si hubiera una nueva lista, sería bueno, inmediatamente nos acercaríamos para no perder ese apoyo, porque no podemos hacerlo particularmente.
En la casa dependemos de la cosecha; mi hijo siembra una hectárea y yo siembro otra, tengo 64 años, todavía sigo trabajando la tierra con un caballito. Donde está la tierra como empastada, tenemos que pagar tractor. El año pasado gasté en eso más de lo que coseché, invertí como tres mil pesos y no saqué ni mil.
Ese dinero ya no se repone, ya está perdido; para volver a pagar tengo que trabajar en otro lado, como jornalero, ayudante de albañil, carpintero, o aquí mismo alquilándome como peón. De ahí es donde hago el ahorro para poder hacer mis gastos de nuevo y, Dios quiera que no nos vaya mal.
En la comunidad hacen falta obras y servicios; aquí tenemos sólo un tramo de camino pavimentado y los coches no pueden transitar. Por el mal estado de los caminos, los carros de alquiler no nos hacen el servicio.
El agua también es muy limitada, nos hace falta completar el material para la toma; ahorita compramos de la pipa que viene de San Pedro, compramos por tambo que nos venden de treinta o cuarenta pesos cuando llegan a pasar por aquí; el manantial ya no alcanza a abastecer, el agua se está acabando”.
Carlos Daniel, campesino de la comunidad de Piequeshimó (nombre otomí que proviene de una variedad de hongo de la región), señala que ya tienen un retraso en la siembra, no cuentan con fertilizante para poder hacerlo y tampoco hay agua. Al preguntarle qué considera que es lo más urgente, comenta:
“El fertilizante; necesitamos que el Gobierno nos apoye con eso para poder sembrar. Hemos acumulado fertilizante orgánico de nuestros animales, la lama, el estiércol para poder sembrar, pero nos alcanza para una parcela pequeña, un surco se lleva dos costales; es muy poco, la verdad. Por eso mismo requerimos que se nos apoye, es muy indispensable, es el sustento de nuestras familias.
Si el Gobierno no apoya, el campesino no va a producir y habrá mayor falta de semilla de alimento; ya hay gente que pasa hambre, mucha gente que no alcanza a comprar las cosas que necesita porque nuestra siembra no produce, ya no la sacamos completa.
La situación será difícil porque tendremos que comprar el maíz y, como campesinos, no tenemos los recursos necesarios; trabajamos al día, en el campo, con los animales, en la siembra. Cada semana tendríamos que gastar arriba de dos mil pesos para cubrir nuestras necesidades. No hay empleos en la zona, tendríamos que irnos a otro lado a buscar trabajo y sacar dinero.
La comunidad de Piequeshimó está aislada, hacen falta muchas obras. Hay algunos servicios como la escuela, pero los caminos están en mal estado, hay mucha necesidad. Es muy necesario que el camino esté pavimentado porque necesitamos estar comunicados con el municipio. Si hay alguna emergencia, algún enfermo, no podemos salir rápido; los niños que vienen de otros lugares a la escuela, en tiempos de lluvia llegan enlodados, algunos de ellos tienen que caminar hasta media hora en condiciones no muy buenas”.
Para Verónica Cruz, la falta de agua y la falta de maíz son dos cosas que complican la vida de los campesinos de la comunidad. La mayoría depende de la cosecha de temporal y la situación se complica aún más por la falta de apoyos:
“Nada más les bajan recursos a los más allegados; por parte del Gobierno bajan los beneficios de manera personal, pero no toda la población se puede beneficiar porque estamos algunos que no contamos con un certificado parcelario y, por ese motivo, por nuestra condición económica, no nos ayudan, sólo gastamos dinero tratando de sacar nuestros documentos y, al final, como no los tenemos, no nos apoyan”.
Don Filiberto tiene una troja con algunas mazorcas de maíz almacenadas; sin embargo, con tristeza comenta que sólo le alcanzará para tres meses como máximo y que si no siembra ahora, “no habrá maíz nuevo para cuando se acabe el que está resguardado”.
Luis Patricio Martínez, activista responsable del trabajo campesino que el Movimiento Antorchista realiza en la zona, señala que en 2021 fue la última vez que el Gobierno mexiquense entregó fertilizante a los campesinos de la región, por lo que ahora la falta de ese apoyo se hace sentir:
“La producción de maíz en las comunidades bajó al cuarenta o cuarenta y dos por ciento; ya no hay otra instancia que apoye a los compañeros campesinos y, obviamente, al no tener el fertilizante suficiente, empiezan a quitarle la dosis a cada planta, le ponen menos y eso perjudica porque no tienen la misma cantidad de nutrientes que necesita”, comentó el activista social.
“La propuesta que tenemos como movimiento es la de juntarnos todos los que estamos en esta situación, hacer los listados correspondientes de los que no fueron inscritos en el programa de Procampo, para que puedan ser tomados en cuenta mediante la gestión de Antorcha ante el Gobierno estatal, que se presente la lucha para su incorporación y reconocimiento, tenemos que comenzar a movilizarnos para ser escuchados”, puntualizó.
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