El que en el 2018 fue el partido más ‘unido’, cuyos integrantes presumían un frente sólido para quitarle el poder al ‘PRIAN’ bajo el cobijo de la sombra de su líder máximo, AMLO, hoy demuestra su verdadera faz. Morena se ha convertido, a vista de todos, en un partido dividido, fracturado y sin una cabeza visible; en Morena todos quieren mandar y, por ende, todos quieren el poder y lo han estado demostrado con una encarnizada lucha entre ellos mismos.
Días antes de iniciar la campaña por las diputaciones federales, se dio a conocer que en el proceso interno de selección de candidatos de Morena se han presentado, nada más y nada menos, que ¡196 impugnaciones! Es decir, hay 196 quejas interpuestas por los propios morenistas que buscaron alguna candidatura y no la obtuvieron, o al menos no la que querían; los inconformes acusaron omisión en la transparencia en el proceso de selección de candidaturas a diputaciones locales y presidencias municipales.
¡Y cómo no! Si la lista de candidatos se definió hasta el final del tiempo establecido; vaya, de último minuto presentaron a sus candidatos a diputados federales, a los locales los siguen cambiando y los plurinominales tampoco están definidos del todo; y qué decir de las alcaldías, sólo unos cuantos han sido presentados y eso que estamos a menos de un mes de iniciar esas campañas.
Pero, ¿por qué tanto problema? Bueno, para empezar, el Comité Estatal de Morena es un desastre gracias a los dos bandos que se pelean el control del partido en la entidad. En una esquina se encuentran los apoyados por el propio gobernador Miguel Barbosa, representado por su hijo predilecto, el diputado local con licencia, Gabriel Biestro Medinilla; en este bando está Mario Bracamonte González, quien era delegado del Comité y que quieren que sea el dirigente estatal. En la otra esquina está el grupo liderado por el senador Alejandro Armenta, quien respalda al que es o era -porque la pugna por la dirigencia sigue- el líder estatal Édgar Garmendia de los Santos y, este a Claudia Rivera, enemiga más que declarada del gobernador.
A Garmendia los mismos morenistas lo acusan de vender encuestas y, posteriormente, las candidaturas, razón por la que el grupo de Mario Bracamonte tomó la sede del partido primero y hasta hizo plantón en el Instituto Electoral del Estado. Este grupo también es el que está impulsando la impugnación de la designación de la candidatura de la alcaldesa con licencia Claudia Rivera, pues aseguran que es Gabriel Biestro quien debe ser el abanderado. Morena vs Morena, Barbosa vs Armenta y Biestro contra Rivera; así están las cosas en Puebla.
Por demás, las candidaturas del actual grupo en el poder resultaron sorprendentes para algunos, pues en ellas hay panistas, priistas y algunos políticos con un pasado bastante turbio, lo que deja de manifiesto que, realmente, Morena no se ha dado a la tarea de formar cuadros propios y ha tenido que ‘reciclar’ a políticos que ya no son del agrado de la ciudadanía; además, muchas de estas candidaturas llegan con la insignia de “imposición”, pues los militantes aseguran que los perfiles no son representativos del partido. Y eso es porque no tienen presencia política verdadera. ¡Hasta Barbosa lo dice!
Hace ya algún tiempo, en una entrevista con Milenio el propio gobernador dijo: “Morena como partido político perdió la oportunidad de consolidarse para ser partido en el poder. Tanto a nivel local como a nivel federal (…) No tiene presencia política en Puebla. No la tiene. No opina. No influye”. Más o menos por las mismas fechas, pero ahora con La Jornada de Oriente, volvió a insistir en eso: “Si Morena continúa en esa ruta de falta de consolidación Morena se va a ir empezando a marginar (…) si Morena se sigue conflictuando a sí mismo, pues Morena se va a empezar a marginar”. Y cual, si Barbosa fuera profeta, así lo estamos viendo, para su mala suerte.
Y qué bueno que Barbosa lo reconoce, más, ojo, no quiere decir que lo vaya a aceptar. Se sabe de su coraje por no lograr colocar como candidato en la capital a Gabriel Biestro, a quien vislumbra como sucesor; también mostró su molestia con los candidatos a diputados federales y hasta los llamó “monstruitos”; a esta altura, podemos esperar cualquier cosa de él, y no precisamente buena.
Morena enfrenta una grave crisis de liderazgo, pues todos quieren mandar y todos quieren ser ‘el ganón’, pero también enfrenta una crisis de confianza, agravada por dos factores: los pésimos resultados de los gobernantes morenistas en Puebla y las peleas de los propios morenistas entre ellos. Por eso, se ve muy difícil que refrende los triunfos del 18 (ni hablar de que no tendrá el efecto AMLO) y esto es algo que nosotros debemos aprovechar. La historia está poniendo en su lugar a Morena y sus pseudopolíticos: la basura. Demos nosotros el último golpe el próximo seis de junio. Quitémosle el lugar que nunca debieron tener.
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