En el mundo y en México, cada día aumenta la pobreza debido a la concentración de la riqueza, dejando a los más desvalidos a su suerte, mientras que la minoría de ricos concentra la riqueza y son quienes viven bien a costa de las carencias y el sufrimiento de la gran mayoría del pueblo pobre. Esto es resultado del sistema actual que impera en el mundo: el capitalismo en su fase superior, el imperialismo.
El capitalismo ya dejó claro que no tiene más que ofrecer, salvo guerras, pobreza y migajas de bienestar.
Veamos datos contundentes. De acuerdo con el Índice de Pobreza Multidimensional, en el mundo hay mil 100 millones de personas que viven en la pobreza extrema, de las cuales el 40 % habita en países en situación de guerra, fragilidad o con escasa paz, según al menos uno de los tres conjuntos de datos más utilizados para medir situaciones de conflicto. Así lo indican el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo y la Iniciativa sobre Pobreza y Desarrollo Humano de Oxford.
Mientras tanto, los más ricos del mundo, de acuerdo con el sitio Fortuna, iniciaron 2025 con la siguiente lista: en primer lugar, Elon Musk, dueño de Tesla, SpaceX y X (antes Twitter); le sigue Jeff Bezos, de Amazon; en el tercer puesto, Larry Ellison, presidente de Oracle; en cuarto lugar, Mark Zuckerberg, de Facebook, y en el quinto, Bernard Arnault, de LVMH, conglomerado que incluye empresas como Louis Vuitton y Dior. Todos poseen una fortuna superior a los 100 mil millones de dólares.
Es decir, la mayoría de los seres humanos carece de lo elemental para vivir, mientras que una minoría de ricos tiene suficiente para alimentar a un país entero. Sin embargo, ante la situación agonizante de las clases trabajadoras, a quienes se les prometió una vida digna con el capitalismo, hoy enfrentan carencias de salud y empleo, pues los trabajadores son despedidos para ser sustituidos por inteligencia artificial.
No hay educación de calidad. Todo esto tiene como resultado que el capitalismo ya no tenga nada que ofrecer a la gente: ni paz ni bienestar, solo una vida de miseria en la que, a costa de la mayoría, unos pocos se hacen cada vez más ricos.
Asimismo, al ser la economía el motor que mueve el mundo, los grandes capitalistas intervienen en la clase política para que gobierne conforme a sus intereses. Tal es el caso del presidente electo de los Estados Unidos, Donald Trump, quien, con sus posicionamientos nacionalistas y su respaldo económico, ataca sin medida a aquellas naciones soberanas, como Cuba, Canadá y México.
Son preocupantes las declaraciones de Trump al pretender romper la soberanía de nuestro país con la justificación de que en México gobierna el narcotráfico y que, por ello, intervendrá para hacer frente a los grupos armados que operan en territorio nacional, dejando de lado la colaboración del gobierno mexicano.
Cualquier persona con pensamiento crítico puede concluir que Trump está anunciando una intervención inminente en nuestro país, con la excusa de que el gobierno no enfrenta a los grupos delictivos y que debe ser “el gran país norteamericano” quien venga a poner orden. A eso se suman sus groseras declaraciones en las que alude a que México debería ser el estado número 52 de los Estados Unidos.
De esto hay que concluir que el capitalismo imperialista estadounidense está en decadencia, y no por error, sino precisamente por sus éxitos, por su crecimiento y por el desarrollo que lleva en sí.
El gran filósofo revolucionario alemán del siglo XIX, Carlos Marx, señaló que el capitalismo tiene la tendencia de producir auges y colapsos cada vez más grandes y profundos y que, a largo plazo, está destinado a destruirse a sí mismo.
Poco a poco, Estados Unidos pretende adueñarse del mundo. No en vano se han desatado guerras en Ucrania, Palestina y África, por mencionar algunos lugares. No es sólo una lucha entre dos países, sino una pugna por el dominio del mundo, pues los capitalistas buscan imponerse a través de la guerra.
Las guerras no son otra cosa que la lucha del capital por adueñarse del mundo, ya que, en esencia, son conflictos económicos. Esto lo hemos visto desde la Primera Guerra Mundial, la Segunda, la Guerra Fría y las “pequeñas” guerras que ocurren en distintas regiones del planeta.
Nosotros, como clase pensante, debemos alertarnos y, lejos de considerar “positiva” la intervención de Estados Unidos en nuestras tierras bajo el argumento de combatir el narcotráfico, debemos entender que se trata de un mero pretexto para invadirnos y apropiarse de nuestros recursos naturales.
No hay un salvador auténtico que rescate de la miseria a millones de pobres, y el capitalismo ya dejó claro que no tiene más que ofrecer, salvo guerras, pobreza y migajas de bienestar. Los mexicanos debemos estar alerta ante cualquier intromisión.
Como mexicanos, debemos defender nuestra soberanía, que durante años costó la sangre y la vida de miles de compatriotas. Tenemos que denunciar los intentos de los poderosos por arrebatárnosla y comprender que el capitalismo sólo puede ofrecer miseria y muerte.
Por ello, es necesario que los pobres entendamos la urgencia de un sistema nuevo, de un mundo multipolar basado en la unidad y la organización de los pueblos.
Desde hace 50 años, el Movimiento Antorchista ha trabajado en esta dirección, organizando y educando políticamente al pueblo pobre y enseñándole que el único camino para cambiar su suerte es la unidad y la lucha de los millones de mexicanos que padecen un sistema que no les garantiza alimento, agua, vivienda digna, salud ni educación, y que, al contrario, los margina y los hace aún más pobres.
Donald Trump pretende intervenir en nuestro país. El capitalismo quiere su riqueza, pero no a los mexicanos. Su objetivo es apoderarse de México y de toda América.
Llamo a mis posibles lectores a sumarse al pueblo organizado en las filas del antorchismo, única organización que ha demostrado su enorme compromiso con quienes menos tienen, que sabe qué hacer y hacia dónde ir, abanderando las causas de los pobres y organizándolos en un genuino movimiento popular para llegar a puerto seguro y transformar nuestro país en una patria libre, más justa, más equitativa y más noble con todos sus hijos.
El pueblo tiene que despertar, educarse y organizarse. Antorcha es la alternativa que México necesita.
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