MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Mal gobierno en Huatabampo, Sonora

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Un ejemplo de los malos gobiernos que tenemos en el país, que por lo ilustrativo de su mala conducta vale la pena mencionar, es el del presidente municipal de Huatabampo, Sonora, el priista Heliodoro Soto Holguín. Apelo a la buena memoria de los antorchistas envueltos en esta historia y sé que no me dejarán mentir al respecto; ya es tiempo, además, de que comprendan quiénes los gobiernan mal y quiénes deben gobernar nuestro país. En cuanto a la opinión pública, por lo menos aquella que opina fundadamente, de seguro recordará las muchas denuncias hechas públicas que sostienen las afirmaciones aquí vertidas, lo que me hace pedir su benevolencia para esta opinión y lectura hasta el fin.

Desde diciembre de 2015, tres meses después de haber protestado como presidente municipal de Huatabampo, los antorchistas plantearon a Soto Holguín un pliego petitorio no sólo esencialmente racional sino, además, propositivo, cosa inusual –hoy una práctica cada vez más frecuente del antorchismo–. ¿En qué consistió la propuesta? En introducir agua potable a la comunidad de Loma de Etchoropo: Antorcha consiguió 6 millones de pesos del presupuesto federal para tal fin, ya etiquetados, es decir, destinados ex profeso por la Cámara de Diputados federal; y los otros seis millones necesarios los pondría el gobierno municipal. La fuerza de los pobres organizados de México le puso el dinero al Heliodoro en la mesa de su oficina, no en bandeja de plata, pero sí como una transferencia federal para que construyera un bien público. No sé qué piense, amable lector, pero si usted fuera presidente municipal y le llegaran así sus gobernados, con esa buena disposición, sin encajarse y empujando para adelante, ¿no le daría gusto y respondería con una mínima voluntad para impulsar el progreso?, ¿no cooperaría usted con ese tipo de ciudadanía? Pues yo también pienso que sí...a menos que el interés de usted fuera impedir el crecimiento de la organización de los más olvidados de su municipio, es decir, a menos que tenga usted el interés político e ideológico de doblegar la voluntad de lucha de su pueblo e impedir el crecimiento de la conciencia popular, con el fin de seguir detentando el poder sin reclamos. En ese caso no haría nada, nada, como nada ha hecho Heliodoro Soto Holguín. Y lo mismo puede decirse del resto del pliego petitorio: se trataba de justas peticiones como transporte público, arreglos de caminos, construcción y ampliación de vivienda; hasta construcción de escuelas en Agiabampo y uniformes deportivos, además de las mencionadas: todo más que justificado (bueno, seamos justos y concedamos que el edil aquí cuestionado ha ordenado el raspado de algunas calles y de campos deportivos, la colocación de algunas lámparas y cierta atención con pipas de agua aunque sea a cuentagotas, entre otras labores mínimas, nada sustanciales, solo mero muñequeo). Vea usted cómo el verdadero interés político e ideológico de gente como Soto Holguín –aunque digan lo contrario– es el de impedir que el pueblo se fortalezca física y espiritualmente, el de disminuir la posibilidad real de que pueda empezar a solucionar sus problemas mediante la lucha social sana y participativa; el interés de gente como Soto Holguín es lograr que el pueblo más pobre viva en condiciones tan infrahumanas –o robotizadas, que para el caso es lo mismo– que no tenga el más mínimo deseo de acudir a practicar política alguna, ni de asistir a ninguna asamblea, ni mucho menos de cooperar económicamente para su lucha.

Con la prisa de la tortuga, medio año ¡medio año! después de esta petición, Soto Holguín contestó a la comisión de ciudadanos que le exigió su respuesta: "vamos a firmar una minuta de compromisos que cumpliré". Eso lo dijo en junio de 2016 jurando como ante una imagen religiosa: "la firmaremos el 1 de julio". ¡Claro que les hizo la grosería de no asistir a la firma! "Tratamiento", "muñequeada", le dicen al engaño vil. Entre menos le resuelvan al pueblo organizado, mejores políticos se consideran. Y se siguió haciendo el que la virgen le habla hasta noviembre del mismo año cuando volvió a prometer: "Mañana, día 29, la firmamos". Siempre mandaba por delante a funcionarios especializados en distraer, de esos que le dejan a uno la sangre helada por su asombrosa capacidad de mentir y jurar que se va a resolver todo, que "ya se ha avanzado" y que "ya nomás falta" uno que otro detalle, que están "preparando el documento para la firma". Por fin, firmó...otro medio año después. ¿Ha escuchado usted decir que el nuestro es un tiempo de decadencia de las clases gobernantes, de pérdida de sus valores? Pues este artículo se escribe a un año y dos meses de que Soto Holguín estampó solemnemente su firma porque no ha vuelto a suceder nada: como el marido espantado: firmó y ni por la pluma volvió, se tapó los oídos y no quiso saber nada de sus compromisos. Así se cumplieron más de dos años sin que se aprovecharan los seis millones de pesos para construir un sistema de agua potable. ¡Un sistemita de agua potable, estimado lector! Desprecio inusitado hacia los esfuerzos populares y sus justos reclamos quizá como nunca había habido en toda la historia de Huatabampo: esa es la divisa verdadera de este gobierno.

Ahora le pregunto, paciente lector, ¿protestaría usted por este trato? Pues a cada revés injusto, a cada incumplimiento, puntualmente los antorchistas hemos denunciado estas maniobras a la opinión pública de Huatabampo y de Sonora hasta el cansancio. Hemos protestado públicamente por las calles, siendo ignorados una y otra vez. Si, por un lado, la clase social a la que pertenece Soto Holguín se envilece a pasos agigantados, por el otro crecen la valía y el orgullo social, la integridad y la dignidad en aquellos que se atreven a protestar y a denunciar. Opuesta a ellos, la soberbia gobierna en Huatabampo, abusa del poder para no actuar, nos cubrió de promesas electorales hasta ahogarnos para que le diéramos vía libre para lograrlo. Y hoy lo volvemos a evidenciar, pero no por tener algo personal contra Soto Holguín, sino porque la actividad política que practica, a fin de cuentas, va contra todo intento de organización popular independiente: es retrógrada.

¿Y así pide el partido que lo postuló el apoyo popular? ¿Quién traicionó a quién, el partido al pueblo o el candidato al partido? En la siguiente votación los huatabampenses no pueden confiar ciegamente. La experiencia de los antorchistas nos indica que este tipo de políticos priistas ha saltado de un partido a otro, ora en uno, ora en otro y finalmente ha ido a refugiarse al Morena. Y en todos ellos su trato a la organización de los pobres de México ha sido la misma: boicotearla. Pero la fortaleza popular es indestructible a pesar de todo, y los avances y logros están a la vista de cualquiera. En el caso que hoy nos atrae, la mera propuesta con seis millones por delante es todo un fenómeno social que pocos pueden presumir.

Lo que Antorcha dice es que este penar del pueblo pobre terminará hasta que él mismo gobierne: de que es posible lograrlo tenemos alentadores ejemplos en los municipios donde los más humildes han gobernado, podemos probarlo, no hablamos sólo teóricamente.

Por lo pronto, Heliodoro Soto envió una vez más a sus funcionarios a torear a Antorcha el pasado jueves 25 de enero y por enésima vez recibimos las mismas promesas de solución: "que ahora sí". Confesamos que las recibimos sin mucho entusiasmo, más bien con un recelo más que justificado como usted puede suponer. Nomás eso sí advertimos: nos han obligado a dos cosas: a tener que protestar con más fuerza llevando el caso de Huatabampo a las calles de Hermosillo, cosa que no queríamos hacer, y a meditar más que de costumbre nuestro voto. A ver...a ver…

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