La pandemia del coronavirus, que ha azotado en varios países del mundo, ha agudizado las llagas de desigualdad social y pobreza que padecía gran parte de la población en el planeta. Se dice que, hasta hoy, existen 500 mil casos de contagio del virus, en alrededor de 193 países. Por ello, según el estudio "Elijamos dignidad, no indigencia" de la Oxfam dio a conocer que 500 millones de personas serán segregas a la pobreza debido a la contingencia del Coronavirus, lo que podría representar el seis o el ocho por ciento del total de la humanidad. Por su parte, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) indicó que hasta 130 millones de personas están en riesgo de sufrir hambre a consecuencia de la pandemia. Este es el panorama mundial, ¿y cómo estamos en México?
En nuestro país la situación no es color de rosa, sino que ha empeorado. Hasta la fecha, de acuerdo con el Coneval -un organismo encargado de evaluar la pobreza-, el 76.7 por ciento de la población, que equivale a las tres cuartas partes de habitantes de la República Mexicana viven en la pobreza; en un estudio de la Oxfam el 1 por ciento más rico tiene más de ocho veces la cantidad de riqueza que 62 millones de habitantes de la nación. Esto es el resultado de la desigualdad de social que prevalece en México y de la inequitativa distribución de la riqueza. Ahora con la pandemia del covid-19 la situación se intensifica y quienes sufrirán más las consecuencias, será las familias más desprotegidas.
Algunos especialistas mexicanos han afirmado que cinco millones de personas más se sumarán a la lista de los pobres, debido a que por la contingencia se perderán 960 mil empleos. Otro aspecto importante que hace que se incremente la pobreza en México, es según Julio Boltvinik, investigador del Colegio de México, se presenta cuando suben los precios de alimentos porque los más pobres utilizan el 50 por ciento de su ingreso en la compra de alimentos. La hambruna también asecha al pueblo mexicano. Sin embargo, estos no son los únicos males que sufre la mayoría de los habitantes de la nación. Aún hay más, la obsesiva austeridad, la ineptitud e inhumanidad de su gobernante, haciendo uso del argumento de que no se puede endeudar el país no ha destinado recursos ni ha creado ningún mecanismo para ayudar que los que menos tienen, durante la cuarentena, a pesar de que sabe de las dificultades por las que atraviesan.
El gobierno de la Cuarta Transformación no ha querido tomar medidas serias para frenar la crisis que se avecina por la pandemia del coronavirus, es más ni ha querido intervenir para controlar la propagación de la enfermedad. A los ciudadanos los bombardea a través de los medios de comunicación con frase famosa "quédate en casa" para mantenerlos enclaustrados en sus hogares y evitar que se expanda el virus. Pero no les garantiza el alimento, mientras dura la contingencia, no decreta que por la pandemia se condonen el pago de los servicios de agua, luz y predial. A los trabajadores de la salud, que se han convertido en verdaderos héroes, no se les brinda los insumos necesarios para que puedan realizar su trabajo de forma eficiente y los hospitales están sin el equipo mínimo para atender a la población, por ello, médicos y enfermeras han salido a protestar y algunos hospitales hasta han colocado anuncios de que ya no cuentan con espacio suficiente para atender a los enfermos del covid-19. Esta es la realidad que padece, en estos momentos, el pueblo de México.
La ineficiencia para gobernar de los funcionarios de la 4T también la padecemos los poblanos, porque hasta el momento no se han aplicado estrategias para hacer frente a la pandemia. Ahora bien, veamos cómo es la vida de los que vivimos en la Sierra Nororiental de Puebla. Por ejemplo, en Zacapoaxtla, el vendedor de frutas y verduras, quien ha reducido su venta a la mitad y utiliza el recurso para mantener a su familia de ocho personas, ahora menos le alcanza para hacerlo. En Teziutlán, la madre soltera que laboraba en la maquila, actualmente se ha quedado sin empleo. En Tlatlauquitec, el conductor de taxi que recorre las calles desiertas en busca de pasajeros, sale con el miedo de contagiarse del virus y con el riesgo de perder su taxi, por no juntar el recurso para hacer sus pagos correspondientes. En Cuetzalan, la artesana que no tiene a quien ofrecerle sus llaveros, aretes, servilleteros y servilletas que las hace a mano con hilo, manta y chaquira, ya no tiene a quien venderle, porque ya no llegan turistas. En Zaragoza, ciudad de paso, la señora que tenía su fondita se comida rápida ha tenido que cerrar las puertas de su negocio, porque sus clientes se han quedado en casa.
Ante esta pandemia y crisis que se avecina, los antorchistas hemos planteado que se debe aplicar un plan de distribución de alimentos por todo el territorio mexicano, que garantice la dotación de los productos básicos a la gente más humilde de comunidades rurales y de colonias populares, que en este momento, están sufriendo por la contingencia, es decir, para que la pobreza no siga lacerando la vida de los más olvidados del país y que se detenga la hambruna que miles de familias están padeciendo a raíz de la cuarentena por la covid-19. Hoy más que nunca los más desprotegidos debemos estar unidos y luchar para que podamos enfrentarnos esta situación. O bien morimos de coronavirus o de hambre.
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