El pasado 5 de abril volvimos a "deleitarnos" los mexicanos con el discurso pronunciado por el presidente de la República, ya tantas veces trillado sobre la realidad que ve él sustentada con sus "propios datos". Con la acostumbrada estrategia; desde las primeras frases les da una salida rápida a los problemas minimizándolos, haciéndolos transitorios y nos advierte que el "Plan Emergente para el Bienestar y el Empleo" es básicamente, el "Plan Nacional de Desarrollo" que se ha estado aplicando desde el inicio de su administración. O sea que no esperemos nada nuevo.
Los mexicanos ya estamos llegando al extremo de sentir nauseas cada vez que el presidente sale a pronunciar un discurso, al carecer de elocuencia, de contenido, de lógica, ¡de sentido común vaya!, tratando de engañar cada vez más descaradamente. Y es que en momentos de crisis, donde la calamidad nos obliga agudizar el intelecto, pasa todo lo contrario con el presidente, repite sus viejas mentiras, como si al repetirlas miles de veces se convirtieran en verdad, o peor aún, pensar que nos creemos todo lo que dice. Lo que esperábamos todos, debido al riesgo que sufrimos, era un plan económico que se corresponda con la realidad para combatir la crisis que vino aparejada con el coronavirus.
Lo que antes era esperanza ya se está convirtiendo en coraje, y no es difícil que de ahí se convierta en rabia. Y no se puede sentir menos que rabia contra este gobierno que al tener la posibilidad de mitigar el hambre de la inmensa mayoría, de los que día con día producen la riqueza de nuestra nación, que le dan soberanía a la patria; se niega a hacerlo por sus mezquinos proyectos electoreros. Porque pudiendo cancelar los "mega proyecto" como el Tren Maya y la refinería de Dos Bocas, siquiera temporalmente, el "todo poderoso" Andrés Manuel López obrador, se niega rotundamente y encima de eso insta a la población a pagar impuestos y servicios en tiempo y forma.
¿A Dónde está el humanismo con que el presidente día a día se llena la boca?, ¿o es qué el humanismo sólo es para Salinas Pliego al otorgarle un contrato de 967 millones de pesos?, ¿a dónde quedó el bienestar del pueblo? Pero este reclamo no es vacío, todos tenemos vecinos, familiares, amigos, conocidos a los que no les ha llegado ningún apoyo. Se manda a los mexicanos a no salir de sus casas, agarrando parejo, y los que día a día trabajan en el empleo informal, o los albañiles, taxistas, y un largo etcétera, ¿y cómo cree el presidente que podrán sobrevivir una cuarentena tan prolongada? El hambre la estamos padeciendo nosotros y los que nos rodean. Pero como López-Gatell y Andrés Manuel ya hicieron cálculos, ya saben cuanta gente va a morir; ya decidieron quien vive y quien muere, ¿no es esa la finalidad de la "Guía Bioética"? A los que no mueran del virus los están condenando a morir de hambre, y encima de eso nos piden que lo hagamos en silencio, para que no perturbemos la solemnidad de la época.
¡Basta de mentiras y frases!, el pueblo, incluso en estas épocas, tiene que exigir que se garantice el alimento, por mínimo que sea, que si algo sabemos hacer los mexicanos es hacer rendir los frijoles y las tortillas. Hay que alzar la voz por los medios que tengamos a nuestro alcance, ya sea por las redes sociales, por peticiones firmadas o en persona si es necesario, la demanda es la más humanitaria posible, el derecho a la alimentación está consagrado en nuestra Carta Magna y su lucha es perfectamente legal. Si no exigimos, si no peleamos en estos momentos, estaremos faltando a nuestro deber con la historia. Porque ya lo dijo el Prometeo de Tréveris hace más de cien años "...la primera premisa de toda existencia humana y también, por tanto, de toda historia, es que los hombres se hallen, para "hacer historia", en condiciones de poder vivir. Ahora bien, para vivir hace falta comer..."
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