La situación por la que atraviesa nuestro país evidencia la fragilidad de la política nacional; desapariciones, narcotráfico, secuestros, pobreza, hambre, feminicidios, violencia, corrupción, inseguridad y un sinnúmero de crímenes que atentan contra los derechos de quienes habitamos esta gran nación. La problemática es real y evidente en cada hogar mexicano, sin que ningún instituto, llámese del color que sea, y ningún personaje de la clase política haya podido hacer frente a la situación. Sin embargo, de esto se han aprovechado personajes autodenominados "de izquierda", como los emanados del Partido de la Revolución Democrática (PRD), quienes han presumido abanderar los intereses del pueblo más desprotegido, pero, en los hechos, no es diferente a los políticos que pertenecen a otros partidos, que sólo velan por los intereses de la clase a la que pertenecen, y que en nada se parece a la de la mayoría de las familias mexicanas.
El partido que se dice de izquierda, ha demostrado que los gobernantes del PRD son, incluso, peores que el resto de los institutos políticos; es una izquierda siniestra la que gobierna la Ciudad de México y el estado de Morelos, los antorchistas podemos dar testimonio de ello. Hace unos días, cientos de granaderos, fuertemente armados, fueron desplegados por órdenes del Jefe de Gobierno, Miguel ángel Mancera; la intención, frenar a más de 40 mil manifestantes que marcharon con la intención de exigir al funcionario obras y servicios para miles de familias capitalinas que viven en situación de pobreza. Al interior de la Asamblea Legislativa se rendía el cuarto informe de actividades de Mancera, mientras, en las calles, sus gobernados encontraban sangre y palos. Su único pecado fue aspirar a una mejor calidad de vida, solicitando la reconstrucción de las viviendas, que la autoridad local mandó demoler para la edificación de una tienda de autoservicio. También demandaron un bachillerato y la ejecución de obras de infraestructura básica; nada que no esté plenamente garantizado en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos.
La misma situación se padece con la administración estatal en Morelos, encabezada por Graco Ramírez Abreu, quien no sólo no atiende las necesidades de miles de familias morelenses; en su lugar, ha propiciado un clima de represión en contra de quienes demandan mejores condiciones de vida. Los antorchistas de aquella entidad solicitan al gobernador acciones que propicien el desarrollo de colonias y comunidades. Sin embargo, desalojos, agresiones y amenazas de muerte han encontrado los agremiados a la Organización de los Pobres para tratar de intimidarlos.
Los políticos perredistas equivocan su postura al instrumentar acciones represivas en contra del pueblo, pues el efecto será opuesto al que esperan; la inconformidad ciudadana será mayor, el movimiento más enérgico y se extenderá hasta el último rincón de nuestro territorio nacional. Estos personajes no deberían olvidar que en varias ocasiones hicieron uso del derecho a la libre manifestación; y hoy son los primeros en pisotear ese derecho, hacen uso de la fuerza pública para desalojar a quienes se atreven a manifestarse, además violentan las garantías inherentes de miles de familias; y eso, el pueblo no lo olvida, tarde o temprano les cobrarán la factura.
No podemos esperar menos de lo que los gobiernos perredistas han demostrado; indolencia, cerrazón, insensibilidad, negligencia, eso no es ninguna novedad; y no se debe esperar nada diferente porque la solución para el pueblo no la ofrecerá una falsa izquierda, la solución para las necesidades del pueblo las resolverá el mismo pueblo. Mientras, y hasta que los pobres conquistemos el poder, no permitiremos que los gobiernos se olviden de nosotros, a donde vayan, a donde volteen encontrarán a un antorchista exigiendo cumplimiento a sus compromisos, estarán en cada calle demandando lo que por derecho nos corresponde, atención a nuestra miseria y a la de nuestras familias; sencillamente porque las leyes y la razón nos favorecen.
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