Después del lamentable suceso que cobró la vida de 53 migrantes en el estado de Texas, que a la fecha es el caso más mortífero de personas en la historia reciente de Estados Unidos (EE. UU.), de los cuales 27 eran mexicanos, 14 hondureños, siete guatemaltecos y dos de El Salvador.
Tras este hecho, al presidente Andrés Manuel López obrador no le quedó más remedio que ir hasta la Casa Blanca a pactar con su homólogo, Joe Biden, medidas para que paliar estas noticias tan lamentables para las familias, pero tan nocivas políticamente para el mandatario del vecino país.
En este contexto del aumento de la migración hacia EE. UU., López Obrador se vio obligado a comprometerse a invertir 1,500 millones de dólares para reforzar aún más su frontera, digo aún más porque si recordamos que el expresidente Donald Trump lo obligó, menos diplomáticamente, a crear un muro humano con la Guardia Nacional para frenar las caravanas de migrantes que comenzaban a generar problemas grabes para su popularidad.
Según datos de la oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de EE. UU. (CBP por sus siglas en inglés), en lo que va del año 2022, al menos 3 millones 53,549 migrantes provenientes de diferentes naciones incluyendo, claro está, México, han sido retenidas en su intento por ingresar a estados unidos.
Así mismo, en el caso de mexicanos detenidos, la misma oficina informa que en los primeros meses del 2022, 560,579 mexicanos buscaron ingresar a Estados Unidos de manera irregular; 35.2 por ciento más que el mismo periodo del 2021. En total, durante el gobierno del presidente López Obrador, entre 2019 y mayo del 22 se han detenido a 714,758 migrantes a lo largo de nuestro país, cifras que año con año han superado los máximos históricos.
Ante estos datos, como se puede sostener el discurso del presidente de reconocimiento para los migrantes que viven en Estados Unidos, de su agradecimiento por las remesas que mandan, si en los hechos se ha encargado (obligado o no) de blindar ambas fronteras, tanto la norte como la sur, primero con la GN, después con tecnología de punta para detectar a los migrantes. Así mismo por su paso por el territorio nacional se les ha intentado detener a toda costa. Hay suficientes casos documentados de los abusos que sufren estas personas tanto por las dependencias, líneas de autobuses, mismos ciudadanos, se han encargado de satanizar y menospreciar a todos ellos.
La pregunta obligada es: ¿Por qué entonces, el presidente sigue con ese discurso? ¿Qué beneficios políticos les traerán a ambos presidentes que se traten de esa manera a todas estas personas? Sabemos que los migrantes no dejan de ser un importante apoyo político, dan a su forma de ver, algo de respetabilidad ante sus conciudadanos, al sentirse protegidos por el presidente, aunque sea en el discurso las familias mexicanas que tienen hijos, padres, hermanos sentirán que el presidente realmente los está apoyando por lo que darán su beneplácito al presidente y por lo tanto su voto.
Solo así se explica el doble actuar del presidente, por un lado agradeciendo públicamente las cantidades cada vez más grandes de dinero que envían a las familias mexicanas y por otro, implementando, cada vez más, medidas para garantizar que el flujo migratorio sea menor y, si es posible, que deje de existir; para muestra ahí está el compromiso que el presidente hizo en la Casa Blanca y que confirma los dichos de Trump con los que ganó su campaña: México, los mexicanos con sus impuestos terminarían de pagar el muro fronterizo, solo que esta vez no es un muro físico, sino que humano y burocrático.
Así, cada día que pasa, el presidente deja más que claro que no sabe gobernar en favor de los mexicanos, que, a diferencia de sus discursos, el actuar de la política mexicana sigue intrínsecamente relacionada con los estados unidos, que aún siguen dictando como se gobierna y para quien se gobierna. Por lo que, si esto es cierto, el gobierno de López Obrador no es de los pobres, sino de los intereses de nuestro vecino del norte.
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