MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Ahí viene el lobo: deportaciones y remesas

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De acuerdo con las cifras oficiales, Obama, como presidente de los Estados Unidos, es el campeón de las deportaciones: deportó a más de 3 millones de inmigrantes indocumentados entre 2009 y 2017, más que cualquier otro presidente en la historia del país; 1 millón 600 mil y 1 millón 500 mil en su primer y segundo mandato, respectivamente (26 de enero de 2025, El Orden Mundial).

Donald Trump deportó un millón 200 mil y Joe Biden 730 mil, según datos del Departamento de Seguridad Nacional (ídem).

Pero si se consideran las devoluciones en la frontera o las repatriaciones gestionadas a través del “título 42” (un mecanismo especial establecido por Donald Trump para impedir la entrada de inmigrantes a través de la frontera con México por razones sanitarias durante la pandemia entre 2020 y 2023), tenemos, en este sentido, que es Joe Biden el presidente que más personas ha expulsado de Estados Unidos; en total, casi 4 millones 600 mil.

No puedo afirmar que en este segundo mandato Donald Trump no cumpla su amenaza de deportar, dijo, a los 15 o 20 millones de inmigrantes, una cifra muy superior a la reportada en los últimos dieciséis años que comprenden los mandatos de Obama, Trump y Biden. Tal acción tiene sus dificultades.

El American Immigration Council estima que el coste sería de al menos 315 mil millones de dólares, equivalente al 5 % del gasto público estadounidense de 2024. Asimismo, la campaña de deportación masiva impactaría duramente en la economía de Estados Unidos, especialmente en el sector de la construcción o la agricultura, donde el 20 % y el 40 % de los trabajadores, respectivamente, no cuentan con una autorización para residir en el país.

Por nacionalidades, los mexicanos son el grupo más numeroso, con el 40 % de los indocumentados. Son alrededor de 12 millones de mexicanos que residen en Estados Unidos.

De esos 12 millones, cerca de 500 mil son hidalguenses y enviaron en remesas a nuestro estado mil 784 millones de dólares en 2024.

México recibió al cierre de 2024 un total de 64 mil 745 millones de dólares por remesas, cifra superior a los 63 mil 313 que se habían contabilizado en 2023, según datos del Banco Central.

Así que, de materializarse las amenazas de deportación, la economía de casi cinco millones de familias mexicanas estará seriamente en riesgo, pues nuestro país es cada día más dependiente de las remesas; y de aplicarse los aranceles, obviamente estará México en un verdadero embrollo, de graves consecuencias para nuestra economía y para millones de familias que seguramente perderán su empleo, pues, como sabemos, Estados Unidos es el principal socio comercial de México.

Ambos fenómenos, remesas y aranceles, son síntomas innegables de debilidad económica y política. Debilidad que no se puede combatir con discursos soporíferos y genuflexiones, sino cambiando la estructura y el modelo económico de México.

A diferencia del primer mandato de Trump, las circunstancias en Estados Unidos han cambiado; el imperio se ha debilitado y ha perdido terreno en el ámbito mundial.

Al interior, también su economía presenta serias dificultades; a ello se debe, en primer lugar, la política arancelaria que está aplicando y la reconversión al proteccionismo de su mercado.

La deuda externa alcanza los niveles más altos (36 billones de dólares, máximo histórico en 2024); su mayor acreedor, a pesar de todo lo que dice Trump, es China.

El abandono del dólar como moneda internacional de cambio por muchos de los países, sobre todo los que integran los Brics, también es muestra de debilitamiento del imperio y una gran amenaza para su economía, pues ahora quedará al descubierto que su dólar no vale lo que dice, que no tiene respaldo en reservas en su banco central, que es dinero fiduciario.

Y para reducir la posibilidad de una crisis financiera sin precedentes, entre estas y otras medidas, también se plantea recortar el gasto público y reducir la burocracia. Esta última medida, ¿no les parece familiar? ¿Recuerdan la famosa austeridad de la 4T?

Así que, al parecer, ahora es mayor el riesgo que corremos de que llegue el lobo hasta nuestra casa.

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