Cuando Andrés Manuel se lanzó por primera vez como candidato a la Presidencia de la República, en 2006, se desató en su contra una feroz campaña mediática que se sintetizaba en la frase "López Obrador es un peligro para México". Se trataba de evitar por cualquier medio la llegada del político tabasqueño a la silla presidencial. Para entonces, López Obrador ya había gobernado durante seis años la Ciudad de México, y había protagonizado confrontaciones estelares con el entonces Presidente, Vicente Fox, lo que proyectó su imagen. Al llegar 2006, las principales fuerzas políticas del país ya estaban organizadas en dos bloques para disputarse la titularidad del poder ejecutivo: los pro AMLO y los anti AMLO, encabezados por Felipe Calderón.
En 2006, la principal oposición al tabasqueño eran los grupos empresariales, quienes temían que la llegada de Obrador a la Presidencia significara la instauración de una dictadura socialista, pues el slogan de Andrés Manuel, "por el bien de todos, primero los pobres", realmente aterrorizaba a los señores del capital. Por eso, en los periódicos, las revistas, los espectaculares, la radio y la televisión, apareció repetidamente el mismo mensaje "López Obrador es un peligro para México". Finalmente, los impulsores de la campaña lograron su objetivo y colocaron a Felipe Calderón en el poder. Dos sexenios después, Andrés Manuel sigue siendo un peligro, solo que han cambiado dos circunstancias esenciales: ya no es candidato, sino Presidente; y ya no es un peligro para los grandes empresarios, sino ahora para los trabajadores. ¿Por qué el gobierno de Andrés Manuel es peligroso para los pobres de México?
El 16 de mayo fueron invitados dos personajes al programa "Despierta con Loret" para debatir el papel del Gobierno Federal ante la contingencia ambiental que vive el país. Por un lado Hernán Gómez Bruera, analista político que se ha presentado en diversos foros como un defensor "crítico" de la Cuarta Transformación; y por el otro Gabriel Quadri, candidato presidencial en las elecciones de 2012 y opositor al gobierno morenista. La contingencia ambiental que se vive ahora, dijo el excandidato, es un fenómeno autoinducido por la incompetencia del gobierno de AMLO: "habría que leer los Planes Nacionales de Desarrollo de gobiernos anteriores, donde, por lo menos en el discurso, había una política clara, una estrategia clara en materia ambiental. Había instrumentos, había objetivos, había metas. Hoy no hay absolutamente nada. De verdad, lean por favor el Plan Nacional de Desarrollo de este gobierno para darse cuenta del problema severísimo en el que estamos metidos. Por falta de criterio, por falta de visión, por falta de análisis, por falta de diagnóstico, por falta de propuestas". Hasta aquí el señor.
Lo que afirma Gabriel Quadri no aplica solo para el tema ambiental, sino para muchos de los principales problemas del país. Para observarlo, podemos revisar tres casos. El primero es el del aeropuerto de Texcoco. Es cierto, sería equivocado decir que ese aeropuerto es uno de los principales problemas de México, pero lo que sí es un problema es el crecimiento económico, que está directamente relacionado con las implicaciones de cancelar el aeropuerto de Texcoco. De buenas a primeras, dando un manotazo sobre la mesa, el Presidente decidió que el proyecto se cancelaba y que se iba a hacer otro en Santa Lucía. Con el tiempo se ventiló que ni siquiera existía un proyecto acabado sobre Santa Lucía, lo que se hizo evidente después, cuando los encargados de su realización mencionaron que los costos se elevarían porque no habían considerado un cerro que está próximo a la base aérea. Parece un chiste.
Algo similar ocurre con un caso más reciente, el de la refinería de Dos Bocas, Tabasco. Desde que estaba en campaña, Obrador había anunciado su intención de construir una refinería en ese lugar, con el objetivo de que México refinara su propio petróleo y produjera sus propias gasolinas. Para ello, en marzo Andrés Manuel invitó a cuatro empresas, "las mejores del mundo", dijo él, para que concursaran en la licitación de esa obra, una de las más importantes del sexenio. Sin embargo, en mayo el tabasqueño anunció que ninguna de esas empresas construiría la refinería, pues "estaban pidiendo mucho", afirmó. Las empresas presupuestaron más de 8 mil millones de dólares y no se comprometieron a terminar la obra para 2022, como lo exigía el Presidente, porque construir algo así requiere un mínimo de cinco años, dijeron. La respuesta de AMLO fue que, entonces, la refinería la harían Pemex y la Secretaría de Energía, y que se construiría con no más de 8 mil millones de dólares, pero que, además, la tendrían lista para mayo del 2022. Ahora resulta que el Gobierno mexicano hará lo que las mejores empresas del mundo dicen que es imposible.
El último tema es el de la inseguridad y la violencia. De todos, este es el problema que más les importa a los mexicanos. A pesar del despliegue de la Guardia Nacional, y de los apoyos económicos que dijo Andrés Manuel que se iban a entregar para alejar a los jóvenes de las filas del crimen, la realidad es que la cantidad de delitos cometidos en los pocos meses que tiene Obrador en el poder no ha dejado de aumentar. De hecho, los números dicen que el periodo enero-mayo de 2019 es el trimestre más violento del que se tiene registro: 8,493 muertos. Los sucesos de Minatitlán y Cuernavaca solo son destellos de una realidad que se vive cotidianamente en todo el país. Es verdad, no se le puede atribuir completamente esta espiral de violencia al gobierno de AMLO, pero sí es él el responsable de combatir este flagelo social, y en eso está fracasando rotundamente.
En conclusión, la Cuarta Transformación se presenta como un gobierno incapaz de resolver los problemas más acuciantes de los mexicanos, y el Presidente, Andrés Manuel, como un incompetente. Y aquí es donde está el verdadero peligro para los pobres de México. Dado que AMLO se presentó como el presidente del pueblo, su fracaso será usado por los grandes empresarios para "demostrar" que aquellos que dicen preocuparse por los pobres son incapaces de gobernar, y que, por lo tanto, los gobiernos de siempre deben continuar, pues al menos, dirán, ellos "sí sabían hacer las cosas", y tendrán razón. Para ser el gobierno de los pobres no basta quererlo, hay que saber hacerlo y entregar resultados concretos; no hacerlo así es desprestigiar la lucha de los trabajadores y darle armas a la derecha. Este es el verdadero peligro que encierra el gobierno de Andrés Manuel para los pobres de México.
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