Ayer, 3 de mayo, fue día de los albañiles, y recordé una deuda especial que tengo con ellos. No sé usted, amable lector, pero yo no puedo concebir la idea de la existencia de toda esa inmensa obra de infraestructura, urbana o no, que nos rodea, protege y resguarda de alguna manera; de todas esas grandes y pequeñas ciudades del mundo, con todos sus impresionantes y relucientes edificios, convertidos en viviendas, oficinas, escuelas, hospitales, espacios de recreación, etcétera, sin la presencia de sus humildes y únicos creadores directos, es decir, sin la presencia de los obreros de la construcción, mejor conocidos como albañiles. Afirmo que, sin la activa fuerza de trabajo de los Albañiles, así se consideren ellos los más insignificantes de la sociedad, nada, ni una sola de las obras, que definen hoy al mundo moderno y civilizado, se levantaría sobre la tierra. Y si lo duda, intente usted crear, como ellos hacen. ¡Salud por todos los albañiles!
Pero si alguien dudara de lo que escribo, influenciado tal vez por el menosprecio que la sociedad capitalista de producción promueve sobre los Albañiles; me permito compartir aquí, extractos de un interesante trabajo muy bien documentado, titulado: "Los gremios de albañiles en España y la Nueva España". Se sabe que el autor, José Antonio Terán Bonilla, es Doctor en Arquitectura por la Universidad Autónoma de México (UNAM), Maestro en Historia del Arte por la misma Universidad, ha sido Secretario de la Sociedad Mexicana de Arquitectos y Restauradores, y coordinador del Seminario de Estudios de Historia del Arte en la Dirección de Estudios Históricos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH). Para destacar el papel, que en la historia han desempeñado los albañiles, el Doctor en Arquitectura, comienza su trabajo afirmando: "Una de las actividades que siempre ha tenido un carácter primordial en la vida cultural y cotidiana de los habitantes de cualquier ciudad o población es la relacionada con la construcción de los diferentes géneros de edificios [...], es por ello que el presente artículo pretende dar a conocer un aspecto de esto, el de cómo funcionaban los gremios de albañiles y arquitectos en España y Nueva España, con la finalidad de comprender el papel que esta institución jugaba en la sociedad de ambos mundos."
Más adelante, el autor hace un extenso recorrido por la historia de los gremios de albañiles, donde sostiene su origen español: "El dato más antiguo que se conoce de los gremios de la construcción en España, procede de la región de Cataluña, concretamente el que se refiere al establecimiento del gremio de canteros y albañiles en Barcelona en el año de 1211." Pero afirma, que fue hasta la época de los Reyes Católicos, cuando se legitimó su existencia, por lo que el primer gremio conocido, oficialmente, fue el de albañiles de la ciudad de Sevilla, en 1527. He aquí, por lo tanto, el antecedente más remoto de la existencia de los albañiles.
No olvidemos que los gremios, durante la Edad Media, fueron asociaciones religiosas que surgieron con la finalidad de reunir a los artesanos de un mismo oficio para proteger su actividad, controlarla, asegurar la buena calidad de la obra, ayudarse mutuamente entre los integrantes del mismo y reglamentar su aprendizaje; además, tenían toda una jerarquización, como aprendices, oficiales y maestros.
En la Nueva España, después de la sangrienta conquista, el trabajo en la construcción tuvo sus variantes; aunque los gremios españoles sirvieron de modelo a los novohispanos, no fueron copia fiel de ellos. Además, los cronistas del siglo XVI como Fray Gerónimo de Mendieta y Fray Bernardino de Sahagún, consignaron en sus escritos que la actividad constructiva, que ya existía mucho antes de su llegada, estaba muy bien organizada, existiendo toda una división de oficios vinculados a ella: "[...] existen otros oficiales de la construcción no considerados artesanos, como eran los tetzonzonque (picapedreros), texima (labradores de piedra), y cuauhxima (carpinteros)". Finalmente, el trabajo que refiero, nos dice que las Ordenanzas del gremio de Albañiles de la ciudad de México fueron redactadas en 1599, las que fueron entregadas al Cabildo para su revisión y se confirmaron por el virrey Conde de Monterrey el 30 de Agosto del mismo año. Hasta aquí los datos que la historia nos da, acerca de los albañiles.
Y ¿Qué nos dicen los datos recientes, acerca de la vida de los albañiles? Para empezar, diré que nadie como ellos, sufre tanto por el abandono oficial de los gobiernos, y por la explotación excesiva, que hacen con ellos todas las empresas de la construcción. Y tanto menosprecio hay del Albañil, que se ignora y desdeña hasta por el INEGI, las míseras condiciones en que sobrevive.
Veamos algunos datos para reflejar mejor lo que digo. Para el año 2014, el INEGI ofreció un panorama de los principales aspectos demográficos, sociales y laborales de las personas ocupadas en actividades de albañilería, después de esto, no se conocen datos más recientes. En este informe del INEGI, se dice que en México los albañiles sumaban 2 millones 419 mil 203 personas, el 4.8 por ciento de la población nacional ocupada; del total, el 0.4 por ciento (8 mil 736) son mujeres. El 73.7 por ciento de los albañiles vive en las ciudades y el 51.4 por ciento son analfabetas o cursaron sólo algún grado de primaria. La jornada de trabajo promedio de un Albañil, es de 45 horas a la semana, pero el 40 por ciento de ellos, labora más de 48 horas semanales, y el 85 por ciento trabaja de manera informal, por lo que carecen de prestaciones sociales, pero el 89.3 por ciento no tiene acceso a ninguna institución de salud. El documento dado a conocer, establece que la mayoría de los albañiles (73.6 por ciento), que reciben un ingreso, ganan no más de tres salarios mínimos por día; mientras que 24.8 por ciento percibe más de tres y hasta cinco salarios mínimos y sólo el 1.6 por ciento más de cinco.
Finalmente, debo decir que los albañiles, como todos los trabajadores en general, productores directos e indirectos de la riqueza social existente, están condenados a la miseria y las privaciones bajo el moderno modo de producción capitalista; este modelo de los ricos, llamado también neoliberalismo o de libre mercado, tiende por condición, a concentrar la riqueza cada vez en pocas manos, despojando siempre a las grandes mayorías. ¿Cuántos albañiles hay, que se acaban la vida construyendo, y no lograron nunca construir su propia vivienda?, ¿por qué ha de ser así, que al obrero se le niegue casi todo aquello de lo que es creador? Urge por esto la organización y defensa solidaria, de todos los trabajadores como los albañiles. Es así, y sólo así, como se cumplirá entonces, el verdadero milagro de la Santa Cruz. Adelante.
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