Es de la opinión pública, el aumento realmente lacerante y progresivo que existe sobre la delincuencia en nuestro país. Las distintas manifestaciones ante este terrible mal, que el pueblo realiza, casi de manera cotidiana, parece ser el único elemento de justicia que nos pueden dar nuestros gobernantes.
Sin embargo, este no es el único elemento que nos atañe y que provoca en gran medida, el descontento de la sociedad mexicana y la inseguridad de estar viviendo en una coyuntura crítica, difícil de vivir y dolosa para los que menos tienen, nuevamente, aunque esto resulta ser, cada vez, menos extraño.
La salud pública, no solo con la pandemia, ha Sido un tema realmente difícil de tratar en nuestros días. El cancelar los elementos públicos que permitían garantizar la atención médica a los más pobres, de ninguna manera, en ninguna forma, podría ser una opción en nuestro país. La pandemia del COVID 19, no solo vino a agravar esta situación, de Por sí difícil, sino a evidenciar la injusta situación de pobreza a la que están sometidos millones de mexicanos. Materiales que se volvieron indispensables como el gel antibacterial, cubrebocas, etc. No estaban al alcance de todo el público, no del pueblo pobre de México.
En cuanto a la Educación se refiere, las cosas no fueron menos desfavorables. Los “intentos” por garantizar una Educación de calidad entre la clase pobre de México no fue sino una sonora carcajada por parte de la SEP y gobierno federal. Se trazaron solo líneas sobre el agua ante una realidad que no era la nuestra, que no existía. ¿Qué clase de cuerpo gobernante renunciaría a los organismos internacionales certificados en medir las competencias intelectuales de los niños y jóvenes de México, contando con un sistema “maravilloso” que garantizaba Educación de calidad en todos los estratos sociales? Uno solo, uno ruin y mentiroso, el que, desgraciadamente, tenemos en nuestro país.
El estar jugando a los mundos irreales, le costó a México años de atraso en un sistema educativo ya de por sí rezagado y endeble. Hoy, las aulas vuelven a abrirse, pero el riesgo sigue latente en los salones de clase, nuestro país ha sido incapaz incluso de poder garantizar la vacunación a los jóvenes de los centros educativos centrales. ¿Qué ocurre en las comunidades?, ¿qué en las zonas más alejadas del país?
Otro golpe certero a la educación fue la supresión del Programa de Escuelas de Tiempo Completo, organismos internacionales incluso, habían avalado la eficacia de éste. Hoy, los padres de familia se ven obligados a buscar otros medios para mantener a sus hijos ocupados en los horarios en los que aún no pueden atenderlos y buscar la forma de garantizar el primero, a veces incluso el único, de los alimentos durante el día.
Al final de una jornada de trabajo, cuando los mexicanos se disponen a conocer los acontecimientos del día a través de los noticieros, la realidad no presta aliento alguno, todas las noticias son similares: asaltos, robos, asesinatos, saqueos y un largo etcétera que pesa como una losa enorme sobre la espalda del pueblo trabajador. ¿Qué le queda a la gente? ¿Permanecer inerte ante la pantalla de televisión que únicamente alumbra su rostro y no así su espíritu?
No existe posibilidad alguna que no sea la organización del pueblo, de la gente pobre que, unida, son como una roca sólida y cohesionada, que no dudará en acertar un golpe certero ante el peor de los enemigos. No existe entonces posibilidad alguna, la única solución, viable, real, científica y en este caso, incluso, humana, es la organización del pueblo, ahora es momento de aplicar el remedio. ¿Quién iniciará con el procedimiento?
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