MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Reubicación de secretarías para engrasar la maquinaria neoliberal

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Son muchas las voces que se han levantado en México criticando lo rapaz del modelo económico neoliberal y la de Antorcha es una de ellas. Esta organización popular argumenta con solidez que una de las razones de la pobreza en que se encuentran más de 100 millones de mexicanos es la injusta distribución de la inmensa riqueza que generamos como la catorceava economía del mundo y que sólo cambiando el modelo neoliberal que nos rige será posible iniciar una transformación radical que saque a los condenados de su miseria.

Ahora que se ha dado un cambio de fuerzas políticas en el poder de nuestra patria y que los números electorales han favorecido incontestablemente a la opción ofrecida por el partido Morena, es necesario saber si las reformas que está proponiendo desde ahora conducen a un cambio de modelo económico o si lo dejarán intacto —y a partir de ya deberemos actuar así, es decir, conforme a lo que están haciendo después de la elección, no a lo que prometieron en campaña, que de esto ya hay suficiente desilusión y quien se encargue de resaltarla.

Nosotros no estamos desilusionados porque nunca nos ilusionamos con las propuestas de Morena, sólo lo lamentamos por quienes confiaron honradamente y prontamente empiezan a sentirse traicionados. Al contrario, Antorcha sostuvo una de las opiniones divergentes de ese partido con la mayor argumentación racional que nadie tuvo. Y desde un principio sostuvimos que ninguna de las reformas propuestas por AMLO antes de las elecciones iba a fondo para cambiar el sistema neoliberal. Señaladamente clara fue esta posición nuestra en particular cuando AMLO —cual moderno pragmático subjetivista, para justificar el enredo mental que presupone la concepción de la corrupción como origen de los males sociales— negó la realidad objetiva de la explotación del trabajador, realidad que es el pilar fundamental de todo el sistema capitalista mundial: nada, simplemente porque él lo afirma —convenientemente a unos días de la elección—, no hay ni explotados ni explotadores.

Así pues, en lo referente a los fundamentos económicos del neoliberalismo, no habrá cambio significativo —si somos subjetivistas consecuentes no es necesario cambiar aquello que no existe. A lo más, el Estado será tomado en próximos meses por el equipo de líderes de Morena, con la aprobación popular y harán cambios administrativos de cierta importancia para controlar mejor los dineros (como los super delegados en cada estado) pero no habrá un cambio de raíz, sólo habrá adecuaciones para hacer más eficiente su trabajo de control. Nada peligroso para los inexistentes explotadores, pues. Ello explica su repentina relación armónica con AMLO, el abandono improvisto en los medios de la sinvergüenzada de calumniar a Maduro y a Venezuela, comparándolos con López Obrador y su república amorosa y, finalmente, la reveladora complacencia de Trump, que viene a ser, seamos claros, el sello de la casa.

Tomando en cuenta lo anterior, la medida tomada de reubicar más de 30 secretarías del gobierno morenista por todo el territorio nacional sólo puede tener como objetivo hacer más eficiente también su control sobre sus respectivos campos de acción. No habiendo cambios sustanciales al modelo de explotación neoliberal, podemos asegurar que mover las secretarías fuera de la CDMX sólo es un ensayo para asegurar el desarrollo del neoliberalismo con menores tropiezos, tanto económica como políticamente, y que está por verse si será una medida económicamente viable y la mejor.

Así, tenemos que hay una correspondencia económica entre algunas secretarías y las regiones a donde van, por ejemplo, en Sonora y Sinaloa está la más poderosa región agrícola (Secretaría de Agricultura). En Tabasco, Campeche y su región está la principal fuente de petróleo (Secretaría de Energía). En Quintana Roo, una pujante región turística que requiere aceitarse con una burocracia efectiva (SecTur). Desde Mérida la Secretaría del Medio Ambiente podrá coordinar mejor la conservación de las selvas y arrecifes, desde luego con un interés más propio de generar plusvalía de origen turístico, que meramente social. SLP es el centro geográfico del país y por ende el nudo ferroviario estratégico, ruta obligada de todo el Sureste y de los puertos de Veracruz, Lázaro Cárdenas y Manzanillo, entre otros, en su camino hacia Texas (SCT). El desarrollo económico del Norte del país, con sus poderosísimas minas es mucho más cierto que el del Sureste y requiere que la Secretaría de Economía esté más a la mano: en Monterrey.

La ubicación de las otras tiene una correspondencia política, por ejemplo, Sedesol va a Oaxaca, desde donde podrá destinar sus sedantes programas de administración del caos a la región Sureste, la más atrasada, a diferencia del Norte. De la misma forma hay que pensar con la reubicación de la Secretaría de Salud a Guerrero: las zonas del país con la pobreza más espantosa deberán higienizarse prioritariamente para el buen desempeño de la clase trabajadora nacional. La del Trabajo caerá bajo la custodia e influencia directa de la derecha más recalcitrante (Guanajuato): hay que reforzar el control sobre los obreros y empleados con la mano más dura. Una situación similar veo con la Secretaría de la Función Pública: asentada en Querétaro, la vigilancia del gasto público federal tendrá el cobijo de otro reducto de la derecha más cavernícola y, al mismo tiempo, la mejor complacencia consigo misma: la moral de la nación será dictada desde el feudo del férreo conservador.

Para donde se mueva el monstruo neoliberal, aplasta inocentes. Es de por sí evidente que una redistribución tal de la función política gubernamental sólo vendrá a dificultar a los sectores más débiles y desprotegidos sus gestiones para resolver sus demandas de todo tipo, mediatas e inmediatas. Así, aquellos grupos populares, digamos de Chiapas, que tengan débil o nula estructura nacional, tendrán muchos problemas para exigir cumplimiento a acuerdos y programas gubernamentales en Hidalgo o en Sonora. Los pobres de México tienen que comprender a la brevedad posible este problema y resolverlo de inmediato acrecentando sus fuerzas nacionales y, hasta el momento, sólo existe una organización popular que esté en posibilidades de satisfacer esta necesidad política de los más olvidados. Una de dos: una, el fortalecimiento de Antorcha, que es ahora una cuestión de mera sobrevivencia para millones de pobres; dos, tarde o temprano, ser aplastados.

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