MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Productores de sorgo en Guanajuato, en riesgo de irse a la quiebra

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Desde el siglo XVIII, al territorio que comprendía el Bajío se le conocía como “El Granero “de la Nueva España, por su alta producción de cereales y su distribución en buena parte del territorio novohispano.

Al prosperar las minas del estado y ocuparse un número creciente de mineros, aumentó también la ganadería y  el consumo de cereales para alimento humano, así como el forraje de animales.

Además de las riquezas generadas por la agricultura y la minería, pronto emergieron centros manufactureros muy diversificados, donde se producían, con lana de sus ganados, cobijas, jorongos, cobertores y otras prendas de vestir. Lo mismo se tejía algodón para mantas que se confeccionaban vestidos. Hasta el día de hoy, Guanajuato es una región de suma importancia para la economía mexicana.

El Bajío destaca por ser el principal generador de alimentos como sorgo, trigo, maíz, cebada, frijol, aguacate, chile, tomate, plátano y café. Pero no sólo se producen vegetales, frutas y granos; además, se ha convertido en un clúster automotriz y aeroespacial que ha permitido que nuestro país esté ubicado como el octavo ensamblador de automotores a nivel mundial.

                                                                           

Volviendo a la cuestión agrícola, el sorgo, que se cultiva en grandes proporciones en el estado, es una gramínea que crece en la época de primavera-verano y en tiempos normales produce un alto rendimiento de forraje: se producen alrededor de 30 toneladas por hectárea y su cultivo se perfila como el más rentable por encima del resto.

Los estados que más siembran sorgo son Guanajuato, Sinaloa y Tamaulipas y la producción promedio anual es de 2 millones 300 mil toneladas. 

Sin embargo, este año, alrededor de 25 mil agricultores de sorgo en Guanajuato caerán en quiebra por los bajos precios que se están pagando por su producto, de acuerdo con información proporcionada por el presidente del Sistema de Producción de Sorgo en el estado, Joaquín Ramírez. Este adelantó además que posiblemente aquellos se queden con su producción, pues los compradores todavía tienen existencia del año pasado.

Este año, alrededor de 25 mil agricultores de sorgo en Guanajuato caerán en quiebra por los bajos precios que se están pagando por su producto ante el nulo apoyo del Gobierno de AMLO.

Los productores se quejan del nulo apoyo por parte del Gobierno federal y del raquítico apoyo por parte del Gobierno del estado que, en el mejor de los casos, ha brindado apoyos por 4 mil pesos, mientras que los gastos de producción son superiores a los 35 mil pesos por hectárea. 

La falta de lluvias, a pesar de que se utiliza agua de pozos, provoca que los rendimientos sean muy bajos, y estén entre 6 y 8 toneladas por hectárea. El problema será que se abaratará el producto y los productores no cuentan con espacios para almacenar, además de que deben pagar los créditos obtenidos.

De no pagar, los productores tendrán que pagar altos intereses por los préstamos recibidos. Hablamos de más de 50 mil hectáreas y más de 25 mil productores los que están en riesgo de irse a la ruina.

En nuestro país, se empieza a hacer costumbre que en los los tres niveles de gobierno se actúe con “envidia política”; con desprecio y sin respuesta a las demandas de aquellos ciudadanos que  no son del mismo partido político.

A ello hay que sumarle que desde el 2020, el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador eliminó los programas de apoyos a los productores, que servían como una protección contra la caída de precios y representaban un incentivo para la administración de riesgos. Estaban orientados a proteger el ingreso de los productores, y al eliminarlos no les importó que se afectara la producción agrícola del país y se llevara a la quiebra a miles de campesinos.

No hay duda: el gobierno de Morena le ha dado la espalda al campo mexicano, a pesar de que su apoyo era una de las principales promesas de campaña.

La mentada “política de austeridad republicana” —que ha permitido el incremento nunca visto de la corrupción de funcionarios federales— y la política de compra de conciencias a través de los “programas de ayuda monetaria” no terminarán con la pobreza y, por el contrario, están provocando que cada año más familias carezcan del recurso económico para satisfacer sus necesidades básicas.

Por todo lo anterior, la educación y la organización del pueblo trabajador son hoy más necesarias que nunca. 

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