De acuerdo con investigadores de la UNAM y la Universidad de Guadalajara, Jalisco ha sido, durante décadas, el principal productor de leche en México, con una participación del 20 % de la producción total del país.
Este logro ha sido posible gracias al trabajo de más de 16 mil familias que generan aproximadamente 150 mil empleos, principalmente en la región de Los Altos de Jalisco, que contribuye con más del 60 % de la producción estatal.
El pueblo trabajador del campo debe entender que la 4T no es la solución, sino un nuevo neoliberalismo disfrazado de Gobierno para los pobres.
Un estudio de la UNAM revela que en los años noventa, el incremento en la oferta de leche en Los Altos de Jalisco comenzó a ser un problema. La demanda de leche por parte de la agroindustria, especialmente la pasteurización, es más estable, pero los pequeños productores enfrentan dificultades para encontrar compradores, y a menudo, reciben precios muy bajos por su producto.
Además, a diferencia de otros países donde los subsidios impulsan la producción y reducen los precios, los productores mexicanos reciben poco apoyo, lo que les impide competir en un mercado global altamente subsidiado, particularmente con los Estados Unidos.
Los pequeños productores de Lagos de Moreno reconocen que el problema no es nuevo, pero denuncian que las políticas del actual Gobierno federal han acelerado la crisis. A diferencia de sexenios anteriores, ahora sólo reciben mínimos apoyos, como unos cuantos bultos de fertilizante.
El Gobierno morenista ha dejado a los lecheros a su suerte, mientras respalda las importaciones. Liconsa y otras empresas, con el apoyo del presidente López Obrador, están comprando grandes cantidades de leche en polvo de Estados Unidos, convirtiendo a México en su principal mercado, según datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos.
Sin embargo, estos ahorros no benefician a los consumidores, ya que el precio de la leche sigue siendo elevado en tiendas y supermercados.
En Los Altos de Jalisco, los ganaderos están en quiebra, y muchos tiran la leche debido a la falta de recursos para transportarla. Paradójicamente, el 40 % de la población mexicana no consume lácteos porque no puede costear la canasta básica. Los productores entienden que la solución pasa por una organización colectiva, una visión empresarial y el apoyo gubernamental, pero están decepcionados por las promesas incumplidas de la 4T y las políticas que Claudia Sheinbaum dará continuidad.
El pueblo trabajador del campo debe entender que la 4T no es la solución, sino un nuevo neoliberalismo disfrazado de Gobierno para los pobres. Su verdadero propósito es fortalecer los intereses geopolíticos del imperialismo norteamericano, mientras el país sigue atrapado en la pobreza y la quiebra de sectores clave como el lechero.
Lo que se necesita es una economía planificada que regule la producción de acuerdo con las necesidades del pueblo, garantizando una alimentación saludable para todos los mexicanos.
El Gobierno debe destinar recursos suficientes, no sólo dádivas, sino subsidios y mecanismos que incentiven realmente la producción agropecuaria, fortaleciendo a los productores locales y garantizando un futuro próspero para todos.
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