Cuando se dieron a conocer los resultados electorales en Jalisco, se inició una pugna entre Movimiento Ciudadano (MC), que actualmente gobierna el estado, y Morena, que continúa hasta el día de hoy con diferentes manifestaciones, desde agresiones a los órganos electorales estatales hasta denostaciones públicas entre ambos bandos.
Esta situación no se limita a las cúpulas de ambos partidos, sino que tiene alcance hasta sus bases partidarias. Así está la tierra del mariachi, confrontados unos con otros, defendiéndose entre ellos, pero no defendiendo a sus iguales.
La pugna entre Morena y MC en Jalisco parece una lucha por el poder, pero en el fondo, los perjudicados siempre son los más desprotegidos del estado.
¿A qué me refiero con iguales? Veamos. En Jalisco, solo el 27 % de su población es "no pobre y no vulnerable", es decir, 2 millones 263 mil 300 personas no tienen carencias de ningún tipo; son los que no tienen por qué mortificarse todos los días por lo que van a comer.
En contraste, el 73 %, que son 6 millones 305 mil 904 jaliscienses, padece alguna carencia social, son vulnerables por ingresos o tienen algún tipo de pobreza (normal, moderada o extrema), según el "Informe anual sobre la situación de pobreza y rezago social 2023" que emite la Secretaría de Bienestar federal. Ya tenemos a los auténticos dos bandos: los que pertenecen al 27 % y los que pertenecen al 73 % de la población estatal.
Volvemos a encontrar los dos linajes a los que se refería Miguel de Cervantes, que son el tener y el no tener. El cómputo electoral en el estado, a la fecha, ubica al poder ejecutivo en manos de MC y al poder legislativo en manos de Morena, con una aplastante mayoría.
Las circunstancias cambiaron, y este equilibrio debiera alegrarnos a todos. No habría una omnipotencia de dominio, y eso permitiría un trabajo vigilado con buenas cosechas para los más desprotegidos de esta patria.
Sin embargo, la experiencia nacional, no sólo de ahora, sino de varias décadas, nos dice que las cosas no ocurren de la mejor manera, ya que cada grupo político representa sus intereses particulares y sobre esa dirección se desenvuelven en la labor pública en turno.
Aún no entran en funciones los grupos políticos que resultaron triunfantes en la gubernatura (MC) y en el congreso del estado (Morena), pero ya se atisba, por declaraciones de los representantes estatales de ambos, por un lado, Pablo Lemus y por el otro Claudia Delgadillo, el desenlace preocupante que puede tener este enfrentamiento.
De entrada, el nulo entendimiento cordial que se han manifestado uno a otro, pero lo más preocupante es la amenaza velada del grupo político mayoritario en el poder legislativo estatal, Morena, ya que han manifestado "que serán los que tendrán la soberanía para decidir el presupuesto del estado" (sic).
¿Bajo qué criterio decidirán? ¿Sólo en perjuicio de Pablo Lemus, lo que implicaría afectar a cientos de ciudadanos? El presupuesto de los 125 municipios de Jalisco está en la zozobra por una disputa de dominio.
Pareciera que la disputa es frontal y sólo tiene alcance individual, pero las declaraciones de guerra sin cuartel tienen repercusiones de gran trascendencia para la vida de millones de mexicanos en un estado determinado.
No se trata sólo de un "Pablo Lemus vs. Claudia Delgadillo", sino que están arrastrando a más de 8 millones de habitantes, principalmente a los más desprotegidos, que como vimos al principio padecen de muchos males que siguen sin resolverse.
¿Hacia dónde pueden dirigirse los miles de millones de pesos destinados para el estado? Recordemos que es uno de los presupuestos más grandes del país.
Ejemplos sobran; pueden dirigirse a un segundo caso de corrupción como el de Segalmex, a una nueva casa gris para un hijo de AMLO o a incrementar la fortuna de Manuel Bartlett.
Pero no sólo se trata de la aprobación del presupuesto; la disputa va más allá. Se están ensayando elecciones ad hoc a los intereses del ejecutivo federal, y si en la primera prueba no resulta, vuelven a intentarlo hasta obtener el resultado deseado. No hay acción que dañe más nuestra ya de por sí frágil democracia mexicana.
Volvemos a ver que los únicos perjudicados en esta disputa son los jaliscienses que padecen carencias sociales de algún tipo, aquellos que se reflejan en la estadística de pobreza del estado.
¿Y a todo esto qué hacer?
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