MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Política de abrazos y no balazos, baño de sangre para México

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Con las masacres de los Sacerdotes Jesuitas en Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, se evidencia aún más que la política de seguridad de abrazos y no balazos es un verdadero fracaso, un crimen de lesa humanidad del presidente Andrés Manuel López Obrador y de sus focas aplaudidoras. Tarde o temprano tendrán que rendir cuentas ante la sociedad y la justicia.

De acuerdo con las autoridades de Chihuahua, fueron dos hechos violentos los que se registraron el pasado lunes 20 de junio en Cerocahui; el primero, el secuestro de cuatro turistas y el segundo, el asesinato de un guía de turistas y dos sacerdotes al interior de una iglesia,  cuyos cuerpos se los llevaron en una camioneta y se encontraban en calidad de desaparecidos hasta que el 23 de junio la gobernadora, María Eugenia Campos, quien se trasladó al lugar de los hechos  informó, mediante un video, que los restos humanos de las tres personas fueron reconocidos mediante la pruebas forenses en inmediaciones de la comunidad indígena  de Cerocahui.

Los jesuitas alertaron que hechos de violencia como los ocurridos en la víspera “no son aislados” y que en la Sierra Tarahumara como en otras regiones el país, “enfrentan condiciones de violencia y olvido que no han sido revertidas”, Agregaron que “todos los días hombres y mujeres son privados arbitrariamente de la vida”, como ocurrió con los sacerdotes jesuitas, situación que revela “el dolor que vive nuestro pueblo por la violencia imperante”.

“Los jesuitas de México no callaremos ante la realidad que lacera a toda la sociedad. Seguiremos presentes y trabajando por la misión de justicia, reconciliación y paz, a través de nuestras obras pastorales, educativas y sociales. Al denunciar lo ocurrido hacemos notar también el dolor que vive nuestro pueblo por la violencia imperante y nos solidarizamos con tantas personas que padecen esta misma situación, sin que su sufrimiento suscite empatía y atención pública”.

El provincial de los jesuitas, Luis Gerardo Mora Madrid escribió: “Bienaventurados los que buscan la paz y la justicia en medio de tanta muerte y crimen que se vive en el país. El Señor suscita apóstoles del mismo calibre, condenamos públicamente está tragedia y exigiremos una pronta investigación para las comunidades” 

Por su parte, la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) condenó los hechos violentos y el homicidio de los sacerdotes jesuitas, Javier Campos Morales y Joaquín Cesar Mora Salazar. Escribió en su cuenta de Twitter: “En medio de tanta muerte y crimen que se vive en el país, condenamos públicamente esta tragedia y exigimos una pronta investigación y seguridad para la comunidad y todos los sacerdotes del país”. 

El Papa Francisco, desde El Vaticano, expresó su consternación por el asesinato de los dos sacerdotes jesuitas y criticó la violencia que impera en México; “expreso también mi dolor y tristeza por el asesinato el otro día, de dos religiosos hermanos míos jesuitas y un laico, cuántos asesinatos en México, estoy cercano con el afecto y la oración a la comunidad católica afectada por esta tragedia, una vez más repito, que la violencia no resuelve los problemas, sino que crece el sufrimiento inútil”.

El presunto asesino es Noriel Portillo, “El Chueco”, un hombre joven que en las autoridades de diferentes gobiernos lo han señalado como autor de diferentes hechos violentos. Según han reconocido autoridades forestales, durante cuatro o cinco años no permitió la deforestación en la región que controla con su grupo armado, perteneciente al cartel de Sinaloa, pero nadie lo ha detenido. Eso, a pesar de que él se mueve con total libertad en la zona, protegido y amparado en la política de seguridad del presidente de “abrazos y no balazos”.

Por su parte, el presidente Andrés Manuel López Obrador aseveró en la mañanera del miércoles que la política de seguridad en su gobierno no va a cambiar, ni siquiera por la muerte de los sacerdotes jesuitas. 

Repitió su trillado discurso de que el pueblo es el único que puede cambiar la estrategia y aseveró que “el presidente fue electo para cambiar el enfoque de seguridad de gobiernos que le antecedieron”, aseguró que “no va a caer en las campañas de desprestigio y continuará buscando las causas que originan la violencia, en lugar de enfrentar la violencia con violencia”.

Nuevamente su discurso corroído y falso de culpar a Felipe Calderón de sus fracasos en seguridad, según él, por lo podrido de la política calderonista, de la corrupción e impunidad y misteriosamente se lo olvidó que fue el Gobierno de Enrique Peña Nieto al que sucedió en la administración, evidenciándose el pacto de impunidad, que dicen los que saben, existe entre las dos administraciones Peña-Amlo.

Según AMLO, la política de seguridad de abrazos y no balazos se basa en el ataque frontal a las causas y no a los efectos que generan la violencia, pero solo se limita a sus programas asistencialistas de transferencias monetaria, como “Jóvenes Contrayendo el Futuro”, “Sembrando Vida”, Becas Benito Juárez, apoyo a los adultos mayores, todos están plagados de deficiencias y corrupción, no están combatiendo la pobreza y miseria que azota a nuestra ya lastimada Patria. No hay empleo para todos, no hay mejores salarios, no se están cobrando los impuestos de manera progresiva, que pague más quien más ingresos tiene y finalmente una reorientación del gasto social, o sea, que se invierta en servicios, como agua potable y drenaje, vivienda, escuelas, hospitales, vías de comunicación etc., solo así y de manera gradual, se puede abatir el rezago económico que impera en nuestro país. 

La verdadera tragedia que vive México es una bofetada en la cara al presidente y su 4T, pero por terquedad enferma, ¿Cuántos mexicanos más tendrán que ser asesinados, descuartizados, desaparecidos, desplazados, secuestrados, robados, etc.?, a pesar de que la realidad está exigiendo un cambio en la política de seguridad, el autismo político lo tiene postrado ante el crimen organizado, que incluso hay gente conocedora que afirma que estamos ante un narco Estado.    

El baño de sangre que ahoga a nuestro país, solo se puede y debe detener si el pueblo se educa y organiza, no solo para la lucha electoral, si no para implementar una verdadera trasformación, desarrollando el sistema capitalista hasta su máxima capacidad, con un mejor reparto de la riqueza nacional que erradique pobreza, disminuya la brecha entre pobres y ricos y todos como un solo hombre construir una patria progresista, justa y generosa para todos.    

 

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