Tomando prestada la expresión de la popular melodía que interpretó Pedro Infante que quiso decir, con mayor intención y riesgo, deberá impulsarse la organización del pueblo trabajador para defender sus intereses y hasta su patria entera. Sin exageraciones, con toda seriedad y realismo, sostengo que la existencia de los mexicanos se va a complicar muy pronto. Por varias razones relacionadas con la situación nacional y con la internacional, pero, por lo pronto, por el vencimiento de la fecha anunciada para su ejecución, ya que el nuevo presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asume su cargo el 20 de enero y, ha declarado que un día después empezará a expulsar a miles de inmigrantes ilegales y como nuestro país tiene allá muchos de ellos, por esa dura amenaza que ya no tarda en cumplirse, en esta ocasión me ocuparé solamente de este aspecto, del agravamiento de los problemas de los trabajadores mexicanos.
Ocupándose de la inminencia y gravedad de los hechos anunciados, una nota de ocho columnas del importante diario Washington Post del domingo 5 de enero, estuvo ilustrada con una fotografía del centro histórico de la ciudad de Morelia, tomada desde una fuente de la Plaza Melchor Ocampo en la que unos niños juegan con el agua que brota del suelo. Es un reportaje sobre el obligado regreso de muchos migrantes al estado de Michoacán y al país entero. “A lo largo de las décadas, se ha desarrollado todo un ecosistema en torno a los migrantes irregulares de México y otros países. No sólo se han vuelto fundamentales para sectores de la economía estadounidense, como la agricultura y la construcción, sino que se han convertido en un motor de desarrollo y una red de seguridad social para las aldeas de su país de origen… Los mexicanos esperan con nerviosismo una operación estadounidense que podría cambiar todo eso”.
Tiene razón esta vez el diario norteamericano. Muchas noticias sobre el tema ponen el énfasis en una supuesta o real antipatía de Donald Trump hacia los mexicanos, pero los sentimientos o inclinaciones personales del presidente de Estados Unidos, no son relevantes para explicar lo que está a punto de suceder, no es cuestión ni de filias ni de fobias, se trata de decisiones de Estado necesarias e inaplazables. Estados Unidos es un país formado por migrantes, los recibió por millones en la famosa Ellis Island frente a las costas de Nueva York a un costado de la más famosa todavía, estatua de la libertad. Los recibió mientras los necesitó y los empleadores tuvieron empleo para ellos, pero, desde esos lejanos tiempos, mucha agua ha corrido bajo los puentes y, sobre todo, en los últimos años en los que, como consecuencia de la maquinización acelerada y la consecuente reducción en la contratación de trabajadores, ha caído, como lo analizó visionariamente Carlos Marx, la tasa de ganancia.
No para ahí la reducción de las contrataciones. Siempre en pos de la máxima ganancia y aprovechando la libre circulación de las mercancías y los capitales que le impuso al mundo Ronald Reagan (amafiado con Margaret Tatcher) con el llamado neoliberalismo, los capitales emigraron masivamente de Estados Unidos buscando aprovechar mano de obra más barata en otras partes del mundo. La consecuente desindustrialización y sus lóbregos paisajes, se enseñorearon en Detroit, Pittsburgh, Búfalo y en otras grandes ciudades norteamericanas que en la catedral del capital semejan ya grandes cementerios. And last, but not least, debe tomarse muy en cuenta el imponente y avasallador crecimiento de la producción de mercancías en China, productos cuyo precio ha hecho añicos la competencia norteamericana.
“El nivel de bancarrotas empresariales en Estados Unidos alcanzó el número más alto en 14 años… Entre otras bancarrotas importantes de 2024, destacó la del fabricante de productos de almacenamiento de alimentos Tupperware, la de la cadena de restaurantes Red Lobster, la de la aerolínea Spirit Airlines y la del minorista de cosméticos Avon Products. En total, al menos 686 compañías se declararon en quiebra en 2024 en Estados Unidos, 8 por ciento más que en 2023 y más que en cualquier otro año desde 2010.” (La Jornada, 9 de enero de 2025).
Ya no se necesita la cantidad de mano de obra que antes se demandaba, no sólo eso, existen sobrantes inmensos que la estadística oculta, pero la calle enseña. “En las últimas semanas y meses, Phoenix, Louisville, Tulsa, Spokane, Washington y Santa Mónica, California, informaron acerca de grandes aumentos en sus poblaciones de personas sin hogar. Muchas jurisdicciones como la ciudad de Nueva York y Los Ángeles, han elaborado planes agresivos para albergar a las personas sin hogar, pero la escasez de viviendas asequibles, opciones de tratamiento de salud mental y abuso de sustancias ha frustrado muchos de esos esfuerzos, dicen los expertos. Los campamentos de tiendas de campaña se han convertido en los símbolos más visibles de la crisis de las personas sin hogar en muchos centros urbanos.” (WP, 23 de mayo de 2023).
Así que la situación en Estados Unidos, la bancarrota del modo de producción capitalista, es objetiva y muy grave. Estoy convencido, como muchas otras personas, de que pronto, muy pronto, miles de mexicanos que han estado trabajando en el vecino país del norte, han formado a su familia allá y han estado enviando remesas para sostener a los que se han quedado acá, van a retornar al país en condiciones extremadamente difíciles. Muchos tendrán que hacinarse con familiares al no tener vivienda propia ni estar en condiciones de rentar alguna, estarán sin trabajo y, por tanto, sin ingresos, sin servicios de salud, sus hijos sin escuela y no tendrán ni siquiera una credencial del Instituto Nacional Electoral para identificarse e inscribirse en algún programa de ayuda.
Las autoridades mexicanas han declarado que apoyarán con abogados y gestiones de los consulados a las familias amenazadas de expulsión, lo reconozco y aprecio, pero, realistamente, creo que no podrán ni evitarse ni frenarse siquiera las expulsiones masivas. La presidenta Claudia Sheinbaum, ha sido muy enfática y contundente, afirmó que nadie se burla de los migrantes mexicanos que radican en Estados Unidos, ya que son de los más trabajadores del mundo, por lo que sentenció: "¡A México se le respeta!". Eso está muy bien, pero no debe pasarse por alto que los mexicanos expulsados van a necesitar urgentemente vivienda con agua, drenaje y electricidad, trabajo digno cerca de sus lugares de origen, salud para ellos y para sus hijos, educación en varios niveles y para todo eso se necesitan acciones contundentes y mucho dinero.
Es posible que existan funcionarios públicos preocupados que se apliquen a la solución inmediata de los problemas de los trabajadores recién llegados que son, como dijo la presidenta, “de los más trabajadores del mundo”, pero también es perfectamente posible que se repitan las ya muy conocidas explicaciones de que no hay recursos y a la gente se le deje abandonada a su suerte. Precisamente por eso, porque va a haber un aumento enorme de las necesidades sociales de obras y servicios, será necesario, será indispensable que el pueblo trabajador conserve, amplíe y fortalezca su organización independiente en todos aquellos lugares en los que ya la tenga y, en donde no exista, la funde y expanda con urgencia. La experiencia milenaria de los que crean la riqueza, en México y en el mundo, les ha enseñado que nadie va a hacer por el pueblo nada, absolutamente nada que no haga el pueblo mismo, que la defensa del pueblo tiene que ser obra del pueblo. Ahora, amigos, compañeros, más adrede lo hemos de hacer. Y pronto. No hay otra alternativa.
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