La mayoría de los sinaloenses padece, como casi todos los habitantes del país, una suma de carencias que difícilmente puede exagerarse si decimos que es, hoy, inmensa. La primera de ellas es la ausencia del derecho de vivir en paz.
Ni bien se quiere sentir la normalidad, cuando la tranquilidad es hecha añicos una, y otra, y otra vez, aparentemente sólo a causa de los grupos criminales que se siguen disputando la “plaza”.
Las cifras de desempleados por la violencia en los últimos cinco meses en la ciudad de Culiacán asciende a 25 mil personas, según Martha Reyes, dirigente de la Coparmex en Sinaloa.
En el fondo, el problema es más complejo; el narcotráfico es un negocio impulsado desde los Estados Unidos por gente muy poderosa. ¿O acaso las grandes cantidades de fentanilo que se distribuyen en aquel país caen del cielo?
¿Cómo se puede matar a 100 mil estadounidenses al año sin que el país más vigilado del mundo detecte las redes de distribución de la droga asesina? Sin duda hay quienes se enriquecen ahora, y desde hace muchos años, con el contrabando de estupefacientes.
En seguida está la falta del derecho al trabajo. Las cifras de desempleados por la violencia en los últimos cinco meses en la ciudad de Culiacán, por ejemplo, asciende a 25 mil, según Martha Reyes, dirigente de la Coparmex en Sinaloa.
Hay quienes no han sido despedidos, pero al ser recortados los horarios de funcionamiento de los negocios en los que trabajan, ven disminuidos sus ingresos y tiemblan ante la amenaza de irse a la calle si la empresa quiebra.
Asimismo, abundan las tiendas y restaurantes que se fueron a pique; se ven cortinas de acero empolvadas de no abrirse desde hace semanas por doquier; varios corredores comerciales lucen desiertos y zonas antes concurridas donde los culiacanenses acostumbraban pasearse ahora, prematuramente, están abandonados.
Hay que recordar que esta nueva oleada de desempleo se viene a sumar a la crisis estructural de la economía mexicana, que tiene a más de la mitad de la población trabajando en empleos informales. Llueve donde hay lodo.
Las necesidades de los agricultores no son menores. Llevan ya tres años consecutivos de problemas para comercializar sus cosechas, gracias a que el gobierno mexicano, desde los años de López Obrador, desapareció la Agencia de Servicios a la Comercialización y Desarrollo de Mercados Agropecuarios (Aserca) y, con ella, la promoción desde el gobierno de la agricultura por contrato, dejando en la indefensión casi absoluta a los productores pequeños y medianos, que se las han visto duras para poder vender a partir del funeral de Aserca.
El gobierno federal ha tratado de amortiguar la crisis pagando pequeñas cantidades de dinero por tonelada de maíz para así completar el precio del mercado; sin embargo, son muchas las quejas de los productores respecto a la fluidez de los pagos.
El año pasado se veía muy seguido a los maiceros y trigueros por los bajos del Palacio de Gobierno del estado protestando por la falta de estos. Y aun hoy la prensa reporta que hay quienes no han recibido el prometido apoyo del año 2024 y que ya hoy se inscribe a los nuevos productores que recibirán el apoyo en 2025.
La sequía extrema es otra de las amenazas para la producción agrícola y no agrícola que deberemos enfrentar en los próximos meses, pues, según el geofísico Juan Espinoza Luna:
“El impacto de esta sequía no solo afectará el acceso al agua potable, sino también la producción agrícola y el suministro eléctrico, ya que Sinaloa depende de hidroeléctricas y termoeléctricas. Ante la posibilidad de cortes de luz por la baja disponibilidad de agua en las presas (…) llegaremos a mayo con severas limitaciones de servicios de agua en general, lo cual veremos reflejado en cortes intermitentes, tandeos” (Luz Noticias, 17 de febrero de 2025).
A las carencias que ya tiene el sinaloense promedio habrá que añadirle las que se generen en el futuro próximo. Me refiero a la imposición de aranceles a las exportaciones mexicanas por parte del gobierno de Donald Trump y a la expulsión de cientos de miles de migrantes que trabajan en el país que preside.
Casi el 100 % del tomate sinaloense se exporta a los Estados Unidos:
“El principal destino de las exportaciones mexicanas de tomate es Estados Unidos, que absorbe el 99.8 % del total, seguido por Canadá y Japón, de acuerdo con Trade Data Monitor.” (Revista Espejo, 13 de junio de 2024).
Sinaloa es el mayor productor de tomate en México, ya que aporta el 22 % de todo lo que se produce del fruto (ídem).
¿Cuánta gente quedará desempleada si se deja de la noche a la mañana de comprar nuestro producto en la economía estadounidense por la elevación artificial de su precio? No lo sabemos, pero sin duda el daño sería grande.
Respecto a las deportaciones, en el año 2000, según el investigador de la UAS, Renato Pintor, había unos 330 mil sinaloenses en los Estados Unidos. Para 2020 Sinaloa ocupaba el lugar número trece nacional por mayor emigración al extranjero (Noroeste, 26 de abril de 2021).
Es de esperar, entonces, que la cifra sea de muchos sinaloenses más en aquel país. ¿Cuántos de nuestros compatriotas serán expulsados? No lo sabemos, pero los que sean seguramente engrosarán las listas de desempleados o empleados informales de nuestro país, que, como vemos, ya forman un ejército de decenas de millones de subempleados.
Las cosas no están nada bien. Y van a empeorar, según las señales que estamos viendo. Pero el gobierno que encabeza Claudia Sheinbaum está tratando de tapar el sol con un dedo.
Los turiferarios de la Presidencia, como Marcelo Ebrard, quieren que las acciones de claro sometimiento de nuestro gobierno sean vistas como maniobras audaces, si no geniales, de la primera mandataria, cuando en realidad representan obediencia servil a las demandas del arrogante imperialismo estadounidense.
Riadas de dinero se destinan a cumplir los caprichos de Trump, descobijando a no sé cuántos mexicanos que de alguna manera podrían ser atendidos con ese presupuesto. Se están creando grandes boquetes en el presupuesto público que solo Dios sabe cómo pagarán, eso sí, principalmente los trabajadores.
Cada vez se hace más evidente la inoperancia del gobierno mexicano como protector de los intereses de las mayorías y su carácter de servidor de los intereses empresariales de los ricos de México y el mundo. Pero ¿quién le explica esto al pueblo?, ¿quién lo organiza y educa? Morena sólo trata de endulzarle el oído diciéndole que todo está bien.
Es, pues, tarea de todos los que conformamos las filas del Movimiento Antorchista Nacional crecer para tomar las riendas del país, encabezar a todos los humildes de nuestra patria para luchar y exigir un México más seguro, más equitativo y más justo para todos.
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