Los adictos a la 4T se aferran con la fe de un kamikaze a defender al morenismo aún a costa del sentido común, componer las perogrulladas presidenciales y autocolocarse como adalides del progresismo.Piensan que todas las críticas a López Obrador son expresiones de la derecha y extrema derecha.Una simplificación burda: si la derecha critica al presidente, en automático éste se convierte en un representante de la izquierda más consecuente.Razonamiento falso: es perfectamente posible una disensión entre dos sectores del conservadurismo.
Esto no es nuevo: en Estados Unidos, por ejemplo, la diferencia entre los demócratas y los republicanos en no pocas veces parece diluirse.Y en México, el priismo se ha dividido y ha parido otros partidos (PRD, Morena) por estas mismas razones.No aludimos a una apreciación, es la conclusión de los hechos.Ya no solamente por la excesiva religiosidad en varios pasajes de la oratoria lopezobradorista, sino en su incansable afán por la concentración del poder en una sola persona: el Estado soy yo, y sin embargo, un Estado cada vez más desnutrido en presupuesto en varios rubros de la asistencia social.Pero también hay una brutal ineficiencia económica: no es excesivamente estatista, pero no logra tampoco que la iniciativa privada se desarrolle plenamente; los expertos en materia económica han concluido que la recesión mucho antes del lastre provocado por la pandemia- fue producida por esa perorata radical que inhibió las inversiones en el país, un efecto más de la concentración del presidente para tomar decisiones y desdeñar las opiniones de sus secretarios de estado.
Un populismo milenarista de derecha que ha eliminado de un tajo todos los pequeños apoyos que paliaban la miseria de millones.Su combate a la pobreza se centra en magnas obras inviables según varios estudios serios- y en el asistencialismo de corte priista.Este mismo que fue incapaz de sacar a la gente de la pobreza durante su instrumentación en sexenios pasados.Su obstinación se explica por sus miras electorales.Le apuestan a conservar el poder mediante la manipulación que ofrecen estos programas.Al mismo tiempo, nos revelan que conciben al pueblo como un medio para alcanzar ambiciones personales.Aunque el presidente infatigablemente lo niegue, en varios sectores de Morena esto es lo permanente.Su elección interna para nombrar a su líder nacional nos muestra palmariamente que esto es cierto.
Por ello, la palabrería, la repetición vomitiva de que todo cambio, aunque aumenten los sectores que se inconforman; varios de ellos, por cierto, la mayoría, no son oposiciones conservadoras.Por ejemplo, la comunidad científica que alzó la voz ante el conato cavernícola de extinguir los recursos de apoyo a la investigación; o los artistas y cineastas que, más que nunca (y eso es mucho decir), quedarán en el abandono.La justificación de que esa forma de gobernar tiene una orientación a combatir la corrupción ya no funciona.Nos queda claro que la UIF es más una oficina de prensa que de investigación seria.A Santiago Nieto le queda más el papel de propagandista que de fiscal imparcial.Una institución que sirve para amedrentar a los que lo critican, a los que señalan el fracaso gubernamental.En Puebla se vale del gobierno malogrado de Barbosa para que fabrique delitos y encarcele a los líderes sociales.
Y el denuedo proyectado en las monótonas mañaneras no es el mismo para reactivar en serio la economía, el empleo y combatir la pobreza.Repetir que ya salimos de la crisis económica no sirve, aquí el verbo no es hecho.Ha dejado de disimular: habla para sus seguidores, no para toda la población.Le importa más cuidar la imagen para el 2021 que proponerse gobernar.Los damnificados (que ya somos multitud) de la 4T debemos cerrar filas, en torno a un pacto democrático y concluir: si por votos llegó esta calamidad populista, por votos se tiene que ir.Y dejar constancia de la lección: la participación de la gente en política debe ser permanente.No restringirse a votar y olvidarse.Al presidente le repugna la organización ciudadana al margen de figuras políticas redentoras y por algo será, pero, hoy más que nunca, este debe ser el futuro de la política en nuestro país.
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