No es la primera vez que me refiero al tema, dado que comparto la idea de aquellos que sostienen, que las tradiciones, bajo determinadas circunstancias manipuladas por las clases sociales dominantes, terminan siendo solo costumbres. Pienso además, que la costumbre, a diferencia de la tradición, no es por naturaleza un acto razonado, sino la simple repetición continua y machacona de una serie de actos de la misma especie, que con el tiempo terminan por constituir la manera de obrar y de razonar de una persona o de un grupo muy amplio de personas. Sostengo también que, por la misma costumbre, un puñado de poderosos potentados ha podido someter a naciones enteras, con tanta mansedumbre y sumisión, que se condena con esto, incluso la vida de generaciones enteras.
Y conforme al título de este trabajo, hoy me refiero aquí a la tradición, convertida ahora en costumbre entre casi todos los gobiernos de todo el País, de emular el famosísimo Grito de Dolores, pronunciado por Don Miguel Hidalgo y Costilla, entre el 15 y 16 de septiembre de 1810, en el pueblo de Dolores, Guanajuato. Este histórico día, el cura Hidalgo, - a diferencia del ambiente festivo y manipulador del discurso de algunos malos gobiernos que ahora acostumbran "dar el grito" -, luego de una encendida arenga patriótica, dirigida a los humildes pobladores que se reunieron al toque de las campanas de la parroquia de Dolores, inició, junto con ellos, la marcha del pueblo pobre que fue origen formal de lo que hoy conocemos como la Guerra de Independencia de México; este importante acontecimiento que duró cerca de once años y que pretendió poner fin al dominio español en los territorios de lo que entonces se conocía como la Nueva España, es lo que llevó a algunos historiadores a afirmar, que con este hecho, el pueblo humilde y trabajador, guiado por Don Miguel Hidalgo fueron los que nos dieron la patria que hoy disfrutamos todos los mexicanos ¿Qué patria nos dan ahora los gobiernos de todos los niveles, luego de intentar - como simple costumbre - emular el grito de Dolores a cada año? Lo dije hace tiempo y hoy sólo lo repito: "panem et circenses" (pan y juegos del circo), esta frase se dice en la Sátira X del poeta romano Juvenal, misma que hace referencia a la práctica romana de proveer trigo gratis - o pan - a los ciudadanos romanos, así como costosas representaciones circenses (de circo) y otras formas de entretenimiento como medio para ganar poder político a través del populismo.
Pero por otro lado, habría que ver el contenido de las arengas con las que ahora, los gobernantes, nos quieren venir a entusiasmar patrióticamente. Hace tiempo leí dos libros del reconocido historiador, escritor, investigador y académico mexicano Carlos Herrejón Peredo: "Hidalgo, razones de la insurgencia y biografía documental" y "Versiones del Grito de Dolores y algo más". En estas obras, haciendo acopio de datos obtenidos de distintas biografías y notas de quienes, según se dice, vivieron de cerca el movimiento de independencia, se dan algunas versiones de lo que pudiera haber contenido la arenga del cura Hidalgo; de esta manera, se le atribuye a autores como Manuel Abad y Queipo la arenga: "¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡Viva Fernando VII y muera el mal gobierno!"; a Diego de Bringas: "¡Viva la América!, ¡Viva Fernando VII!, ¡Muera la religión y mueran los gachupines!"; a Juan Aldama: "¡Viva Fernando VII!, ¡Viva América!, ¡Viva la religión y muera el mal gobierno!"; a Servando Teresa de Mier: "¡Viva Fernando VII y la virgen de Guadalupe!"; y finalmente a Lucas Alamán: "¡Viva la religión!, ¡Viva nuestra madre santísima de Guadalupe!, ¡Viva Fernando VII!, ¡Viva la América y muera el mal gobierno!" Como podemos ver, en todas estas versiones de arengas atribuidas a Hidalgo, los "¡vivas!" siempre fueron para la religión católica, para el continente Americano y para Fernando VII, y los "¡mueras!" fueron para los gachupines y el mal gobierno. ¿Cuántos de los actuales gobiernos, podrían arengar al pueblo gritando: ¡mueran los malos gobiernos!? Yo creo que muy pocos.
Este tema cobra mucha importancia ahora, cuando menos en Colima, por los recientes resultados del pasado proceso electoral, donde quedó de manifiesto el hartazgo social del pueblo hacia todos los gobiernos municipales. No olvidemos que alcaldes como Héctor Insúa, Yulenny Cortéz y Horacio Mancilla, pretendieron reelegirse creyendo que la memoria de sus gobernados no repararía en los malos resultados de sus gobiernos. Estos, más todo el resto de los alcaldes derrotados en todo el estado, se disponen, como curas inmaculados de su parroquia, a dar el famoso grito de Dolores en cada una de sus alcaldías, arengando a sus gobernados a gritar vivas a los héroes de la Independencia, buscando a propósito, con verbenas y espectáculos (panem et circenses), que el pueblo se olvide de los malos gobiernos que representaron.
Tradición y no costumbre, es lo que el pueblo debe rescatar, defender y promover en cada fecha memorable, que nos recuerde la verdadera esencia de las gestas patrióticas que enaltecen la lucha de clases. Hidalgo, los conspiradores patriotas y los insurgentes tienen ya un lugar en la memoria histórica del pueblo mexicano; pero mucho más se necesita decir de los verdaderos héroes de la patria, de aquellos hombres y mujeres - muchos aún esclavos -, de los trabajadores del campo, que en harapos, con herramientas y aperos de labranza, constituyeron el primer ejército de hombres hartos del sometimiento y la injusticia social, para ir a morir libres y por su voluntad, en los campos de batalla contra la clase dominante de su época. ¿Cuánto rencor generó en el pueblo maltratado, los años de explotación y martirio a que los sometieron los malos gobiernos de la clase dominante de entonces? Según historiadores, esto se supo 13 días después del grito, el 28 de septiembre de 1810 con la toma a sangre y fuego, de la Alhóndiga de Granaditas, en Guanajuato, fortaleza y símbolo del poderío del mal gobierno español. El pueblo pobre y trabajador, ha sido siempre y será, el verdadero héroe nacional al que le debemos la patria que hoy tenemos. Ojalá esto nunca se olvide.
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