Los constantes apagones en diversas ciudades del país, dejando recientemente sin energía eléctrica a poblaciones de Coahuila, tal como ha sucedido en otras partes, anuncian la debacle del sistema eléctrico bajo el mando del promotor de la llamada cuarta transformación, Andrés Manuel López Obrador, representándole un nuevo fracaso en su accidentado mandato, donde también hicieron crisis la seguridad, la salud y la erradicación de la pobreza.
Se trata de estigmas que llevará en la piel el mandatario mexicano, mismas que le estará heredando a su elegida para seguir mandando desde lo “oscurito”, en lo que se puede considerar el inicio de un gobierno repleto de problemas, que serán difíciles de resolver porque mantienen a México en la penumbra de la inseguridad y la enfermedad sobradas.
Dijeron en principio que venían a solucionar los grandes conflictos que se tenían en México, pero lejos de ello los han aumentado.
Dijeron en principio que venían a solucionar los grandes conflictos que se tenían en México, pero lejos de ello los han aumentado, y sobra decir que hay mayor corrupción, incremento de la miseria, desempleo, criminalidad impune, mujeres y hombres muriendo por no contar con sus medicamentos, anexando ahora la falta de energía eléctrica, que no sólo causa problemas para poder alumbrar los hogares mexicanos, sino que conlleva otros problemas de graves consecuencias.
El refrigerador de quienes guardan ahí sus pocos medicamentos para curar la diabetes y otros problemas de salud, los alimentos, todo, se echa a perder, se va al cesto de la basura y hay que volverlos a adquirir, lo que ocasiona un gasto exagerado en la ya de por sí endeble economía de la gente.
Diría el señor mandatario de esta nación que se trata solo de algunos apagones insignificantes, pero si se pone a revisar el grave daño que se causa a sus compatriotas, principalmente en los estados donde hay mayor intensidad de calor, se daría cuenta de que interrumpir la energía eléctrica es un abierto atentado a los mexicanos.
Es evidente que una vez llegando Claudia Sheinbaum al poder, tendrá que hacer maromas para justificar los apagones y para impulsar una serie de medidas contrarias a lo que hizo su mentor en materia energética.
El periodista Alejo Sánchez Cano retrata perfectamente esta situación al advertir que en el peor momento para la 4T, la demanda de electricidad superó la oferta que ofrece la Comisión Federal de Electricidad, cuyo titular, Manuel Bartlett, se casó con la idea de arrebatarle al capital privado su injerencia en la generación del fluido eléctrico a través de energías limpias o sustentables.
A unos cuantos días de celebradas las elecciones, les hace cortocircuito todo el sistema eléctrico nacional causando pérdidas millonarias a la industria y en general al país. Lo más grave es que con declaraciones que soslayan el problema de fondo o culpando al pasado, no se subsanará el desabasto.
Existen algunas plantas construidas por empresas que no están conectadas al sistema eléctrico nacional y que ahora que nos alcanzó el destino, se tendrán que tragar sus palabras AMLO, Bartlett y el Cenace para interconectarlas y con ello paliar el problema, mientras los calores amainan y comienzan las lluvias.
El Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) es el organismo que regula el flujo eléctrico y mantiene el equilibrio entre la oferta y la demanda y ahora se declara en alerta máxima, y así estarán por lo menos hasta que termine el sexenio para evitar que los apagones no se generalicen en todo el país.
Fueron casi seis años de tirar el dinero público en obras faraónicas y no atender la creciente demanda energética con un plan estratégico que permitiera modelos de participación público-privados y con ello conjurar la amenaza de los apagones.
Es evidente que eso de derrochar el presupuesto en ocurrencias al final del día solo ha causado tragedias, dolor, muerte y contracción económica, pero eso qué importa si vamos “requetebién” y la elección sólo significó un mero “trámite”.
La bandera de la nacionalización y la soberanía de la 4T ha colocado al país en un brete y ante un problema mayúsculo que no sólo arrastra a Pemex y a la CFE, sino a todo México, y ello es un reflejo de la ineptitud de los actuales gobernantes.
La soberanía energética pregonada por la 4T resultó un petardo que sólo sirvió para convencer a los ilusos, ya que ni fue soberanía, porque aún se depende de la compra de gasolinas en el extranjero, ni se construyeron las suficientes plantas eléctricas para atender la demanda nacional.
En esta administración se ha dado una persecución contra los inversionistas y empresarios que le apostaron a invertir en el país con la instalación de plantas generadoras de electricidad con energías limpias.
Lo cierto es que México ya no está en condiciones de seguridad tal como se había anunciado por la 4T, menos han generado las condiciones de salud aptas para toda la población y mucho menos invirtieron para que todos los mexicanos tengan agua, luz, ni educación ni esperanza para caminar hacia el buen futuro.
Se podría decir que la nueva mandataria mexicana estará heredando una nación en franca decadencia, con sobrados conflictos que muy pronto la llevarán a entender que lejos de haber recibido una bendición, recibió la maldición de tratar de tapar el sol con un dedo.
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