Una noticia que, aunque no sorprenda, debería alarmar a todos los mexicanos es el grave problema de sobrepeso infantil. Datos oficiales señalan que México tiene la mayor tasa de obesidad infantil a nivel mundial, afectando a más de 16 millones de niños y adolescentes entre cinco y diecinueve años.
Aunque esta situación no es nueva, se ha ido agravando con el tiempo y con las condiciones económicas que viven muchas familias.
Una sopa instantánea llena más que una manzana, aun cuando ambos productos tienen el mismo precio.
Sorprendentemente, la pobreza en el país es uno de los principales factores detrás de este problema, ya que los mexicanos carecen de una dieta balanceada, no por falta de interés, sino por las limitaciones económicas que enfrentan. Se suele comprar lo que “alcanza”, priorizando alimentos que llenen el estómago en lugar de los que aporten nutrientes.
Un estudio de la Universidad de Oxford, titulado Los desiertos alimentarios y las causas de la desigualdad nutricional, revela que en sectores de bajos ingresos la obesidad es común, ya que el ingreso influye directamente en lo que se consume: los alimentos nutritivos suelen ser caros o no están disponibles en estos entornos.
En México, este fenómeno se manifiesta de forma similar. Muchas familias que sobreviven con el ingreso mínimo, cuando lo tienen, optan por alimentos que simplemente sacian el hambre, dejando en segundo plano la nutrición.
Entre 1990 y 2023, la obesidad y el sobrepeso infantil aumentaron un 120 % en el país, según el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef). En la Ciudad de México, aproximadamente seiscientos mil niños y adolescentes padecen diabetes mellitus, de los cuales unos 72 mil tienen diabetes tipo 2, de acuerdo con datos de la Secretaría de Salud local.
La Organización Mundial de la Salud estima que, cada hora, veintisiete mexicanos mueren por enfermedades relacionadas con la obesidad. La Secretaría de Salud señala además que Baja California se encuentra entre los estados con mayor índice de obesidad infantil. La obesidad también se sitúa entre las principales causas de muerte por problemas de salud en esta región.
La reciente medida de la presidenta, que prohíbe nuevamente la venta de comida chatarra en las escuelas de nivel básico, no aborda la raíz del problema.
Millones de niños llegan con el estómago vacío a las aulas porque en sus hogares no hay comida suficiente o porque sus padres trabajan desde tempranas horas.
El problema no radica en qué se venda o no en las escuelas, sino en la necesidad de políticas que garanticen el acceso a una buena alimentación para todas las familias. Políticas como las escuelas de tiempo completo, eliminadas en la pasada administración, habrían ofrecido al menos dos comidas diarias a los pequeños.
Los datos son alarmantes. Algunos podrían pensar que los niños son obesos por decisión propia, pero ¿cuántas veces una sopa instantánea llena más que una manzana, siendo ambos productos de precio similar?
Urgen políticas alimentarias que no se limiten a recomendaciones, sino que se traduzcan en acciones que aseguren las condiciones para una buena alimentación.
Antorcha ha abogado por garantizar a todos los mexicanos un empleo bien remunerado, escuelas con infraestructura y educación de calidad, inversión en salud y una distribución justa de la riqueza en servicios e infraestructura. Combatir la pobreza es clave no sólo para erradicar la obesidad en la infancia, sino para mejorar la vida de toda la sociedad.
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