La popularidad del Presidente de la República va en picada, según sus apoyadores oficiosos llegó a tener cerca del 80% de aprobación y otros más oficiosos llegaron a decir que hasta el 90%. Ahora, a casi seis meses de gobierno, ha ido cayendo su popularidad como lo muestran las últimas encuestas a un 54%, sin descontar las encuestas "a modo" que también hacen lo suyo. Lo cierto es que ya hay un consenso de aprobación en el último porcentaje, que a medida que avancen sus decisiones erráticas, seguirá descendiendo en los siguientes días.
La inseguridad, la violencia, el nulo crecimiento económico y la actualización inminente de una crisis pronosticada por las calificadoras y organismos financieros internacionales, son algunos de los factores que explican la gran decepción hacia el gobierno Lopezobradorista.
Según datos actualizados de incidencia delictiva del Sistema Nacional de Seguridad Pública, el porcentaje de homicidios intencionales, registrado de diciembre de 2018 a febrero de 2019, supera en 48% a la del trimestre inicial de Peña Nieto, en 150% al primer trimestre de Felipe Calderón, y en 73% al de Vicente Fox. Por su parte, el ejecutómetro del diario Reforma sostiene que la inseguridad y la muerte por violencia avanzan a un ritmo promedio de 50 víctimas por día, lo que da un total acumulado de más de 10 mil 500 víctimas en lo que va del sexenio.
Agreguemos a estos porcentajes que el propio presidente de la República con su campaña de odio permanente contra colectivos e individuos, ha contribuido al incremento de la violencia por la vía del discurso calumnioso e infundado, al exponer al desprecio público a quienes considera "oponentes" a sus políticas, o "enemigos suyos", como fue el caso, reseñado por la revista Siempre, del líder de los opositores de la termoeléctrica de Huexca en Morelos, Samir Flores, a quien días antes de ser asesinado, el mandatario calificó en público como "radicales de izquierda", los tildó de "conservadores", y de "negarse al desarrollo", por impedir la construcción de los ductos de gas de dicho proyecto; otro ejemplo es lo que ocurrió con el líder de San Juan Tahitic, Leonel Díaz Urbano, quien también fue asesinado en su casa ubicada en Zacapoaxtla, Puebla, hasta donde se sabe, por oponerse a la realización de otra empresa generadora de electricidad. Los dos activistas quedaron en una situación de alta vulnerabilidad en su integridad personal, vulnerable de por si dada su pobreza, después de semejante descalificación, pronunciada por el presidente de la República en contra de quienes se defienden, con razón o sin ella, de la intromisión en la vida de sus comunidades y de un uso unilateralmente impuesto de sus recursos hídricos.
El mandatario, todos los días y ante cualquier oportunidad, descalifica y ataca sin pruebas ni sustento alguno a personas y organizaciones, en una campaña permanente de odio ciego e irracional abusando de la más alta tribuna del país, la presidencia de la República, sin que los pobres "mortales", o acusados por él, puedan ser oídos en defensa por alguna autoridad competente para ello. De esa magnitud son las repercusiones de los ataques mediáticos del primer mandatario en contra de los ciudadanos que tienen el derecho a organizarse y defender colectivamente una causa legítima. Así acomete López Obrador contra sus "imaginarios enemigos", elegidos por él sin saber cómo ni por qué, un día tras otro para destruir el tejido social y hacer polvo la Ley de leyes, siendo él quien debería respetarla, en primerísimo lugar, pues para ello juró cumplirla.
El pasado 24 de mayo, otra vez despotricó contra la "Antorcha Mundial", en la Plaza Fundadores de San Luís Potosí, pero la realidad económica es terca y aunque el presidente siga infamando a unos mexicanos y mal predisponiendo a otros en contra de aquellos, e infringe la Ley, los indicadores financieros siguen señalando que de haber crecimiento, éste no rebasaría el 1.5 % anual, que la economía retrocedió 0.2% en el primer trimestre económico de este año, llamado ya, "el peor trimestre económico" en los últimos tres lustros, han aumentado los índices de desempleo por los recortes en las dependencias federales, no hay obra pública en ningún lado y la industria de la construcción está en retroceso, no hay medicinas ni atención médica en el sistema de salud, los bosques se incendian, la contaminación sigue sin control, y los programas sociales solo sirven para la demagogia presidencial que raya en el más burdo clientelismo electorero que no se respalda en resultados de gobierno reales y efectivos, sino solo en la más descarada y masiva compra de votos, nunca antes vista.
Y lo peor de todo es que las cosas no seguirán igual, empeorarán conforme persista el presidente en decisiones basadas en su ya conocido "analfabetismo económico", con el que insiste y profundiza en sus errores y necedades, como los recortes presupuestales sin considerar los daños humanos, al igual que sus continuas campañas de odio ciego e infundado que repetirá, ad infinitum, para justificar su mal gobierno y los desastres que ya estamos viviendo.
Señor presidente, sus palabras y acciones tienen un costo en vidas humanas, que no se le olvide.
0 Comentarios:
Dejar un Comentario