Hoy se produce más riqueza que en ningún otro momento en la historia de la humanidad, eso lo hace el neoliberalismo o economía de libre mercado, misma que ha resultado muy buena para producir riqueza pero muy mala para repartirla equitativamente entre todos los que la crean, la prueba irrefutable es la profunda desigualdad económica y social entre los trabajadores y los dueños del capital industrial mercantil o financiero; como prueba irrefutable ahí está la pobreza presente en todas partes, siendo ésta, la madre que pare todos los males sociales que hoy agobian a nuestro país y los sonorenses todos los días somos víctimas de las consecuencias provocadas por este fenómeno social.
¿A quién le corresponde reducir la abismal brecha entre los que no tienen nada y los que tienen todo? Al poder estatal, pero hasta ahora no ha hecho nada, o muy poco, para resolver este grave problema. Por eso, desde que nacimos, hace 45 años, no somos una organización que lucha contra las personas, sino que lucha contra el modelo económico neoliberal que lleva 36 años lacerando a la población mexicana. Durante este peregrinar diario por décadas, hemos exigido a los gobiernos a través de la gestoría que se reparta la riqueza social generada por todos, construyéndose obras y servicios sociales para los sectores que menos tienen; el pueblo organizado en Antorcha sabe que lo que hemos conseguido no ha sido gratis o regalado, sino resultado de nuestra lucha incansable y constante a prueba de fuego ante gobiernos insensibles. Pero tenemos que reconocer que la pobreza se ha incrementado aceleradamente en las últimas décadas y esto nos compromete a multiplicar nuestros esfuerzos para crecer como proyecto alternativo viable de nación.
Hoy, las diferentes formas de pobreza, que pocos reconocen pero que están a la vista, afectan a una inmensa mayoría de la población sonorense, tanto en zonas rurales como urbanas, donde se padecen falta de vivienda, condiciones insalubres, salarios muy mal pagados, inseguridad por todas partes, desempleo o empleo informal, mal servicio de salud, educación de mala calidad, sin acceso a alimentos, sin acceso a la cultura y al deporte, pésimo transporte público, carencia de servicios básicos, etc. Incluso hambre. Esta vergonzante realidad en la que todos estamos inmersos y que va en ascenso, resultado de un desarrollo desigual durante décadas, fue la razón, el motivo, el principio, el germen de las inspiraciones para que un pueblo harto de promesas incumplidas, de abusos de poder y que vive en comunidades en pésimas condiciones sociales, diera un viraje equivocado en las elecciones de julio pasado.
El actual gobierno federal, cuando hizo su campaña electoral, supo capitalizar esa realidad social vergonzante y ello lo llevó a ganar de forma contundente; pero ahora, ya estando en el poder, a seis meses de gobierno, no vemos el cambio que todos esperábamos a favor de los que menos tienen, por el contrario, hemos visto tomar decisiones a nuestro parecer erróneas, que han venido a agravar la situación de algunos sectores sociales, como la cancelación de las guarderías infantiles que beneficiaban a madres trabajadoras, desaparición del ramo 23 que es el recurso federal destinado para infraestructura social en todo el país, acabó con el seguro popular, cerró los comedores comunitarios, redujo de recurso a Prospera y dio una lucha errónea contra el huachicol que causó dolor y conmoción nacional. Honestamente, lo único salvable de este gobierno federal, son los programas asistencialistas que está implementando en forma de transferencia monetaria directa a los sectores más vulnerables, pero hasta eso ha quedado claro que se trata de una vil estrategia electorera. Ya sabemos, que desde hace 20 años esos programas sociales implementados por gobiernos anteriores, no han podido acabar con la pobreza, por el contrario, se ha incrementado; es decir, sólo han paliado el fenómeno sin atacar la verdadera causa que es precisamente la injusta distribución de la riqueza. O sea, con este Gobierno de López Obrador seguimos en el mismo camino de los gobiernos neoliberales anteriores: asistencialismo en vez de un verdadero cambio social. Por eso, afirmamos y denunciamos que sus acciones son insuficientes y que no acabarán con la desigualdad. Que los antorchistas sonorenses, no pedimos moches, ni ser intermediarios de los programas federales, pero tampoco estamos dispuestos a renunciar a la obra social que tanta hace falta en nuestra entidad a cambio de una dádiva de 800 pesos mensuales. Exigimos dos cosas al gobierno de la 4T: primera, respeto al derecho de organización, manifestación, gestión; segunda, asignación de recurso federal para infraestructura social para los pueblos, comunidades y colonias marginadas en Sonora, como vivienda, agua potable, drenaje, pavimentos, parques recreativos, casas del adulto mayor, centros de desarrollo social, aulas, módulos sanitarios, carreteras, pavimentos, encementados, guarniciones y banquetas, agua potable, drenaje, electricidad, parques recreativos, centros de desarrollo comunitarios, aulas, bardas perimetrales y módulos de seguridad, entre otras necesidades, etc., obras y servicios que beneficien a miles de familias sonorenses.
Nos ha quedado claro en las primeras acciones de estos seis meses del nuevo gobierno federal, que no quiere que el pueblo se organice y luche, por eso por todos lados baladronea que no va a tratar con organizaciones sociales sino con individuos uno a uno. Pero AMLO se equivoca, nuestros héroes nacionales lo sabían, que para que el pueblo se defendiera y denunciara a los malos gobiernos, por incumplimientos o abusos de poder, era vital consagrar como un derecho constitucional la libre organización y manifestación en nuestra Carta Magna. Pues llegó el momento de agarrar la ley y defendernos de este linchamiento mediático lleno de mentiras, sin motivo legítimo y sin ninguna prueba contra todos los antorchistas, hagamos que AMLO cumpla su lema de "primero los pobres", que trabaje para todos y deje a un lado los distractores mediáticos.
Como organización estamos sufriendo una persecución y amenazas de aniquilamiento, pero debemos de saber que si acaban con Antorcha, acabarán también con la posibilidad de que el pueblo tenga sus propias organizaciones independientes y, con ello, quedará indefenso ante la falta de salud, educación, servicios, trabajo, deporte, cultura. Sabemos lo que somos, tenemos motivaciones para seguir luchando y exigiendo que se respete nuestro derecho a existir como fuerza social, nuestro derecho a la gestión y petición, ha llegado el momento de cerrar filas y defender con la camiseta bien puesta, nuestra lucha justa y necesaria. Allá vamos.
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