MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Las lecciones de la historia bajo la lente del método científico

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Si hay alguien que piense que quienes realizaron la reciente concentración masiva, en el zócalo de la Ciudad de México, lograrán que el presidente Andrés Manuel López Obrador deje de atacar al Instituto Nacional Electoral (INE) y a la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN), es porque no ha entendido que en el fondo del proyecto de la 4T está la defensa de los intereses del gran capital nacional y extranjero y que, por muy personales que sean sus actos o decisiones, son en última instancia el ropaje político de las exigencias económicas del sector más radical de la clase dominante de nuestra sociedad.

Pero la ciencia de la historia o materialismo histórico nos proporciona las lecciones necesarias para comprenderlo. No hay más que ir a la aplicación concreta que Carlos Marx hizo de su tesis con respecto a que “la historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases”. Me refiero al análisis que hace del golpe de estado del 2 de diciembre de 1851 en Francia, y con el que se instauró una dictadura militar, conocido como el 18 Brumario de Luis Bonaparte.

En el prólogo, Marx afirma que su obra demuestra cómo la lucha de clases creó en Francia las circunstancias y condiciones que permitieron a un personaje mediocre y grotesco, representar el papel de héroe. En el cuerpo de ésta, afirma que: “Los hombres hacen su propia historia, pero no la hacen a su libre arbitrio, bajo circunstancias elegidas por ellos mismos, sino bajo aquellas circunstancias con que se encuentran directamente, que existen y les han sido legadas por el pasado… Y cuando éstos aparentan dedicarse precisamente a transformarse y transformar las cosas, a crear algo nunca antes visto, en estas épocas de crisis revolucionaria es precisamente cuando conjuran temerosos en su auxilio los espíritus del pasado toman prestados sus nombres, sus consignas de guerra, su ropaje, para, con este disfraz de vejez venerable y este lenguaje prestado, representar la nueva escena de la historia universal”.

Del 23 al 25 de febrero de 1848, como producto de una insurrección popular en que se unieron los opositores a la monarquía de Luis Felipe, la burguesía dinástica, la pequeña burguesía y los obreros socialdemócratas, que demandaban el sufragio universal y la dimisión del gobierno de Guizot, la clase obrera, al abalanzarse sobre las barricadas, imprimió un sello radical que mostró su peligrosa fuerza a todas las clases acomodadas.

Ante este hecho, Luis Bonaparte, con la ayuda de los campesinos a quienes Napoleón Bonaparte convirtió de semi siervos en propietarios libres de su tierra, el 10 de diciembre de 1848, fue elegido por sufragio universal, presidente de la República Francesa. Acto seguido se instauró el poder de la burguesía, y mientras la clase obrera se ilusionaba con las perspectivas sociales que se le presentaban, en los hechos fue relegada, ante lo cual, en el mes de junio se manifestó para reclamar sus derechos, pero fue brutalmente reprimida por el gobierno que se fue posicionando con ayuda de todas las demás clases sociales y con el fortalecimiento del estado, en especial de la burocracia y del ejército, para culminar este proceso el 2 de diciembre de 1851 con un golpe de estado, instaurando así una dictadura militar.

Pues bien, guardando las proporciones y considerando que la ciencia marxista no proporciona recetas ni plantea la aplicación mecánica de sus tesis, sino más bien proporciona lineamientos generales que deben ajustarse a las épocas y a las condiciones concretas de cada sociedad, me atrevo a decir que éste acontecimiento, que analiza las vicisitudes por las que atravesó la burguesía como clase en Francia para finalmente consolidarse en el poder, ilustra algunos de los aspectos en la lucha de clases que se libran en nuestro país, donde el gran capital lleva al extremo la aplicación del modelo neoliberal en detrimento de los sectores moderados y bajos de ésta y de las demás clases sociales.

Con ello, podremos entender que ha sido el desarrollo de la lucha de clases, la que creó las condiciones para que López Obrador, después de haber deambulado por décadas en la llamada izquierda, haya sido útil al neoliberalismo y sus exigencias.

Al igual que Luis Bonaparte, quien por llevar el apellido del héroe que antaño benefició al campesinado francés, recibió su apoyo para colocarse en el poder, en nuestro país, el gran capital impulsó a López Obrador, que emulando a los héroes del pueblo como Benito Juárez, Emiliano Zapata, Francisco I. Madero y los Flores Magón, ilusionó a las mayorías empobrecidas y relegadas con el regreso de las épocas gloriosas en que fue tomado en cuenta, prometiendo la instauración de un gobierno en su favor y el combate decidido contra la corrupción de la clase gobernante. Y así ha ido posicionando a una amplia burocracia y a las fuerzas armadas, quienes, con tal de beneficiarse económicamente, obedecen ciegamente al presidente, proceso que, una vez que se va esclareciendo como falso y fallido, pasará a la fase -al igual que Luis Bonaparte-, de instauración de una dictadura militar.

Eso, y no otra cosa, se vislumbra con el desmantelamiento de los poderes autónomos, cuyos últimos bastiones son el INE y la SCJN, que a pesar de las resistencias, corren peligro de sucumbir, y de no hacerlo con la campaña de ataques y de hostigamiento, sucumbirán, junto a quienes los defienden, bajo la amenaza del fusil con el que impondrá al sucesor de su proyecto en el próximo gobierno.

Luis Bonaparte representó la parodia de su antecesor -del verdadero Bonaparte que hizo nacer a la burguesía como tal-, en un intento de los resabios feudales por sobrevivir de manera conservadora, apoyándose en el campesinado. Pero llevó al caos económico a la sociedad francesa, con sus contradicciones de gobierno, atrayendo unas veces y otras, humillando a ésta y a aquella clase social, generando una anarquía en nombre del orden, para finalmente dar paso al predominio de la nueva sociedad burguesa.

Así la 4T, que también ha llevado al caos y la crisis generalizada a nuestra sociedad, es también una parodia de los héroes del pueblo mexicano y por más que impulse o mantenga al neoliberalismo en el poder, tarde o temprano, dará paso al surgimiento del modelo económico que, de distintas formas, va naciendo en el mundo entero.

Finalmente diré que, así como sostuvo Marx que ese aparente fracaso de la clase obrera francesa que fue engañada y derrotada, no fue más que su aprendizaje y la oportunidad de que se educara con las dificultades, para prepararse para el momento de crisis de la burguesía en que surgirían las condiciones para una lucha más decidida y efectiva, así los mexicanos tenemos la oportunidad de aprender de las lecciones de la historia y prepararnos para aprovechar de mejor manera el momento en que surgirán las condiciones para instaurar un gobierno realmente popular, que surgirá del gobierno autoritario y represor que se va instaurando paulatinamente en México. La historia sigue siendo la madre de las grandes lecciones sociales.

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