Después de varios días de conteo de votos, presenciales y por correo, en las elecciones en Estados Unidos (EE. UU.), ganó el candidato demócrata Joe Biden, al obtener más de los 272 votos electorales requeridos. Pennsylvania fue el estado donde se definió la contienda electoral. El pueblo norteamericano (y menos los pueblos del mundo), no debe engañarse con el juego de la democracia gringa. La democracia norteamericana, aunque la frase pueda parecer lapidaria, no es otra cosa que la mascareta de tras del cual se esconde el férreo dominio político de la clase dominante, la clase del dinero de aquel país. Decía Lenin en su obra El Estado y la Revolución: "Todos sabemos que la forma política del Estado, en esta época, es la democracia más completa" En ella se decide que grupo o grupos de poder económico gobernaran durante cuatro años el país; la participación de pueblo sólo se limita al voto y dejarse gobernar, sin intervenir ya sobre los asuntos públicos.
Para no tener equívocos, debemos decir que sería un error pensar que plantear que es igual o indiferente quien ganara finalmente las elecciones en poderoso país del norte. Nada de eso; sería simplificar algo que es complejo. Aunque los dos partidos, insisto, que son representantes de los grupos económicos más poderosos del vecino país y que representan, en esencia, la política imperialista, debemos decir que tienen sus matices y óptica sobre que vía deben seguir para alcanzar su anhelado dominio en su suelo y a nivel planetario. Trump, en su gobierno, le apostó a una economía proteccionista, a atraer capitales de regreso a su suelo (caso de la Ford que se iba a instalar en México, por ejemplo) y aplicar una dura política arancelaria a los distintos países y, en particular, su principal contrincante, China, diciendo que "las guerras comerciales no son tan malas cuando estamos por detrás de todos los países en términos de balanza comercial". Pero, eso sí, el imperio con Donald Trump no cambió ni un ápice. Mantuvo durante cuatro años con su política exterior agresiva, por ejemplo, como el reforzamiento del bloqueo económico contra Cuba, con el acoso a Venezuela, etc. Ahora bien, ¿quién es Joe Biden, presidente virtualmente electo de Estados Unidos para el periodo 2021 a 2024? ¿A qué grupos de poder representa?, ¿Cambiará realmente la esencia de imperialista de Estados Unidos? No, en absoluto. Recordemos que él pertenece al grupo de los Bush, de los Clinton, de los Obama, o sea pertenece y representan a los grupos más guerristas y bélicos de toda la historia, que han promovieron guerras en el mundo como la de Irak en el año 2003, donde con el pretexto de que había armas nucleares invadieron y destrozaron ese país derrocando a Sadam Hussein. Esta el derrocamiento del progresista líder Muamar Gadafi en 2011 por el imperialismo con el disfraz de una guerra civil, en la prospera Libia que tenía los más altos niveles de vida en áfrica. Entonces, ¿qué podemos esperar con el nuevo presidente yanqui que tomará posesión en enero del 2021? La misma política imperialista agresiva y expoliadora. Con Biden, el pueblo norteamericano y el resto del mundo, pasaremos, como dice el dicho "del sartén a la lumbre". No nos engañemos.
La antigua Grecia, en la ciudad-estado de Atenas, fue la cuna de la Democracia con la Asambleas denominadas Ekklesía, instaladas por primera vez por Solón en el 594 a.C. En estas Asambleas se elegían a los magistrados y participando en ellas los ciudadanos varones. Pero lo que no se nos dicen en muchos libros de historia era que esa democracia era la democracia de los esclavistas y para los esclavistas. El esclavo, que no era considerado ciudadano y que representaba la mayoría de la población, carecía de todos los derechos, pues era considerado un objeto semiparlante, al que se le podía vender, matar o hacer trabajar hasta agotar sus últimas fuerzas.
Hoy, dos mil quinientos años después, la democracia, representada por "el país de las libertades" (Estados Unidos, por supuesto), no es más una falacia para el pueblo norteamericano. Donde dos partidos (republicano y demócrata), que representan a los magnates del dinero, se disputan cada cuatro años quien gobernará a aquel país y mantendrá en pie el sistema capitalista expoliador, donde no hay lugar más que para seguir concentrando más la riqueza en unos cuantos plutócratas. Un sistema en que los hombres negros, latinos y otras minorías son marginadas y violentadas como nos lo dio a conocer los medios de comunicación con el caso de George Floyd que desató disturbios en diversas ciudades de Estados Unidos.
No esperemos cambios sustanciales con el demócrata Joe Biden y con el grupo de poder al que representara, aunque los medios de comunicación nos pinten la democracia gringa de color de rosa. El imperialismo norteamericano es el imperialismo depredador y expoliador de siempre. Que conste.
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