MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La urgencia de la iniciativa obrera en México

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México sigue atrapado en una trampa económica que favorece solo a unos cuantos, mientras que millones de trabajadores luchan por sobrevivir. A pesar de los discursos llenos de optimismo del Gobierno, la realidad para la clase trabajadora es cada vez más dura.

El supuesto "nuevo régimen" prometido por López Obrador fue más bien una continuación de las políticas neoliberales que han beneficiado al gran capital durante décadas, dejando a la mayoría en una situación de estancamiento económico y social.

Si el Gobierno no está dispuesto a tomar las medidas necesarias para reducir la desigualdad, la única opción es que los trabajadores tomen la iniciativa.

El presidente, en su esfuerzo por mantener una relación cercana con los empresarios más poderosos del país, ha reiterado en varias ocasiones su compromiso de no aumentarles los impuestos. Como resultado, mientras la fortuna de los millonarios crece, los trabajadores del campo y la ciudad ven cómo su calidad de vida se deteriora.

Basta con observar el crecimiento de las grandes fortunas en México para entender la magnitud del problema. En 2023, Carlos Slim, Germán Larrea y Ricardo Salinas Pliego, entre otros, incrementaron sus patrimonios de manera escandalosa, mientras la mitad de los mexicanos sobrevive con menos de 6 mil pesos al mes.

La política de austeridad, que se traduce en menos inversión en salud, educación y obra pública, ha golpeado duramente a los sectores más vulnerables. Mientras tanto, la violencia sigue fuera de control, la pobreza aumenta, y el sistema de salud está colapsado, carente de medicamentos y personal. Y en medio de este caos, los ricos son cada vez más ricos. 

El índice de multimillonarios según Bloomberg, reveló que solo en 2023 las cinco personas más ricas del país aumentaron su riqueza en 48 mil millones de dólares, lo que equivale al 13 % del Producto Interno Bruto (PIB) de México.

¿Cómo es posible que en un país con tantos recursos, la riqueza esté concentrada en tan pocas manos, mientras millones de mexicanos apenas pueden cubrir sus necesidades básicas?

La respuesta está en las decisiones del Gobierno: no se han implementado políticas fiscales que obliguen a los más ricos a contribuir de manera justa, y no se ha priorizado el bienestar de la mayoría.

Es evidente que las condiciones actuales no cambiarán si no hay un giro drástico en la política económica y social del país. Y si el Gobierno no está dispuesto a tomar las medidas necesarias para reducir la desigualdad, la única opción es que los trabajadores tomen la iniciativa.

Esto no significa sólo protestar, sino organizarse y exigir un sistema fiscal justo, más inversión en servicios públicos y una verdadera distribución de la riqueza.

La transformación real de México no será posible mientras unos cuantos acumulen fortunas desmedidas a costa de la explotación de la mayoría.

Es momento de que los trabajadores dejen de ser simples espectadores y asuman el papel de protagonistas en la construcción de un país más equitativo y justo. Porque si no lo hacen ellos, nadie más lo hará.

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