MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La pobreza como causa principal de la ola de violencia en Oaxaca

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Recordarán que hace apenas unos días, más de mil antorchistas se manifestaron por las principales calles de la capital oaxaqueña, para denunciar que el actual gobierno estatal niega la solución a demandas legítimas de aquellos oaxaqueños que no comulgan con el proyecto político de la 4T y con el pretexto de la no atención a lo que llaman intermediarios -dígase organizaciones y sus líderes-, y de la llamada atención directa, se negó a hacer compromisos de solución para miles de ciudadanos de esta entidad que militan en las filas del Movimiento Antorchista Nacional.

Pero cuando las autoridades y los comités de gestión de alrededor de 23 comunidades, cuyos proyectos de infraestructura básica están listos para ejecutarse, acudieron con la sola voluntad del gobernador -que es quien debe firmar la aprobación, según los funcionarios del Instituto de Planeación para el Bienestar, Implan-, los humildes campesinos y colonos conocieron en carne propia lo que significa esa dichosa “atención directa”.

A pesar de que el gobernador estaba en su conferencia de prensa semanal, no solo no los atendió directamente, como reza el eslogan de la llamada “primavera oaxaqueña”, sino que incluso intentó alejar a los solicitantes con el planteamiento de que solo los atenderían si se iban del palacio y permitían la continuación de las actividades, sin que ellos estuvieran tomando las oficinas de palacio o siquiera haciendo mitin, pues solo pedían que se les atendiera porque ya venían directamente.

Para no cansarlos diré que se burlaron de ellos con tecnicismos y mentiras descaradas, para concluir que sus obras no se podían realizar porque los proyectos no estaban actualizados, lo cual es una flagrante mentira.

Esa es la razón de que volviéramos a las manifestaciones, porque se demostró que detrás de ese discurso, está la negativa de atender las demandas de quienes no son morenistas. Es claro que no hubo ni siquiera el intento de atención, las puertas de Palacio de Gobierno han estado cerradas para miles de oaxaqueños humildes, a pesar de lo que se diga. En tanto, los humildes oaxaqueños recurrieron a la declaración ante los medios y la opinión pública para dejar por sentado que les asiste la razón y el derecho, denunciando que no hay transformación ni primavera alguna en Oaxaca.

Los antorchistas han sostenido que la pobreza es la madre de todos los males sociales que padece nuestro país y que, para acabar con ellos, hay que combatir primero a la pobreza. Teniendo como base este planteamiento, hemos dicho también que los problemas de desempleo, falta de acceso a los servicios básicos, corrupción, educación, crimen, inseguridad y violencia que hoy en día crecen aceleradamente no se pueden entender sin tomar en cuenta el grado de pobreza al que se enfrenta nuestra sociedad.

Y para comprender cuál es este grado, hay que observar los males sociales y su agravamiento, como una prueba de que la sociedad se va enfermando peligrosamente, hasta que inevitablemente colapsará. Por ejemplo, a la ola de violencia a la que enfrentamos en el país que ha provocado la muerte violenta de 168 mil mexicanos en los cinco años de este sexenio y los más de 40 mil desaparecidos o, para ser más concretos, veamos algunos datos de la violencia a que nos enfrentamos en Oaxaca.

El problema no es nuevo, pero ha crecido aceleradamente y es preocupante que por una parte las políticas que han propuesto nuestras autoridades han fracasado totalmente para combatirla, y quienes vivimos la violencia en carne propia, no hemos comprendido la necesidad de realizar una lucha que realmente sea eficaz para exigir y lograr un alto a esta situación.

 Estos datos de violencia y pobreza demuestran que las manifestaciones son un síntoma de algo más profundo, de una sociedad que colapsa ante el fracaso de nuestros gobernantes. La causa es la injusta distribución de la riqueza social, y la complacencia de las autoridades ante la delincuencia o, por lo menos, su renuncia a combatirla

El periódico La Jornada en su nota “Ola de violencia en Oaxaca, en menos de 48 horas, 9 asesinatos” publicada el pasado domingo 27 de agosto, relató que en los dos días anteriores: “seis homicidios se cometieron en la región del Istmo de Tehuantepec y tres en los Valles Centrales, informaron fuentes de la Fiscalía General del Estado de Oaxaca (FGEO)”. Y que, “de enero a julio en la entidad suman 559 asesinatos, según datos de la fiscalía. Los homicidios dolosos en Oaxaca continúan al alza”.

Está además la violencia política, que no solo no se detiene, sino que aumenta, como lo demuestra la muerte de 13 integrantes del Movimiento de Unificación y Lucha Triqui (MULT) registrados hasta el día 8 de agosto del presente año, que a pesar de haber tenido varias “mesas de paz” con el gobierno del estado, no ha disminuido, por lo que el día de hoy frente a palacio de gobierno anunciaron una caravana-marcha a la Ciudad de México, pidiendo audiencia con el presidente de la República y la Fiscalía General de la República, denunciando que San Juan Copala se encuentra sitiada por grupos paramilitares, afectando la paz y tranquilidad de los habitantes de la zona triqui.

Además, se encuentra el caso de la Asamblea de Pueblos del Istmo en Defensa de la Tierra y el Territorio(APIIDTT) que han denunciado violaciones a sus derechos humanos y de sus pueblos indígenas en el Istmo de Tehuantepec por su rechazo al “Megaproyecto del Corredor Interoceánico”; como respuesta han obtenido amenazas y persecución y recientes intimidaciones por parte de los militares que con drones sobrevuelan las casas de los habitantes de Puente Madera de esa zona y temen de que su movimiento cobre vidas.

También, según datos revelados por el Grupo de Estudios sobre la Mujer “Rosario Castellanos”, en lo que va del año han ocurrido 68 muertes violentas de mujeres, ubicando a Oaxaca en el tercer lugar a nivel nacional en feminicidios; y finalmente, porque está sucediendo en estos momentos, la serie de conflictos en el sector educativo de Oaxaca, en los que por un lado, alumnos de universidades como la Universidad Tecnológica de los Valles Centrales de Oaxaca (UTVCO) o la universidad del Bienestar de Zaachila, en la que los alumnos alegan acoso y hostigamiento en un conflicto que se ha tornado violento esta mañana pues los estudiantes alegan que les han mandado porros para inhibir su lucha. También está el despido de varios docentes en la primera universidad o en el Instituto de Estudios de Bachillerato del Estado de Oaxaca (IEBO).

Además, según el último informe del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) de 2022, menciona que, aunque se dice que en nuestro país la pobreza se redujo de 41.9% a 36.3%, Oaxaca sigue en tercer lugar en pobreza.

Estos datos de violencia y pobreza demuestran que las manifestaciones son un síntoma de algo más profundo, de una sociedad que colapsa ante el fracaso de nuestros gobernantes y de la clase política actual en general. La causa es la injusta distribución de la riqueza social, y la complacencia de las autoridades ante la delincuencia o, por lo menos su renuncia a combatirla, además de la pobreza lacerante que obliga a la gente a manifestarse para resolver sus demandas, ante lo cual las autoridades solo ofrecen represión y autoritarismo contra quienes no comulgan con su proyecto político, destinando el recurso de todos los mexicanos para hacer campaña política, despidiendo a los trabajadores que llevan años en sus puestos de trabajo para colocar a sus incondicionales.

Esta política represora, injusta y caótica llevará a Oaxaca al colapso y, pese a lo que dicen los corifeos de la 4T, las organizaciones serán la única herramienta de defensa de los oprimidos, porque las organizaciones son una necesidad, por lo tanto, el Movimiento Antorchista no va a desaparecer por la cerrazón y la represión; nosotros al igual que las demás organizaciones, dejaremos de ser necesarios cuando no exista la pobreza.

Por lo tanto, la solución está en redoblar esfuerzos, en convencernos de qué hay que trabajar con más ganas y con más urgencia, porque el país nos necesita hoy más que nunca.

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