Para el niño, joven o adulto que no ha recibido sino malos tratos, desprecios, traumas, dolores y sufrimientos de la vida misma; para los humildes cuyas aspiraciones no son más grandes que las que les insufla la religión de su preferencia, religión que garantiza "otra vida" de beneplácito y felicidad fuera de toda materia y mortalidad; para los pobres que recogen por caridad la risa equivocada de los admirados "hombres de mundo", de poder político o económico; para los obreros de las fábricas, de las minas y de las inhóspitas ciudades, cuyo segundo paso después de contaminar sus pulmones, ojos y oídos, es aprender a contaminar también su conciencia con la corrompida sociedad; para los campesinos, amas de casa e iletrados de México a quienes se les han hecho creer que la vida consiste en trabajar, satisfacer sus apetitos fisiológicos, sus gustos de placer por muy inicuos y corrientes que sean, sólo bajo la máxima de que "por eso trabajo" y, dedicar entera la monotonía de la vida no a otra cosa sino a vegetar, amargar su corazón y su espíritu y jamás disfrutar de nuestras riquezas, de la historia del hombre y de la belleza de nuestra inteligencia y aptitudes; para los corazones sensibles donde aún arde la llama de la vida y de los sueños de progreso, para los que papita todavía en su corazón la alegría juvenil y el entusiasmo por lo estético e inmortal, para todos ellos y con ellos, Antorcha Revolucionaria ha realizado las Espartaqueadas Culturales en su vigésima edición.
¡Han sido un éxito! ¿Para quién? ¿Para qué? ¿En qué ha consistido ese éxito? Son preguntas que intentaremos responder en este trabajo. Sin más, iniciemos nuestra argumentación.
Se realizan cada año en Tecomatlán, Puebla, cuna del Movimiento Antorchista, en dos escenarios de primera categoría: la plaza de toros y el auditorio teatro. Pueblo no mayor a 5 mil habitantes, que año con año recibe a muchos visitantes de todo el país –deportistas, artistas, estudiantes y líderes populares, es decir, mexicanos de buena fe- y cuya admiración impacta a propios y extraños. La infraestructura urbana, la armonía entre trabajo, progreso y educación, la organización social como espina dorsal y motor de progreso es algo inaudito, situación que hasta el más versado de los "turistas de mundo" sorprendería. Antorcha demuestra aquí, un año más (y quizá un año particularmente importante, como se dirá más abajo) que el pueblo pobre, organizado y consciente sí sabe gobernar y lo hace muy bien. Donde Antorcha gobierna, las cosas cambian, se transforman, en el discurso pero sobre todo en los hechos. Sirva de invitación esta humilde colaboración, amable lector, seguro que después de su visita coincidiremos aún mejor.
Este año recibió a más de 20 artistas de todo nuestro país, todos del pueblo humilde de México, en las disciplinas de Música, Baile, Poesía, Oratoria y Danza, en sus distintas categorías y modalidades. Y ponemos el acento en "el pueblo humilde de México", no para que se piense que excluimos de participar a las clases medias o altas, de hecho la convocatoria es abierta todos los años, con anticipación y con la propaganda que nos es posible. También ponemos el acento en ello, para decir que el estímulo para nuestros artistas no es económico, los ganadores no se les premia con dinero, ni con fama, ni con favores obscuros o de vergonzosa publicación, entonces, ¿qué ganan? Un reconocimiento, una medalla conmemorativa, pero, sobre todo, la admiración y el respeto de su pueblo, de sus camaradas antorchistas de todo el país, nada más, pero nada menos.
La cultura en México es muy costosa y poco promovida. Razón por la cual, según el Instituto Nacional de Geografía y Estadística (INEGI), en el 2016 sólo uno de cada cuatro mexicanos asistió a ver una obra de teatro, 2 de cada 10 personas asistieron a espectáculos de danza, y de estas dos, al menos una asistió una sola vez. El 60por ciento del recurso de cultura se destina a "medios audiovisuales", prácticamente nada al ámbito artístico, musical o literario. Para las zonas más remotas o marginadas del país les resulta imposible desarrollar alguna disciplina de estas con posibilidad de éxito, las carencias económicas son muchas y muy variadas, además, si tenemos en cuenta que no existen o existen muy pocas instalaciones o materiales propios del tema (auditorios, teatros, instrumentos musicales, libros, vestuarios, equipos de audio y video, etcétera.), y no sin razón, si cavilamos también en el hecho de que hay pocos maestros, pocas escuelas, poco presupuesto y pocas oportunidades, entonces sí, nos encontramos como El Rey Lear, a expensas del "cariño" y "cuidado" de sus hijas.
Y sin embargo, el nivel que ha alcanzado esta justa cultural, completamente gratuita, es por decirlo menos, increíble. La ejecución de los bailes, la técnica de las danzas, las grandes interpretaciones musicales, la emotividad de las declamaciones y la persuasión de los discursos que año con año se perfeccionan están al nivel de los mejores del país, se pule cada día más un estilo artístico muy digno, muy orgulloso y muy revolucionario de los pobres de México. El color, la disciplina, el esfuerzo, la colaboración, la fraternidad y el amor que cada artista pone en su participación, generan la primera vida del hombre nuevo. Como se puede ver, el único beneficiario de estas Espartaqueadas Culturales es la gente, el pueblo humilde y trabajador, por eso fueron exitosas, porque quien asiste como participante o como espectador no retorna igual, vuelve más humano, hermanado con sus semejantes y con un deseo insaciable de superación, digno de los mejores terapeutas.
Ahora, en los tiempos que corren se escuchan voces estentóreas que gritan: ¡agarren al ladrón! ¡Agarren al corrupto! ¡Agarren al antorchista! Una santa cruzada se ha emprendido contra el único instrumento de liberación que tienen los menesterosos, una campaña de linchamiento mediático se despliega desde Tijuana hasta Chetumal, desde el golfo hasta el pacífico con la finalidad de exterminar a la organización, a la vanguardia del paria, y así, dejarlo inerte ante los intereses del poderoso. Defender a los humildes, exigir un mejor reparto de la riqueza social que todos producimos es nuestro pecado capital. Se inventan delitos, se "descubren" conspiraciones y conspiradores, se montan obran "tragicómicas" con el afán de anestesiar y vendar los ojos del público para que acepte y apoye con gusto el genocidio de su organización, ¿Triunfaran los mezquinos, los prevaricadores por encima de los antorchistas revolucionarios? Vale recordar que a Fidel Castro le preguntaron una vez: ¿Cómo se sostendrá Cuba, ahora con el bloqueo y sin la URSS (contexto: disolución de la URSS en diciembre de 1991)? A lo que éste respondió: Nadie confiaba en él, le escupían, lo maldecían aún en la cruz y ante el llanto de su madre y ha creado la institución más grande de todos los tiempos. Antorcha se sostendrá también, porque, estando el pueblo con ella, ¿quién estará en su contra?
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