La cultura, entendida originalmente como sinónimo de cultivo, de trabajo en la preparación o labranza de la tierra para obtener de ella mejores resultados que los arrojados naturalmente, devino con el tiempo y las nuevas circunstancias sociales en la capacidad de los seres humanos para apropiarse de todo aquello que la naturaleza les ofrece, transformándolo mediante un proceso creativo y convirtiéndolo en un objeto útil para satisfacer sus propias necesidades, incluido el cultivo de la inteligencia y la sensibilidad.
La cultura y el arte, en las actuales circunstancias, no sólo son necesarios, sino urgentes para que el pueblo se oriente, conozca sus intereses y comprenda las causas profundas de sus problemas.
Una parte importante de la cultura, aunque sólo una parte, la constituye el arte, que es, como lo señala el ingeniero Aquiles Córdova Morán, líder indiscutible del Movimiento Antorchista Nacional en sus magistrales conferencias culturales, aquella actividad en la que el individuo, valiéndose de la inteligencia, la sensibilidad, la creatividad y la imaginación, crea objetos capaces de suscitar en el ser humano el llamado goce o placer estético, el cual tiene la capacidad de hacer seres humanos mejores, más sensibles, inteligentes, felices y reconciliados con la vida y, por tanto, menos egoístas y más solidarios con sus semejantes, partidarios de un mundo mejor, más justo y equitativo.
En síntesis, pues, la cultura lo es todo: el cultivo de la inteligencia, del conocimiento, las tradiciones, las instituciones, la identidad. Es, por expresarlo coloquial y sintéticamente, el alma de las naciones. Por eso es tan importante que el pueblo la conozca, la identifique y la vuelva a hacer suya, porque, aunque toda cultura ha salido del seno del pueblo, en la actualidad, en el sistema económico de apropiación privada de los frutos del trabajo humano colectivo, como es nuestro caso, también la cultura en general y el arte en particular se encuentran enajenados de este, concentrados en pocas manos, monopolizados y al servicio de los intereses de esos pocos que lo monopolizan todo y son los superricos porque privan de todo o casi todo a las grandes mayorías que, contradictoriamente, son las productoras y constructoras de todo.
En los tiempos que corren, ante el inminente peligro de que se cumplan desde el exterior las amenazas que se ciernen sobre nuestro país y nuestro territorio, las cuales, por otro lado, se han venido trabajando desde hace mucho mediante la invasión cultural general con el propósito de debilitar las raíces de nuestra identidad nacional hasta que lleguemos a considerar anticuado, pasado de moda, anacrónico y fuera de lugar nuestras más diversas y ricas tradiciones, a tal grado que las nuevas generaciones han perdido ya bastante arraigo e identidad al adquirir y preferir modas o gustos anglosajones por considerarlos más cosmopolitas, modernos y de “actualidad”, sin darse cuenta de que nadie es capaz de defender lo que no considera suyo, incluido el suelo patrio.
De tal suerte que la cultura y el arte, tan necesarios para el pueblo siempre, en las actuales circunstancias, en la actual coyuntura política y económica en que el mundo se encuentra convulsionado por doquier, son mucho más útiles y urgentes ahora, ya que el pueblo necesita saber orientarse, saber cuáles son sus intereses, cuáles son las verdaderas causas profundas de sus males como parte integrante de las masas trabajadoras, víctimas de la mala repartición de la riqueza, la cual se concentra cada vez más en menos manos. Y, por tanto, necesita poder encontrar la salida a estos, que son los problemas fundamentales de los cuales derivan todos los demás.
Por eso, el gran esfuerzo que realiza el Movimiento Antorchista Nacional al organizar las Espartaqueadas Nacionales Culturales, que son el único, pero muy digno foro construido por el pueblo con su trabajo y tesón para el propio pueblo, no solo vale la pena por serlo, sino que, además, juega su papel trascendental de masificar el arte, de masificar la cultura, para educar al pueblo pobre de México y capacitarlo, así sea paulatinamente, para que en el futuro sea capaz de tomar en sus manos las riendas políticas del país y pueda, desde esa posición, cambiar el modelo económico, transformando de raíz la sociedad y creando una nueva, más desarrollada y mejor, que distribuya de manera equitativa, racional y justa la riqueza social producida por todos, en favor de todos los mexicanos sin excepción.
Por eso, la realización de las Espartaqueadas Nacionales del Movimiento Antorchista Nacional, a celebrarse del 5 al 13 de abril en Tecomatlán, Puebla, la Atenas de la Mixteca, a la que están invitados todos cuantos quieran presenciarlas, es un acontecimiento importante que no debe pasar desapercibido para el pueblo pobre de México. Antorcha, que es por sí su organización, con este tipo de eventos reafirma su quehacer en beneficio e interés de las causas populares, de las clases pobres de nuestro país y de nuestro estado, que podrán un día dejar de serlo, solo a condición de que se eduquen, se organicen, se politicen y luchen por un mundo mejor, con pleno conocimiento de causa. Por eso: bienvenida, Espartaqueada 2025.
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