En sus ojos oscuros se refleja la determinación, el valor y la inteligencia; su rostro infantil resume el tesonero esfuerzo de las multitudes itinerantes llegadas de otras latitudes, dispuestas a convertir esta ruda geografía en su hogar.
“Cantar me transmite una emoción muy bonita y es algo muy divertido. Estos eventos que realiza el Movimiento Antorchista le enseñan a la gente a perder el miedo”.
En su voz vibra el canto de un pueblo y cada interpretación que realiza con su timbre etéreo está apuntalada con la esperanza de su familia, maestros y compañeros de escuela, de quienes se ha ganado el respeto y la admiración.
De pequeña estatura, tez morena y sonrisa festiva, Valery Sofía Estrada Flores es una de las voces infantiles destacadas en las eliminatorias estatales que en pocos días estará participando en la XXI Espartaqueada Cultural, un encuentro nacional de arte que organiza el Movimiento Antorchista Nacional en el municipio de Tecomatlán, Puebla, y en donde niños, jóvenes, humildes campesinos y amas de casa, empleados y obreros despliegan sus cualidades estéticas en una competencia fraterna.
A sus diez años, Valery Sofía ha acompañado el caminar del pueblo que lucha por una vida mejor; ha estado presente compartiendo su voz y el canto en los aniversarios de las colonias populares, su timbre especial, agradablemente áspero, se ha escuchado en los festivales escolares dedicados a las madres de familia y en la gran celebración que se realiza el 12 de diciembre en la Basílica de Guadalupe.
Vive en el municipio de Nicolás Romero, en la colonia La Libertad, uno de los asentamientos de la demarcación con un alto grado de carencias sociales. Estudia el cuarto grado en la escuela primaria Víctor Puebla, institución emanada de la lucha social, en cuyas aulas ha encontrado la posibilidad de iniciar su preparación académica y, además, artística.
Proviene de una familia en la que los padres, Aracely y Jesús, trabajadores ambos, han apoyado su gusto por el canto y han buscado las alternativas para su formación como intérprete desde que comenzó a dar muestras de ello.
En su familia es la única que se dedica al canto. Su mamá antes lo practicaba; sin embargo, con el nacimiento de Valery, dejó de hacerlo para no descuidar la atención hacia la niña y a sus seis hermanos. Su mamá cantaba en grupos musicales; le gustaba mucho estar ahí.
Sobre su escuela y gusto por el canto, comenta:
“Mi maestra se llama Janeth y las materias que más me agradan son matemáticas y lenguaje. Me gustan las matemáticas porque, además de enseñarme muchas cosas, en las carreras que quiero estudiar las necesito y eso también me ayuda.
Mi gusto por el canto nació escuchando a mi mamá cuando ensayaba, quería hacer lo mismo que ella, además de que también hay otros artistas que me llaman la atención, como Adele, Beatriz Adriana y Pedro Fernández.
Hay ocasiones en que la directora de mi escuela me pide que cante los días festivos, como la celebración del Día de las Madres o del Día del Niño, y lo hago con mucho agrado. Cuando la maestra se dio cuenta de que a los demás les gustaba cómo interpretaba las melodías, decidieron invitarme a los concursos que se hacen.
La escuela me ha apoyado mucho. La directora, la maestra Luz, me ha buscado algunos eventos y concursos; mis compañeros y las maestras también. En el futuro quiero seguir cantando, pero también tener una carrera diferente.
Las actividades que realizo son como las de los demás niños: me levanto, voy a la escuela, hago mis actividades, mis tareas y, después de comer, ensayo canciones para poder presentarlas. Cuando llega mi papá del trabajo, le enseño cuáles canciones me aprendí y él me dice en qué estoy mal, me corrige”.
Los eventos artísticos en celebraciones populares de las colonias humildes de Nicolás Romero en los que ha compartido su talento se han convertido en una escuela más que le ha permitido la adquisición paulatina de experiencia.
“Lo que más me gusta de cantar es que te deja una experiencia muy grande y todo lo bonito que se guarda, porque es muy agradable cuando vamos a los eventos y podemos tener un lugar y se nos queda como algo bonito. Cuando veo a la gente contenta, me siento también como ellos, contenta.
No me da pena cantar y que los demás me escuchen. Es algo como familiar. No sé si los vecinos me escuchen, pero algunas vecinas me han felicitado y eso me anima a seguir ensayando.
La experiencia más grande que he tenido hasta ahora han sido los concursos que organiza el Movimiento Antorchista aquí y cuando canté en la Basílica de Guadalupe. Se siente algo muy bonito”.
Y sobre su sueño, que comparte con una multitud de niños que, como ella, con base en el trabajo disciplinado y la constancia, se han ganado la oportunidad de asistir al encuentro artístico de dimensión nacional, enfatiza:
“Ahora estoy ensayando para el concurso final, para asistir a las Espartaqueadas en Puebla. Deseo obtener un lugar en la final, quiero agradecerle de esta manera a mi escuela y directora, a mis papás, porque gracias a ellos he llegado hasta allá”.
Al mandar un mensaje a los niños a quienes también les gusta el canto, Valery recomienda:
“Que le echen muchas ganas y que valoren lo que sus papás, como los míos, hacen por nosotros. Ellos se esfuerzan mucho buscando un apoyo para mí. Les mando un abrazo muy fuerte.
Cantar me transmite una emoción muy bonita y es algo muy divertido. Estos eventos que realiza el Movimiento Antorchista le enseñan a la gente a perder el miedo. A mí me gustan mucho estos concursos. Estos eventos me parecen una buena idea; a muchos niños y adolescentes nos ayudan en nuestra preparación como personas”.
Valery estará en Tecomatlán, Puebla, participando en la categoría infantil del concurso de canto. Junto a ella estarán los compañeros que ha conocido en el camino, sus padres, el apoyo de sus amigos y también, como fiel compañero, su sueño.
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