MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

La Feria en “La Atenas de la Mixteca”

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Casi desde que los seres humanos tuvieron conciencia de las condiciones de su existencia sobre la Tierra, su instinto natural de conservación les indicó muy pronto que esa existencia segura, inmediata y futura dependería siempre del carácter inmanentemente gregario de su origen como especie.

Tecomatlán es un gigante cultural sin comparación alguna, un ejemplo de lo que el trabajo colectivo puede lograr en la promoción del arte y la unidad del pueblo.

Es decir, que la vida y la seguridad de los seres humanos solo serían posibles si lograban adoptar, fomentar y practicar entre ellos la más profunda unidad, solidaridad, compasión y abnegación.

En relación con esto, se lee así en una obra de M. Ilin y E. Segal:

“Aisladamente el hombre nunca hubiera tenido ventaja sobre ningún animal grande. Pero, ¿habría sido el hombre lo que es si hubiera estado solo? No fue el hombre, sino ‘la gente’ con su fuerza combinada quien aprendió a fabricar instrumentos, a cazar, a hacer fuego, a construir casas, a rehacer el mundo”.

Buscando la unidad también con todo aquello que les rodeaba, al principio los primeros seres humanos recurrieron al primitivo misticismo, que manifestaron a través de colectivos cultos espontáneos a la naturaleza. 

Pero, para ello, fue necesario transmitirse mutuamente sensaciones y sentimientos comunes, difíciles de compartir con los limitados medios de expresión que aún tenían. Por eso recurrieron muy pronto a prácticas más elaboradas, como los sonidos colectivos y las danzas rituales; después apareció el canto y el resto de las primeras manifestaciones artísticas y culturales. Pero el común denominador en todo esto fue siempre la acción colectiva.

Al día de hoy, podemos afirmar que no hay nada tan efectivo para promover y practicar el colectivismo humanista entre los seres humanos como la promoción, la práctica y la apreciación colectiva de la cultura y el arte, que hasta ahora ha sido capaz de producir la humanidad entera.

Ya con todo lo dicho hasta aquí, me es suficiente para permitirme hacer una sincera y humilde recomendación a mis escasos lectores: que se atrevan a conocer, estudiar y analizar sin prejuicios egoístas la tremenda y casi inigualable hazaña colectiva cultural y artística popular que están llevando a cabo los habitantes de un municipio poco halagado por la prensa oficial o comercial del momento. Me refiero a Tecomatlán, Puebla, conocido entre propios y extraños como La Atenas de la Mixteca Baja poblana.

En el buscador Wikipedia se puede leer lo siguiente: 

“Representa un municipio modelo de desarrollo y nivel de vida alto en una región particularmente pobre del país. Ha sido gobernado en un esquema de participación organizada colectiva en la que interviene la comunidad entera bajo la coordinación del Movimiento Antorchista Nacional, para el cual representa un símbolo de lucha y materialización de sus postulados políticos y económicos para toda la nación. Es sede anual de la Espartaqueada Nacional Cultural y Deportiva”.

Tecomatlán es un municipio pequeño por su tamaño, pero un gigante cultural sin comparación alguna en su tipo. Es también un ejemplo de trabajo colectivo organizado por el esfuerzo de sus habitantes, que en 1974 dieron origen a Antorcha Campesina, lo que hoy es el Movimiento Antorchista Nacional, alma y guía por excelencia de la organización de los pobres de México.

Pero si a pesar de todo la duda persiste, con mucha sinceridad los invito a presenciar un ejemplo de lo que puede lograr el trabajo colectivo del pueblo; los invito a la Feria de Tecomatlán 2025, la feria de la unidad entre los pueblos, que se llevará a cabo del 2 al 9 de marzo del año que corre.

La cartelera de eventos ya está en los medios y no es pequeña ni mucho menos insignificante por su calidad. Tomando en cuenta los eventos pasados, los más de 100 mil espectadores que esperan los organizadores a lo largo de la semana podrán disfrutar de manera totalmente gratuita de eventos gastronómicos, culturales, ganaderos, deportivos, de juegos mecánicos, espectáculo de drones y los tradicionales bailes populares con grupos del momento.

Pero tal vez se me diga que exagero cuando afirmo que todo esto será totalmente gratuito. Y la duda me parecerá razonable y genuina, viniendo de quienes no han tenido aún la fortuna de conocer Tecomatlán y su tradicional Feria de la Unidad.

En tal caso, no me queda más remedio que dejar aquí mi invitación abierta para todos aquellos que gusten y puedan acudir a presenciar todo esto que digo. O, en su defecto, a seguir el evento día tras día a través de las redes sociales. Pero, además, repito: Tecomatlán es, ha sido y será, aunque solo en una pequeña muestra, el ejemplo más tangible de lo que el Movimiento Antorchista Nacional quiere para todo el pueblo pobre de México.

Ante la tragedia social que vivimos ahora por todos lados, un México más unido y solidario sí es posible; el trabajo organizado en la cultura, el arte y las fiestas tradicionales de los pueblos, que fomentan la unidad, también son formas de conseguirlo. No lo olvidemos.

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