De acuerdo con los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), en México hubo un incremento de 2.5 millones de pobres, dato crudo que refleja que la brecha de la desigualdad se ha ampliado para toda la población.
Si a estos datos le agregamos la situación del desempleo, los bajos salarios, la inflación, el encarecimiento de la canasta básica; esta amarga y cruda realidad afecta la vida de la inmensa mayoría de los mexicanos más desprotegidos.
Y, qué decir de la inseguridad, vale decir por ahora, que a los periódicos les hacen falta paginas para poner en ellas el número de muertos y desaparecidos ocurridos por la violencia desatada en nuestro país.
La política del Presidente López Obrador sigue elevando el empobrecimiento de las masas populares; pero a pesar de ello el pueblo no se atreve a protestar ni a analizar las verdaderas causas que han movido al presidente a tomar la actitud de oídos sordos ante la necesidad de las clases desprotegidas, y que lejos de ponerse de acuerdo con el pueblo existe una clara complicidad con los más ricos y poderos del país, los cuales, lejos de beneficiar a la mayoría buscan solo enriquecimiento personal cada día más y más, a costa de que el pueblo trabajador se apriete aún más el cinturón.
Esta problemática en poco tiempo, se ha convertido en un tema social crítico, la austeridad y la errónea forma de distribuir el gasto público han dejado sin obra social a millones de mexicanos durante los poco más de cuatro años del actual gobierno federal.
Esta situación ha agudizado el rezago en todo el país; la marginación se vive en cada pueblo, en cada colonia, en cada vivienda en condiciones difíciles, se encuentran en un abandono total.
En México hace falta una política más distributiva de los recursos públicos para el gasto social enfocado a las mayorías; invirtiendo en serio y en todas partes donde se necesite obra pública, obra educativa, infraestructura en salud, mejoramiento en vivienda, apoyos alimenticios, creación empleo, incremento en salarios, construcción de vivienda, nuevo transporte público, difusión y promoción masiva de la cultura, masificación del deporte, investigación en ciencia y tecnología, etc.
La situación se está agravando y entrando en una crisis sin salida en la mayoría de los distintos niveles de gobierno encabezados por la 4T. Urge reordenar el gasto público; es decir, que los gobiernos destinen más recursos económicos públicos a resolver las necesidades de los que menos tienen, por encima de lo que hoy se destina.
Esto será posible implementando la propuesta del Movimiento Antorchista Nacional, con los cuatro ejes fundamentales, es decir, si se aplican con decisión y responsabilidad, pueden salvar la situación que padecen los mexicanos más desamparados de nuestro país.
Resumidamente, las cuatro acciones son: 1) generar empleos suficientes, tantos como para ocupar a todo aquel que necesite y desee trabajar; 2) aumentar el salario lo suficiente, tanto como para que resulte verdaderamente remunerador; 3) una política fiscal progresiva, es decir, una política donde paguen más impuestos los que más riqueza acumulan, y menos impuestos a los que menos ganan. Y 4) reordenar el gasto social.
La lucha del Movimiento Antorchista continuará para lograr más y mejores condiciones de vida, en beneficio de los mexicanos que se debaten en el desempleo, en la falta de servicios, de medicinas, de educación, y un mejor salario para todos.
Invito a la opinión pública a que se sume a nuestra lucha, que es justa y necesaria, ya que no estamos conformes, no aceptaremos los pretextos de siempre “que no hay dinero para tal o cual obra”. El pueblo organizado es el único que puede transformar este país por uno más justo para todos.
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