MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Recuperar nuestras fuerzas y combatir la desigualdad

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Los chiapanecos y todo el país hemos sido testigos de las distintas olas migrantes que a nuestro país han llegado y, siendo este el estado más cercano a Centroamérica, no podía ser menos que el mayor y más fiel testigo de los embates que sufren nuestros hermanos de clase. Sin saber nombre, edad, profesión o las circunstancias que los llevaron a salir de su país, nos basta, como dijo el poeta jalisciense Enrique González Martínez, “saber que son hombres”, como nosotros, para sentir su dolor.

Al interior de nuestro estado, la situación no es distinta, pues según datos del Instituto Nacional de Migración, en el año 2020 se registraron más de 37 mil eventos migratorios en Chiapas, lo que representa un incremento del 12 % con respecto al año anterior. Hay que tomar en cuenta que estos datos abarcan un buen tramo del periodo de pandemia, por lo cual, el incremento en los últimos años no es pequeño.

Según la CNDH, Chiapas es uno de los estados con mayor número de desplazados internos en México, con más de 5 mil personas registradas en esta situación. 

Una de las principales causas de la migración en Chiapas es la falta de oportunidades económicas, con un alto índice de desempleo y bajos salarios que empujan a muchos chiapanecos a buscar mejores horizontes en otras partes del país o en el extranjero.

Como lo expresó el antropólogo Gustavo Verduzco, "la migración en Chiapas es un reflejo de la desigualdad social y la falta de desarrollo económico en la región".

Durante el segundo trimestre de 2023, según datos del Inegi, la actividad económica de Chiapas mostró un movimiento anual de 0.9 por ciento. Este resultado del acrecentamiento de las actividades primarias y terciarias de 0.4 y 3.4 %, respectivamente. Por su parte, las secundarias registraron una reducción de 6.4 %. Tomando en cuenta que ambos sectores han ralentizado su desarrollo, un incremento tan reducido no cumple con lo necesario para solventar la vida de un hombre de familia y su hogar, y si tomamos en cuenta el decremento que hay en el sector secundario, las cosas se vuelven aún más difíciles para las familias chiapanecas.

La situación de violencia e inseguridad en algunas zonas de Chiapas también ha generado desplazamientos internos y externos de personas que buscan protegerse de la violencia. Según datos de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, Chiapas es uno de los estados con mayor número de desplazados internos en México, con más de 5 mil personas registradas en esta situación. Las maravillas naturales que antes eran foco de turismo y presencia internacional, hoy en día se encuentran cautivas, en fuego cruzado ante distintos grupos delincuenciales.

Pero Chiapas es, además, un punto de confluencia de diversas rutas migratorias que cruzan el país, lo que convierte a la región en un lugar donde la migración se focaliza. Este fenómeno complejo involucra no solo a los chiapanecos que emigran, sino también a personas de otras partes de México y de países vecinos que transitan por la región en su camino hacia los estados del norte o los Estados Unidos en búsqueda de mejores oportunidades.

Ante esta problemática, los chiapanecos no podemos sino sentir empatía con aquellos que a diario cruzan las distintas fronteras entre municipios a vivo rayo de sol y, en ocasiones, con niños de brazo. Ante los que pasan semanas enteras en las terminales de la costa y centro del estado esperando poder abordar un autobús que los acerque más a su destino.

Aquí es justo hacer hincapié en que se vuelve indispensable el organizarse y luchar por una patria en mejores condiciones; una que reparta el trabajo de los obreros y campesinos de acuerdo con las fuerzas de sus manos e intelecto y que reparta de acuerdo a la saciedad que sus necesidades encuentren la riqueza por ellos creada.

No hay forma distinta de poder hacer una patria más justa y más vivible, y si encontramos una sola chispa de empatía en los pies descalzos de la gente que transita en nuestro estado, sólo quiero recordarles las letras de Rafael Blanco Belmonte en su célebre poema “Sembrando”:

¡Hay que luchar por todos los que no luchan!

¡Hay que pedir por todos los que no imploran!

¡Hay que hacer que nos oigan los que no escuchan!

¡Hay que llorar por todos los que no lloran!

Así, los antorchistas, por nuestros hermanos de clase, seguimos sembrando un nuevo terreno, la tierra que prometió dar leche y miel pero que su justeza no solo buscarla, sino construirla para todos. Por su atención, muchas gracias.

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