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La batalla inconclusa: México frente a la pobreza y la desigualdad

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En los últimos años, México ha logrado avances significativos en la reducción de la pobreza y la desigualdad económica, un esfuerzo que debe reconocerse. Sin embargo, el Banco Mundial (BM) advierte en su reciente informe sobre pobreza y equidad que estos logros están en riesgo de estancarse e incluso revertirse. Esta advertencia no debe tomarse a la ligera, pues detrás de las cifras hay millones de personas cuyas vidas podrían verse afectadas por la desaceleración en el combate a la pobreza.

El 1 % más rico de México concentra el 41.2 % de la riqueza total, mientras que el 64.2 % de los hogares vive con menos del 50 % de la riqueza.

El 1 % más rico de México concentra el 41.2 % de la riqueza total; en contraste, el 64.2 % de los hogares vive con menos del 50 % de la riqueza. Estas cifras, proporcionadas por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), reflejan una realidad que no puede ignorarse: la desigualdad en México sigue siendo abismal. Aunque se han dado pasos importantes, el camino hacia la equidad aún es largo y está lleno de obstáculos.

De acuerdo con el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), en 2020 el 43.9 % de la población mexicana vivía en situación de pobreza, lo que equivale a aproximadamente 55 millones de personas. Además, el 8.5 % de la población se encontraba en pobreza extrema. Aunque estas cifras representan una ligera mejora en comparación con años anteriores, el ritmo de reducción de la pobreza ha sido lento y desigual. Por ejemplo, estados como Chiapas, Guerrero y Oaxaca siguen siendo los más afectados, con tasas de pobreza que superan el 60 %.

El informe del BM no solo identifica problemas, sino que también ofrece recomendaciones concretas. Entre ellas, destaca la necesidad de fomentar un crecimiento económico más efectivo e inclusivo, que permita generar empleos de calidad, especialmente para las mujeres. Actualmente, la tasa de participación laboral femenina en México es del 45 %, una de las más bajas de América Latina, según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT). Incrementar esta cifra no solo reduciría la pobreza, sino que también impulsaría el crecimiento económico.

Además, sugiere rediseñar los programas sociales para hacerlos fiscalmente sostenibles y priorizar inversiones que combinen con el bienestar social. Programas como Prospera, que fue desmantelado en 2019, y las pensiones universales para adultos mayores han demostrado ser poco efectivos en reducir la pobreza y requieren ajustes para ser más eficientes y llegar a quienes más lo necesitan. Según un estudio del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE), el 30 % de los beneficiarios de programas sociales no pertenece a los grupos más vulnerables, lo que indica fallas en la focalización.

Samuel Freije Rodríguez, economista del BM, señaló que el rediseño de los programas sociales y su financiamiento podrían revertir el problema de manera relativamente rápida. Por su parte, Mark R. Thomas, director del BM para México, Colombia y Venezuela, subrayó la importancia de incorporar a más pequeñas y medianas empresas (pymes) en las cadenas de valor, lo que podría dinamizar la economía y reducir las brechas de desigualdad.

Actualmente, las pymes representan el 99.8 % de las empresas en México y generan el 72 % del empleo, según datos de la Secretaría de Economía. Sin embargo, muchas de estas empresas enfrentan dificultades para acceder a créditos y tecnología, lo que limita su crecimiento.

Además, Lorena Rodríguez León, directora de la Facultad de Economía de la UNAM, destacó que el informe del BM es una herramienta fundamental para comprender la desigualdad en México. Sus hallazgos deben servir como base para diseñar políticas públicas más efectivas y focalizadas.

El informe del BM señala que el gasto en salud debe incrementarse, ya que actualmente México destina solo el 5.7 % de su PIB a este rubro, por debajo del promedio de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), que es del 8.8 %. Un mayor gasto en salud no solo mejoraría la calidad de vida de la población, sino que también reduciría los costos económicos asociados con la mala atención a la salud.

México enfrenta un momento crítico. Los avances en la reducción de la pobreza y la desigualdad son frágiles; sin embargo, también hay oportunidades para consolidar estos logros y avanzar hacia un futuro más equitativo. Para ello, es necesario un crecimiento económico más inclusivo, programas sociales mejor diseñados y una mayor inversión en servicios básicos. El reto es grande, pero el costo de no actuar sería aún mayor.

México tiene las herramientas y el conocimiento para superar estos desafíos; ahora necesita políticas públicas efectivas y el compromiso social para lograrlo.

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