La candente pelea por la presidencia del partido Movimiento Regeneración Nacional (Morena) es consecuencia de la falta de planeación, las ocurrencias de Andrés Manuel, el reclutamiento de cascajo político y la falta de una ideología progresista para México.
Morena es una verdadera "cena de negros". En el campo de batalla vemos a la actual Presidenta del Consejo Nacional de Morena, Bertha Luján, contendiente consentida de AMLO, que convocó un congreso ilegal para imponer como presidente interino del partido a Ramírez Cuellar, líder de "El Barzón", personaje conocido por sus extravagantes métodos de lucha social; pero que hoy se rinde y sirve de tapate a los mandatos de sus superiores, del Federal y del partido.
Por otro lado, la actual presidenta del partido, Yeidckol Polevnsky, que en todas sus declaraciones rinde pleitesías a AMLO, pero no así para sus correligionarios, contrincantes por la presidencia de Morena. Después del nombramiento de Ramírez Cuellar, Polevnsky señaló como ilegal y contra los estatutos del partido la figura de "presidente interino"; el 3 de febrero declaró: "el grupo de Luján es malandro" y se mofó de las antiguas prácticas de Cuellar para ingresar en la Cámara de Diputados montado en caballos.
En otro frente de lucha aparece Mario Delgado, actual coordinador de la Cámara de Diputados Federal, que hace algunas declaraciones para mandarle guiños al presidente y asegurarle que él se ha mantenido firme a los designios del excelentísimo presidente de la república, como lo revela su siguiente afirmación: "Es muy lamentable que el partido esté en esta situación, porque es un desafío claro al Presidente, al fundador que convocó a este movimiento, ahora se le hace a un lado"; pero, termina diciendo algo muy coherente, "Morena está al borde de una crisis institucional". Aunque ninguno de los contrincantes se da cuenta que el borde está más cerca de lo que creen, por eso AMLO ya ha declarado que dejaría Morena, "como mal capitán, se bajó del barco antes de que se hunda".
La conclusión a esta cámara húngara está en el propio partido, dicho en boca de Muñoz Ledo, diputado por Morena, "Estamos viviendo una involución, Morena está tomando actitudes semejantes o peores a las que tenía el PRI hace 20 años, simulando que el país era democrático", dijo el legislador en entrevista a Radio Fórmula el 24 de enero.
En México abunda experiencia de la fractura en tribus de los partidos políticos, causa de su destrucción o crisis actual. El ejemplo más claro es la desbandada del PRD, cuya consecuencia fue la escisión de Andrés Manuel López Obrador en 2012; también sucedió recientemente en el PAN, con la pelea entre Ricardo Anaya, el fallecido Rafael Moreno Valle y el ex presidente Felipe Calderón, este último se escindió al no ser favorecido por el partido. Y el Revolucionario Institucional, que no aprende de sus errores del pasado, nuevamente vivió graves bajas con la salida del ex rector de la UNAM, José Narro, y Beatriz Pagés, directora de la revista Siempre, ambos inconformes por la falta de democracia en cúpulas del partido.
Toda esta crisis institucional de los partidos políticos en México refleja la crisis nacional de nuestro país. El pueblo mexicano no tiene una verdadera opción política que represente sus intereses, le ofrezcan una alternativa sólida para conducir las riendas del país y que les garanticen sus derechos de libre democracia.
México necesita un partido político diferente, que tenga raíces y contacto sólido con su base social, un partido que sea la alternativa para los mexicanos, con un sentido congruente de la unidad interna y nacional, con claridad en su plan y estrategia, consecuente con un modelo progresista para nuestra patria. La síntesis a la contradicción nacional solo la pueden concretar los mexicanos bien organizados.
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