MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

Elecciones, desconfianza e inconformidad social

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En 2016 tendremos elecciones en 14 estados; en 13 se elegirá gobernador: Aguascalientes, Colima (extraordinaria), Chihuahua, Durango, Hidalgo, Oaxaca, Puebla, Quintana Roo, Sinaloa, Tamaulipas, Tlaxcala, Veracruz y Zacatecas. Pero el panorama que prevalece en nuestro país es desalentador, por decir lo menos, lo cual traerá como consecuencia, entre otras cosas, un proceso electoral con alto abstencionismo. De acuerdo con una encuesta de la empresa Parametría, los partidos políticos, de 22 instituciones encuestadas, son los últimos en ganar la confianza de los encuestados: con un 19%. Y es lógica esta resultante, ya que, como todos sabemos, los partidos se han caracterizado por buscar al ciudadano sólo en época de elecciones, olvidándose completamente de él durante el ejercicio del poder y respondiendo a los intereses, no de la mayoría que votó ellos o sus candidatos, sino a los intereses de grupo o de la clase económicamente poderosa que los postuló, y que usaron a los electores solamente como un mecanismo para legitimarse en su nueva "responsabilidad".

Pero, además, tampoco sorprende tan bajo nivel de confiabilidad en los partidos políticos, pues la situación económica, a pesar de lo que digan y por más flores que le pongan a los discursos oficiales, sigue sin repuntar; la pobreza y la marginación van en aumento: según datos oficiales, en el último año aumentó en dos millones el número de pobres. Y, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), los resultados para reducir la pobreza, mejorar la calidad del empleo, la educación y la seguridad, son, por decir lo menos, mediocres, es decir, insignificantes, si se los compara con los obtenidos por otros países. México ha empeorado en los rubros de seguridad, ingresos y empleo: "se ha observado una caída generalizada de los ingresos de los hogares, sobre todo desde 2008, y en los estados donde se ha registrado un incremento de esos recursos también se ha observado un crecimiento de la desigualdad. Mientras, en cuanto a la calidad del empleo, el reporte menciona que solamente 44 por ciento de la fuerza laboral mexicana cuenta con estudios de bachillerato o más, 30 puntos porcentuales menos que el promedio para los países de la OCDE" (La Jornada 15 de octubre de 2015).

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Y, en relación con el salario, no sólo en la calidad del empleo, las cosas no están mejor: de acuerdo con el Banco Mundial, resulta que los trabajadores en México tienen el salario mínimo más bajo de toda América Latina, con 5.9 dólares diarios; en cambio, "un trabajador en Argentina cuenta con un salario mínimo de mil 184.2 dólares mensuales, cifra que es 575 por ciento superior a lo establecido como salario mínimo en territorio mexicano". Y mucho se podrá decir en relación con montos invertidos y generadores de empleos, o de las famosas reformas que traerán "grandes" beneficios a la población, etc., pero lo cierto es que mientras no haya empleos suficientes y bien remunerados; mientras la carga impositiva siga estando fundamentalmente sobre las espaldas del pueblo; en tanto se siga privilegiando a las grandes empresas con el gasto público y se nieguen los servicios básicos fundamentales a la población y no exista un sistema adecuado, suficiente, de calidad y humano, en el renglón de la salud, todos esos "avances" y "beneficios" que se propagandizan todas las noches a través de las televisoras ya no surtirán su efecto mediatizador; la gente está inconforme, enojada y desilusionada de los partidos existentes y prácticamente de todas las instituciones, aun de aquellas que en épocas anteriores fueron tenidas en mayor estima.

Ante esta realidad sólo quedan dos caminos: o bien la clase gobernante da un golpe de timón y cambia totalmente el rumbo de nuestro país, cuestión que se antoja como una utopía, o bien, definitivamente, la propia ciudanía toma en sus manos las riendas del país, asunto que obviamente no es fácil, pero sí posible. Es en esta tarea donde todos los promotores de un cambio verdadero, serio y profundo debemos empeñarnos, y es indispensable iniciar con la labor de educación y organización de este sufrido pueblo.

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