MOVIMIENTO ANTORCHISTA NACIONAL

El pueblo está con Antorcha en Quintana Roo

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El 22 de abril de 2018 quedará marcado en las páginas de la historia del paradisíaco estado de Quintana Roo, pero en esta ocasión, el suceso que ha marcado un hito para los quintanarroenses, no fue una multitud de vacacionistas extranjeros y nacionales abarrotando la blanca arena de las playas color turquesa, ni una conferencia convocada por algún organismo internacional, como la realizada por la Organización Mundial de Comercio en septiembre de 2003, con el objetivo de hacer un balance de la Agenda Doha para el desarrollo, o la cónclave de poderosos industriales para el análisis de las perspectivas económicas de alguna rama de la producción. Tampoco fue por ser sede de algún evento internacional de belleza, como en 1981, cuando el estado albergó el concurso Miss Universo. Nada de lo anterior.

En esta ocasión, la concentración en el estadio José López Portillo de Chetumal, se realizó con motivo del festejo de los 18 años de lucha en Quintana Roo de la organización más grande y mejor estructurada del país: el Movimiento Antorchista Nacional. Treinta mil quintanarroenses de todas las edades, acudieron al llamado de la organización de los pobres de México, conscientes de la importancia de confluir con sus hermanos de clase; admiraron atentamente desde sus lugares un espectáculo de alta calidad que pocas veces está al alcance de los trabajadores, siendo la élite económica y política, la única con la capacidad para pagar, acceder y disfrutar de las bellas artes. Los asistentes pudieron apreciar la belleza de los bailes ejecutados magistralmente por los grupos culturales del sureste, disfrutar del canto y escuchar atentamente a una joven poeta declamar con gran gallardía y maestría, capaz de sensibilizar con su voz, gesticulaciones y mímica al pueblo trabajador.

Los pobres se vieron unos a otros, se reconocieron: el pescador que lanza la red sobre el cardumen, y el que tira del anzuelo al sentir tensado el cordel, el trabajador que se desplaza desde muy temprana hora de su humilde colonia hacia las grandes cadenas hoteleras y a las industrias manufacturera y de la construcción para limpiar, cocinar, servir, construir, producir, etc., los campesinos y pequeños productores de maíz, frijol, chile, hortalizas, cedro, caoba y chicozapote; amas de casa, maestros, estudiantes. "¿Somos tantos?", se preguntaron. Así lo constataron, no estaban solos, estaban con los suyos.

Después de que el Lic. Dimas Romero González, dirigente de los antorchistas quintanarroenses refrendó el compromiso de crecimiento y su solidaridad con el antorchismo nacional ante los problemas comunes que amenazan a la organización, miles de voces al unísono daban la bienvenida, mientras se dirigía al escenario principal, al líder social más culto de nuestro país. "¡Maestro Aquiles, tú eres nuestro líder!", "¡Somos un solo hombre, somos un solo ideal, adelante antorchistas, hasta triunfar!", coreaban los presentes.

El Ingeniero Aquiles Córdova Morán explicó con claridad el proyecto de nación del Movimiento Antorchista Nacional, resumido en cuatro puntos: empleo para todos, que nadie se quede sin trabajo; salarios realmente remuneradores como dice la Constitución; política fiscal progresiva en la que paguen más impuestos los que ganan más; y reorientar el gasto público en beneficio de los que menos tienen. Mientas tanto, aquel mismo día, por la noche, se realizó un debate entre los aspirantes a la presidencia de la República transmitido en cadena nacional. ¡Qué gran contraste! Por una parte, las propuestas concretas de un proyecto de nación serio que busca acabar con la pobreza y llevar a México a ocupar el lugar que le corresponde en el concierto de las naciones y, por otra parte, el abigarramiento de ideas de los aspirantes presidenciales que de cinco no hacen uno. Expresándose sin ton ni son, evidenciaron lo lejos que se encuentran de un planteamiento real y viable que justifique el arribo de alguno de ellos a la presidencia de la república.

Los intereses de la inmensa mayoría de los mexicanos, es decir, los intereses de los pobres de este país, sólo serán representados cuando el pueblo gobierne, y para ello es necesario que se conforme una fuerza social capaz de tomar el poder político en beneficio de los que realmente producen la riqueza: los trabajadores. Los antorchistas quintanarroenses están contribuyendo en esta labor, han aportado su conocimiento, tiempo y trabajo, en esta noble y casi siempre arriesgada tarea de organizar y educar a los pobres. El evento del 22 de abril nos demostró, entre otras cosas, que el pueblo está con antorcha y antorcha está con el pueblo.

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