El domingo 1 de septiembre de 2024 fue un día de reencuentro para el antorchismo nacional y el chimalhuacano. Fue un día para celebrar 36 años de lucha diaria en un municipio que ha sido el barco insignia para demostrar al mundo que se puede construir una patria más justa y equitativa, sin ambages, sin imposturas o un discurso para el consumo mediático sin sustancia, sin hechos para demostrar lo dicho.
El lugar de la celebración fue en un espacio donde cohabitan la Escuela Normal Ignacio Manuel Altamirano (ENIMA), el Centro Universitario Tlacaélel (CUT-Campus Chimalhuacán) y la Casa de Estudiantes Gonzalo López Cid.
Las obras resuelven una parte de la vida de los mexicanos, pero no les crean un espíritu de lucha, de fraternidad; eso es lo que nos faltó, ser más precisos a la hora de educar y organizar a los chimalhuacanos.
15 mil sillas fueron colocadas afanosamente por los organizadores la noche previa al evento. Todo el preparativo, la logística, fue instalado un día y parte de la noche anterior a la celebración.
Siempre imponen la sillería y el gran reto, que crispa los nervios: ¿Llegarán los invitados? ¿Se ocuparán todas las sillas? Pero así fue.
El torrente de invitados empezó a llegar desde muy temprana hora, en un orden no muy común en este tipo de eventos. Fueron ocupando sus lugares; ningún espacio para invitados especiales se quedó vacío.
El equipo de audio y video, el ornato, las banderas alusivas, los grupos culturales, los cantantes, los declamadores, las edecanes, los moderadores, los presentadores, los sanitarios móviles, en fin, todo listo.
Cuando Antorcha, hoy Movimiento Antorchista Nacional (MAN), llegó a Chimalhuacán, como lo narra puntualmente el video proyectado a mitad del evento, basura, drenaje a cielo abierto, calles sin pavimentar, falta de escuelas, de centros de salud, de un transporte decoroso, de agua potable y de luz eléctrica era el paisaje urbano, con casas en obra negra o, simplemente, con techos y paredes de láminas de cartón.
A los nativos del lugar no les gusta que se dijera que “su” Chimalhuacán era feo, como ciertamente lo era, porque en ellos perduraba la imagen nostálgica de un lugar con un lago generoso que les daba de comer, con llanos donde cultivaban hortalizas, pero que ellos mismos fueron vendiendo hasta convertir la romántica imagen en un lugar donde la gente vivía en la inmundicia; suena muy dramático, pero así era.
El lugar del evento ya lucía lleno total; las delegaciones de distintos lugares también estaban ya presentes. Los moderadores daban las últimas indicaciones para recibir a los invitados especiales, particularmente, los dirigentes antorchistas de varios estados, así como los líderes locales, todos ellos encabezados por el fundador y dirigente indiscutible del antorchismo nacional, Aquiles Córdova Morán, a quien cariñosamente se le conoce como maestro Aquiles.
Para abrir el programa se hizo presente el primer grupo de baile regional, una cantante y un declamador, para deleite de la exigente concurrencia, ya acostumbrada a la calidad de los grupos culturales del antorchismo.
En esta ocasión correspondió a los anfitriones presentar a sus artistas, formados en las escuelas de nivel superior, así como en la Escuela de Bellas Artes “Humberto Vidal” en este municipio. Al concluir esta primera presentación cultural, con una sincronía muy precisa, hicieron su entrada los integrantes de la dirección nacional antorchista que acudieron a la celebración, encabezados por el maestro Aquiles.
Era el reencuentro del líder antorchista nacional con las huestes locales, luego de casi seis años de no encontrarse en un evento multitudinario, veinte mil almas, motivado por la pandemia del covid-19, principalmente. Así que no hubo oportunidad de platicar sobre la debacle electoral del antorchismo en el año 2021.
El presídium estaba presto a disfrutar del manjar cultural: nuevamente poesía, baile y música, con una calidad que no deja dudas sobre las horas de ensayo invertidas para lograr los niveles de calidad, buena, por cierto, adquiridos.
En el intermedio, luego de escuchar las palabras de bienvenida del dirigente del antorchismo en Chimalhuacán, Telésforo García, se proyectó un video que narra la llegada de Antorcha en Chimalhuacán.
Fue la defensa de la lucha en la Escuela Primaria Emiliano Zapata lo que llevó a un grupo de universitarios y preparatorianos a comprometerse más allá de la lucha escolar; las condiciones en que se vivía obligaron a los nacientes luchadores sociales a hacer castillos en el aire para convertirlos en una realidad necesaria.
Antes, este grupo de jóvenes tuvo que enfrentar un cacicazgo criminal, encabezado por la tristemente célebre “Loba”, que doce años después, luego de vencer miles de obstáculos, logró conquistar la presidencia municipal en el año 2000.
Ese mismo año enfrentaron la realidad más terrible de la vida política nacional, la violencia y represión políticas que sufren los inconformes, los que luchan por una vida mejor, con la muerte de diez mexicanos a manos del cacicazgo oprobioso para impedir el arribo de los nuevos gobernantes municipales que ganaron legítima y limpiamente las elecciones, a sabiendas de que ya no iban a poder hacer de Chimalhuacán su modo de vida.
Es a partir del año 2000 cuando Chimalhuacán se enrumba a mejores destinos, como calificara el maestro Aquiles en su esperado discurso:
“La obra realizada por Jesús Tolentino es descomunal, que no encuentra comparación en ningún municipio del país y me atrevería a asegurar que en ningún estado de la república.”
Se pavimentaron calles, se electrificaron colonias, se construyeron escuelas, hospitales, deportivos, redes de agua potable y drenaje. Así que para 2021, los chimalhuacanos y su ciudad ya no eran los mismos.
Luego de las palabras del dirigente del MAN en el Estado de México, llegó el esperado discurso del maestro Aquiles.
La audiencia estaba expectante, luego de más de un lustro de no escucharlo. El tema no se hizo esperar: “Como dijo Telésforo, las obras no crean conciencia”, las obras resuelven una parte de la vida de los mexicanos, pero no les crean un espíritu de lucha, de fraternidad:
“… eso nos faltó, ser más precisos a la hora de educar y organizar a los chimalhuacanos. Nos faltó inculcarles una conciencia más férrea que soportara las tentaciones de los apoyos asistenciales, pero no los culpo; la pobreza es muy grande (…) La culpa es nuestra porque no supimos hablarles de la necesidad de una educación y organización políticas más profundas, y eso es lo que tenemos que reflexionar.” Palabras más, palabras menos, ese fue el mensaje principal del maestro Aquiles.
La concurrencia, atenta, prestó atención al mensaje y al consejo de un hombre que lleva más de 50 años en la lucha popular, la verdadera, que ha ofrendado su vida e inteligencia para beneficio de esa concurrencia formada por obreros, campesinos, amas de casa, profesionistas, estudiantes, pueblo de a de veras, que asistió con el deseo de encontrar respuestas a sus dudas políticas.
Se entusiasmó con el contacto de su líder indiscutible y se sintió satisfecho por el mensaje recibido y el camino a seguir. Con ese ánimo y la renovada tarea de educar y organizar al pueblo de México, concluyó un evento preñado de cultura y enseñanza política.
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