En uno de los últimos comentarios de Beatriz Pagés de la prestigiada revista "Siempre" titulado "En busca de un presidente" entre otras opiniones, leemos: "El presidente ya no puede. Su capacidad política, intelectual y emocional llegó a una situación límite. Es un hombre no solo físicamente agotado y agobiado, sino un mandatario que ya perdió totalmente la perspectiva de la realidad y no tiene respuestas para evitar el derrumbe." Y claro, se puede estar de acuerdo con la señora Beatriz en varios de sus puntos de vista (por ejemplo, cuando señala que AMLO ya perdió la perspectiva de la realidad), sin embargo, en otros tantos me permito discrepar. Sólo por mencionar un aspecto ¿Acaso podría seguir con sus eternas mañaneras si estuviera físicamente agotado y agobiado? Pero vayamos a lo esencial: ¿tiene o no respuestas para evitar el derrumbe? Yo creo que sí las tiene (algunos de sus exsecretarios se las han expresado hasta por escrito). Que las quiera llevar a la práctica es otro asunto. ¿Por qué? Porque hay mucha diferencia entre el decir y el hacer. En efecto, hay que recordar que el presidente navegó con bandera de izquierdista por más de tres décadas desde la oposición y ahora como Gobierno su izquierdismo ha quedado en el discurso porque sus acciones de gobierno son cien por ciento conservadoras y hasta reaccionarias: últimamente está solicitando, por ejemplo, poder omnímodo para disponer de los recursos de la federación y dar así, un paso más en el camino hacia una dictadura.
Pero volviendo a la esencia del tema y bajando a lo concreto que es la pandemia que nos azota, creo sinceramente que cualquier mexicano con un mínimo de sentido común, reflexiona más o menos de la siguiente forma: "sí, obedezco porque ya entendí, me voy a quedar en casa, pero ¿y mis ingresos? ¿de qué voy a vivir? ¿de qué voy a mantener a mi familia?" Y al final se le presenta la disyuntiva ¿o me arriesgo, yendo a trabajar, de ser contagiado, o me resigno a morir de hambre encerrado en mi casa? Y, bueno, por eso mismo, también era muy lógico esperar que con la petición racional de "quedarse en su casa" para evitar la cadena de contagios, se agregara el ofrecimiento de un apoyo alimentario planificado y dosificado gradualmente según los casos, etc., etc. ¿Que de dónde sacar recursos para ese programa alimentario? Respuesta, de los proyectos sin futuro en los que se ha encaprichado el señor presidente: la refinería de dos Bocas (ha habido días en que hasta hay que pagar para que se lleven nuestros barriles de petróleo), el Tren Maya y el aeropuerto de Santa Lucía, etc. Incluso, es la oportunidad (si es que le faltaban argumentos de peso al gobierno de la 4T) para que se aplicara una reforma fiscal progresiva, por cierto, propuesta del exsecretario de Hacienda que, al no ser tomado en cuenta, prefirió presentar su renuncia. En último de los casos se podría recurrir a la solidaridad de los países que están demostrando con hechos (no con discursos) que para ellos lo prioritario sí es salvar vidas al costo que sea. Me refiero a los edificantes ejemplos altruistas y humanistas de China, Rusia y Cuba principalmente. En fin, creo que si hubiera la intención y la voluntad para resolver esta crisis sanitaria, el gobierno de la 4T tendría "más salidas que un cerco viejo".
Pero no, tal parece que este gobierno no tiene la menor intención de asumir su responsabilidad y atender el mandato constitucional por el cual funge como primer autoridad de México. Presta oídos sordos al drama generalizado que están viviendo millones de mexicanos, confiados en que, como tienen que guardar cuarentena, no pueden hacer manifestaciones de ningún tipo. Están siguiendo la política del avestruz: esconder la cabeza para no ver ni escuchar. Para no ver los miles de muertos que a diario están resultando por falta de medidas, para no ver el incremento de los índices delictivos como consecuencia lógica del inicio de la hambruna y para no escuchar los millones de llamados en redes sociales demandando la implementación urgente de un programa de apoyo alimentario. Ojalá que AMLO deje de pensar en sus proyectos-capricho y en la perpetuación en el poder de él y sus correligionarios y se convierta realmente en lo que hasta hoy, después de dos meses de pandemia, no ha sido: el presidente de todos los mexicanos. Aún es tiempo. Si no lo hace, los mexicanos que queden vivos no olvidarán tanta perfidia.
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